Para
Palestina, lo que habría que hacer
Conferencia pronunciada en Turquía, por Israel Adán Shamir, 27 de diciembre 2009
[Queridos amigos,
mis mejores
deseos desde Ankara, capital de Turquía, donde me encuentro para una conferencia
sobre Palestina, junto con la maravillosa Cynthia McKinney y otras personas
buenas y grandes. Turquía está dando un giro, desde posiciones muy pro-USA y pro
israelíes, hacia algo más independiente, y por tanto menos sionizado. Los turcos
están orgullosos de la valiente postura de su primer ministro a favor de
Palestina y contra la presidencia israelí en Davos el año pasado, y lo
consideran un acontecimiento decisivo. Turquía está pasando de un régimen
kemalista violentamente laico, antirreligioso, al estilo de los años 1940, pero
quedan muchos vestigios, tales como los grandes retratos del dirigente supremo,
aún colgados en los edificios principales, mientras que las muchachas que usan
el velo son objeto de repudio o incluso se hallan imposibilitadas de entrar a la
universidad. Se suponía que el kemalismo era la propuesta de la modernidad, pero
ahora es lo más trasnochado. Nada se marchita tan rápido como la modernidad de
ayer. En Rusia, quitaron estos retratos gigantes en 1955, y Taiwán sacó los de
Chiang Kai Shek en los 1980. En el fondo, no molestan solamente los retratos.
Tenéis una Corte Suprema que trató de sancionar al partido gobernante
mayoritario, porque sus referencias islámicas muy moderadas no se ajustan al
kemalismo estricto. Parece que al parlamento turco le falta mucho todavía para
llegar a la democracia: debería suspender esta Corte Suprema no elegida, obligar
al ejército y a los generales de los servicios de inteligencia a obedecer, y
proteger la libertad religiosa para la mayoría, que es musulmana. Pero primero
deberían sacarse de encima las bases militares yanquis, y echar a la OTAN de
Turquía. En una entrevista para un diario turco, llamé a Turquía a “hacer las
paces con su propio pasado”, el pasado espléndido del califato, que gobernó el
Oriente, que fue el centro del mundo para los creyentes musulmanes, y el
protector de los cristianos.
A continuación, la
conferencia que doy hoy con algunos consejos acerca de qué hacer en Palestina y
acerca de Palestina, cuyo original en inglés está en
http://www.israelshamir.net/English/Turkey.htm
]
Queridos amigos turcos e
invitados extranjeros,
me siento feliz de hablar
nuevamente con la gente de nuestra gran vecina y antiguamente soberana Turquía,
pues su acontecer más reciente inspira el optimismo. ¡Felicidades! Turquía se
está volviendo más fuerte, más independiente; la obsesión de vuestros
dirigentes, que fue integrarse a la Unión europea, ya resulta exorcizado. Habéis
devuelto el poder al parlamento, embridado los excesos militares, encauzado
vuestra economía, y mejorado vuestras relaciones con Siria e Irán. Ya Turquía ha
dejado de ser una colonia americana. Se acabaron los ejercicios aéreos conjuntos
con Israel y USA. Habéis expresado vuestra limpia cólera por los horrores de
Gaza. Ahora prestáis más atención al área donde vivís; y estáis desempeñando un
papel importante ya, y estáis destinados a jugar un rol mayor aún. ¡Es tanto lo
que depende de vosotros! Lo sentimos cada día en Palestina.
No voy a haceros perder el
tiempo describiendo los horrores del poder sionista en Palestina, pues ya sabéis
todo eso, lo habéis visto por televisión –los atroces espectáculos de escuelas
incendiadas y chicos quemados vivos con napalm, el bloqueo de Gaza, los
checkpoints, los arrestos nocturnos. Ha pasado un año desde el degüello judío de
Gaza, esa guerra que lanzó Israel cuando el mundo estaba celebrando las
navidades. Vuestro presidente, Mr Gul, le dijo hace unos días a nuestro
presidente Simón Peres que no visitaría Israel mientras siguiera el sitio de
Gaza, y esto fue una decisión excelente. Es urgente levantar el sitio de Gaza,
porque no deja penetrar los materiales de construcción para reparar las
viviendas. Por el contrario, el asedio israelí aprieta más, ahora, con la ayuda
activa de Egipto. Sin embargo, detrás del problema de Gaza, debemos fijarnos en
un escenario más vasto.
