24 de abril 2003
En la magnífica película de Luc Besson (con
la actuación perfecta de Mila Jovovich y la insuperable de Bruce Willis),
Mr Shadow, La Sombra, una fuerza absolutamente maligna, mensajera de la muerte,
llega del espacio exterior a destruir la vida humana en nuestro planeta.
No le afectan bombas ni misiles ni nada de lo que haga la gente; la Sombra
se aproxima cada vez más y se adensa sobre la tierra. Pero para lograr
sus objetivos, necesita ayuda humana. ¿Quién le prestará
su apoyo, por puro interés personal, a la satánica Sombra en
su tentativa para arrasar a nuestra Madre Tierra? En la mejor tradición
del humor frío a lo Swift, Besson le dio al monstruo voluntario, al
esclavo de la ganancia, un nombre escalofriante: Zog.
El nombre del rey albano de la preguerra, Zog, pertenece
a ese grupo de palabras excepcionales que desencadenan el pánico en
la temible policía del pensamiento de la ADL (Liga contra la difamación),
activa al FBI como el ántrax y puede lanzar a los asesinos de las
fuerzas israelíes de ocupación, así como a los punks
de la Acción contra el racismo a la más recia carrera, ya que
este rey, como el dios judío, no quiere que se pronuncie su nombre.
Este nombre ha vuelto a mi memoria con el anuncio de la instalación
del general Jay Garner como virrey de Irak. Garner recibió sus credenciales
de las manos sangrientas de Ariel Sharon: apoyó el asesinato de los
palestinos cuando en octubre de 2000 firmó una carta que empezaba
así: "Creemos que las fuerzas de defensa israelíes han actuado
con notable moderación frente a la violencia letal orquestada por
la cúpula de la Autoridad palestina1". La carta la difundió
JINSA2, "el principal enlace del lobby israelí,
el Jewish Istitute for national Security Affairs, basado en Washington y
sostén del Likud, tal como lo definió Michael Lind, de The
New Statesman, o sea, "otro frente israelí de espionaje y reclutamiento
apenas encubierto", según el observador Jeffrey Steinberg de EIR3.
Al firmar la carta, el general Garner demostró habilidad: eso le daría
el mando en Irak.
Lamentablemente, no tendrá muchos fondos a su disposición.
A pesar de la consigna "no a la guerra por petróleo", el petróleo
iraquí no hará ricos a los yanquis. Irak tiene una deuda nacional
enorme —nada menos que 70 billones de dólares a Rusia solamente— y
el régimen de ocupación tendrá que asumirla. La deuda
hacia Francia alcanza los 30 billones de dólares, y habrá que
pagarla. Además de todo esto, la administración de ocupación
tendrá que gastar sumas respetables para reparar la infraestructura
iraquí, destruida por las sanciones y la guerra, antes de pagarle
un céntimo de comisión a Dick Cheney y su compañía.
No, esta guerra no ha sido por los intereses imperiales de los Estados Unidos
ni por sus colosales compañías petroleras.
En su calidad de jefe de la administración de ocupación,
la tarea de Jay Garner consiste en de crear un nuevo Irak, amistoso hacia
Israel. El Jerusalem Post, diario sionista de la línea dura,
publicado por Conrad Black, amigo de Pinochet y Sharon, presenta una entrevista4
a uno de los potenciales Quislings de este Garner y brazo derecho de Ahmad
Chalabi, un tal Musawi:
"Musawi habla con entusiasmo de sus esperanzas de estrechar
vínculos con Israel. No habrá lugar para los palestinos en
el nuevo Irak, pues la amplia comunidad palestina es considerada por los
jefes de ¿qué es esto?, ponlo en español (y seguramente
por sus instructores sionistas) como una asquerosa quinta columna. En su
lugar se extenderá un "arco de la paz", desde Turquía, pasando
por Irak y Jordania, hasta llegar a Israel, el cual creará un nuevo
eje en el Oriente Próximo."
El régimen de ocupación en Irak fue instalado
por el ejército estadounidense en interés de los sionistas,
y se le puede llamar justamente ZOG, o sea Zionist Occupation Government,
cuando menos. Sin embargo, este ZOG es también un Zog, un servidor
y aniquilador de lo oscuro, pues su primera etapa ha sido la destrucción
de las bibliotecas y museos de Bagdad. Joaquín Martillo, un estudioso
del sionismo, escribió:
"Hace tiempo que el sionismo ha determinado extirpar las
raíces culturales de los pueblos codiciados, convirtiéndoles
así en arcilla blanda5, de modo que puedan ser remodelados
en conformidad con la ideología sionista".
Mi culto amigo tiene razón. Esta semana me fui a
una loma solitaria cerca de Mesecha, una pequeña aldea en el corazón
del Israel bíblico, donde un puñado de activistas de ISM (Movimiento
de solidaridad internacional y aldeanos vigilaban impotentes cómo
las excavadoras Caterpillar iban arrancando los olivos de raíz, aplastando
los campos de altramuz, devorando el paisaje bíblico, hogar y cuna
del pueblo palestino. No se atrevían a salirle al paso a las máquinas,
pues la voluntaria americana Rachel Corrie fue asesinada en semejantes circunstancias,
a lo cual respondió Washington con atronador silencio. Jeffrey Blankfort,
analista de California, tenía buenas razones para calificara Washington
como el "más importante de los territorios ocupados por Israel"6.
Por eso, los manuscritos quemados de Bagdad y los olivos
arrancados de cuajo en Mesecha conducen a Zog y a ZOG. Esta homonimia apunta
a una significativa concordancia semántica; tal como lo dijo Kuang-Ming
Wu en La mariposa como compañera, "como arrebañándose,
las palabras que suenan idénticas funden sus significados