Nos dicen que el problema
de Gaza es la intransigencia de Hamás, que Gaza tiene la culpa. Si Gaza no
eligiera el Islam radical, Israel se prestaría para satisfacer las necesidades
de Gaza. Echemos una mirada fuera de Gaza, a la joya de Cisjordania, a la ciudad
de el Bireh, ciudad gemela de Ramallah, sede del gobierno aprobado por Israel de
Mahmud Abbas. Se trata de una ciudad muy próspera, de mansiones hermosas
rodeadas de verde césped y con muchos carros mercedes relucientes, y con una
vista preciosa. El Bireh decidió edificar un estadio de fútbol, pidieron ayuda y
recibieron fondos de Francia, Alemania y la Asociación mundial para el fútbol
FIFA. Se edificó el estadio dentro de los límites de la ciudad de el Bireh, e
inmediatamente el tribunal israelí falló: debe ser destruido el estadio, porque
está dentro del campo de visión judío. ¿Entendéis? Mahmud Abbas es el dirigente
palestino más complaciente de todos los tiempos; está haciendo todo lo que le
pide Israel. Su policía se retira amablemente cada vez que los jeeps de
seguridad israelí entran a sus ciudades para arrestar al que les dé la gana.
Manda a detener a cualquier activista que levanta la voz contra los excesos
israelíes. Hasta echó al diplomático palestino de mayor edad, el Dr. Afif
Safieh, quien fuera embajador en Washington, Londres, el Vaticano y Moscú,
porque habló abiertamente contra la guerra israelí de Gaza. Cada islamista, cada
defensor del islam en Cisjordania está o ha estado en la cárcel de Abbas. Es un
enemigo implacable del islam radical. Más conciliatorio con Israel, imposible.
¡Y aún así, no puede construirles un estadio a los chicos para que le den a la
pelota en su propia ciudad, porque los judíos no lo permitirán! De modo que el
problema no es solamente Gaza, por muy horrible que sea la situación allí. El
Islam tampoco es un problema que deberíamos contemplar como tal, pues no cambia
nada. Los islamistas están en las jaulas de Abbas, y ¡ni así Abbas puede
edificar un estadio, un simple estadio, no una escuela coránica! El miembro del
Fatah Marwan Barghuti y el dirigente del izquierdista FPLP Ahmed Sadat están
presos en las cárceles israelíes junto con los dirigentes de Hamás.
El problema es el Estado
judío. No se limita a asediar a Gaza y a destruir estadios como en el Bireh,
éstos son problemas locales, lamentables pero locales, mientras que el Estado
judío aspira a poner en acción el poder judío en el mundo entero. Sin Estado
judío, este poder se dispersaría, seguiría siendo local, y se mantendría como
algo caótico, debilitado por las fuerzas de la asimilación. Pero Israel se fija
en estas fuerzas caóticas, y las concentra para la acción. Acción contra el
Islam, no solamente contra el Islam como religión sino que su objetivo principal
es Dar al Islam (el mundo islámico). En USA, los neocon judíos llevaron a su
país a declarar una cruzada contra Irak y Afghanistan; ahora están pretendiendo
ir más lejos, llegar a Irán.
Han constituido un frente
poderoso contra el presidente Obama, y lo han convertido en hazmerreír después
que musitó unas pocas palabras de cordura acerca de Palestina. En Europa, si uno
inspecciona las arcas de los grupos neo-nazis anti-musulmanes, uno descubre que
descansan en el apoyo judío. En Rusia, los nacionalistas judíos y los sionistas
tratan de unir a los rusos contra sus hermanos musulmanes. A veces lo hacen
pregonando la defensa de la iglesia rusa, o del nacionalismo ruso. Hace poco
escribí sobre esto, pues descubrí que las fuerzas más fervorosamente
anti-musulmanas en Rusia están organizadas por los cripto-sionistas.
Aún si un Estado palestino
fuera legalizado y reconocido, no se terminaría con las tentativas israelíes
para socavar a sus vecinos, bombardear a Irán, sembrar las semillas de la
discordia desde Rusia hasta Francia, desde Turquía hasta India. Los servicios de
inteligencia de Israel, demasiado poderosos, seguirían interfiriendo. Tampoco
esto neutralizaría las fuerzas armadas de Israel, y bien sabéis como todo el
mundo que los generales no entregan sus juguetes, privilegios o influencia
fácilmente. La maquinaria militar israelí es tan poderosa que trataría de
sujetar las riendas. Recuérdese el tratado de paz entre Israel y Egipto: tan
pronto como fue firmado, lo primero que hizo Israel fue invadir el Líbano. La
mala influencia del sionismo sobre los judíos del mundo entero no desaparecería
en el caso de una solución con dos Estados. En 1920, Winston Churchill publicó
un artículo (en el Illustrated Sunday Herald, 8 de febrero 8, 1920, pág
5) titulado “Sionismo o bolchevismo” (http://www.library.flawlesslogic.com/ish.htm
). Allí observaba que muchos judías tendían a abrazar la causa de la igualdad
social (lo que él llamaba “la imposible igualdad”) y que la mejor manera de
impedir que los judíos poderosos y dinámicos abrazaran esta causa de la
igualdad, era infectarlos con el sionismo. Su proyecto lo avaló el imperio
británico, y lo fortaleció el dinero de los judíos ricos opuestos al
igualitarismo. Y ganó el sionismo, y fue la derrota de la igualdad. Si
derrotamos al sionismo, la igualdad tendrá una nueva oportunidad. Pero una
solución “de dos Estados” no será la derrota del sionismo. En resumen, aun si el
sueño de Mahmud Abbas de una independencia limitada fuera a realizarse, esto no
sería suficiente para la región, ni para el mundo: Israel en su forma de Estado
judío supremacista no puede convertirse en vecino pacífico. El supremacismo
engendra las guerras. Sólo un Estado democrático, que sustituya a Israel y a la
Autoridad palestina, sería capaz de vivir en paz. Comparemos con África del sur:
mientras fue un estado supremacista blanco, fue fuente de guerra y disturbios en
toda África. En cuanto se exorcizó su supremacismo, se volvió pacífico. De la
misma manera, una Palestina supuestamente independiente sería simplemente otro
Bantustán, eso mismo que rechazaron justamente los africanos. Pero no creo
tampoco que se logre siquiera el proyecto de una independencia limitada para
Palestina. Hace 16 años que nos dicen que está encaminado un proceso de paz que
llevará a una “solución de dos Estados”. Es un cuento de hadas. Si los judíos ni
siquiera le permiten a los chicos de la ciudad más leal y obediente de Bireh que
jueguen fútbol, ¿quién puede creer que los dejarían tener un Estado
independiente? Pues ¿por qué lo harían? Nuestros judíos escriben a menudo sobre
la forma en que contemplan la independencia palestina (me refiero aquí a los
políticos judíos de izquierda más abiertos). Hablan de una Palestina destrozada
en unos cuantos enclaves cerrados por un muro y un alambrado eléctrico, con su
espacio aéreo y todas sus fronteras controladas por Israel, y su agua bajo
control judío: ahí termina lo mejor de lo que saben soñar.
Si queréis tener dos
Estados, esto sólo puede lograrse si los propios judíos lo piden, como hicieron
en 1947. Así lo hicieron en aquél entonces, y lo volverán a hacer pero solamente
si sienten que la alternativa, la de un solo Estado democrático para todos los
habitantes de Palestina, está planteada con fuerza. Esto es lo que temen: la
democracia plena, la igualdad plena en la totalidad del territorio. De modo que
aunque fuera sólo por razones prácticas, deberíamos exigir la independencia
total, no la independencia para unos retazos. Que Palestina se reunifique, que
sus habitantes tengan los mismo derechos; a partir de allí, que discutan lo que
quieran en términos de dos Estados. Lo primero es la igualdad, y lo demás puede
esperar.
Pero hablando con
franqueza, no se puede tomar en serio la mítica solución de los Dos Estados.
Judíos y palestinos viven juntos en toda Palestina, y no se les podría separar
físicamente sin unas medidas drásticas que nos recordarían las de 1921 para
separar a Turquía y Grecia, con los turcos abandonando Salónica y los griegos
saliendo de Esmirna. Y no es algo que nadie pueda desear ver ocurrir nuevamente.
Occidente dio a Nansen el premio Nobel de la paz por haber realizado la
transferencia de griegos y turcos. En mi opinión, esto fue una terrible
calamidad, que no debería repetirse nunca. Las particiones son un desastre; es
lo mismo que cortar al un individuo vivo en dos pedazos, y tampoco es necesario.
Griegos y turcos podían seguir viviendo juntos como lo hicieron durante 400
años; la separación no les trajo nada bueno. La separación de israelíes y
palestinos sería igualmente funesta.
Ahora bien, los sionistas
suelen recordarles a los turcos su “problema kurdo”. La comparación no vale,
porque cada kurdo en Turquía tiene la ciudadanía turca y los mismos derechos que
cada ciudadano turco, mientras que los palestinos generalmente no tienen la
ciudadanía del Estado de Israel, y no disfrutan de ningún derecho. Pero en un
sentido sí se justifica la comparación: es imposible separar a los kurdos de
Turquía porque la gente de origen kurda está radicada en todas partes, desde
Diyarbakir hasta Istambul. De la misma forma, es imposible separar a los
palestinos de las diversas oleadas de inmigrantes llamados judíos. Más aún, la
historia entera de Palestina es una historia de inmigrantes que tomaron el
control del país. Son cosas que pasan: los inmigrantes de Gran Bretaña se
apoderaron de América del norte y Australia. Es algo triste, pero fue así. Y hoy
no es realista esperarse que se vuelvan a Inglaterra, ni lo van a hacer. Es un
error intentar crear un “estado independiente” para los americanos nativos, pues
a ese tipo de estado independiente se les ha llamado siempre “reservas” o
“reducciones” en el sistema colonial español. La única respuesta correcta es la
igualdad para nativos e inmigrantes.
Algunos judíos se quejarán
de que quieren un Estado sólo de ellos. Les contestaremos: habéis construido
sobre la arena, y una casa construida sobre arena no puede durar. Si queréis un
Estado propio sin nadie más, buscaros una isla de nadie y desierta. Palestina
siempre fue, y sigue siendo, una tierra poblada; lo más que se puede desear es
ser todos ciudadanos iguales en Palestina, iguales a los demás.
De esta solución hablé en
el año 2001, cuando nuestro país estaba sacudido por el vendaval de la intifada
al Aksa. Era lo correcto entonces, y lo sigue siendo. En aquél entonces dije: no
hay otra solución que la del Estado único. La gente, incluso gente buena,
militantes, amigos de Palestina, me contestaban: no, porque estamos a punto de
lograr la solución de dos Estados. No lo creía yo entonces, ni creo en ello
tampoco hoy en día. No hay más que un camino, y es el de la igualdad y la
democracia, el de la deconstrucción del Estado judío, forzándolo a entregar
plenos derechos a todos los palestinos que vivan bajo su poder.
Así que ésta es la meta por
la cual deberíamos pelear: plena igualdad e integración de Palestina e Israel,
al estilo surafricano, y nada menos. Lo cual no significa que no haya nada que
hacer mientras tanto. Turquía puede hacer mucho hoy, incluso hoy mismo, más allá
de las expresiones de la solidaridad. El Estado judío es un horrible ejemplo de
injusticia sin castigo.
Por ejemplo, un tal Capitán
R, un oficial israelí, asesinó a una muchacha de 13 años, Iman al Hamás. Le
disparó a la vista de sus soldados, y dijo que hasta a una palestina de 3 años
hay que matarla si se acerca a las posiciones judías. El tribunal judío absolvió
al capitán R de toda culpa; el ejército israelí lo promovió a mayor, y otro
tribunal le otorgó reparaciones por el simple hecho de que tuviera que perder
tiempo en defenderse. La semana pasada, otro juez judío le dio otra enorme
compensación al mismo asesino. Turquía, como antiguo gobierno de Palestina,
podría asumir la voz de la justicia inculpando a este capitán R. Pues tarde o
temprano, querrá salir del santuario que es para él el Estado judío, y viajar a
cualquier parte para unas vacaciones. Una orden de arresto procedente de Turquía
lo puede aguardar dondequiera que vaya. Y no sólo a él, sino que también a los
supuestos “jueces” judíos que cubrieron su crimen y se han convertido en sus
cómplices después del crimen habría que encajarles una orden de arresto
internacional. Esto no es tarea de aficionados, hace falta un Estado, con todo
su arsenal jurídico y represivo, para lograrlo. Si la ley turca actual no lo
permite, pues que se actualice la ley, inspirándose en las mismas leyes
israelíes. Según la ley israelí, si un turco le hace un daño a un judío en
Turquía, se le puede capturar, arrestar, procesar y castigar en Israel. Turquía
debería introducir una ley simétrica, para reparar las ofensas contra los
palestinos, que no encuentran, a falta de esto, protección por ley.
Turquía también debería
tomar la iniciativa de detener la agresión todavía en ciernes contra Irán. Si
ellos se apoderan de Irán, Turquía se encontrará cercada y aislada. La suerte de
Palestina también depende del destino de Teherán. Mi deseo de año nuevo para
vosotros es el siguiente: sed vosotros, sed turcos, y vivid en armonía y amistad
con vuestros vecinos, con Rusia, Irán, Siria, Grecia y con todos los Estados que
nacieron del imperio otomano. Pues el mundo y Palestina os necesitan.
Traducción: Maria Poumier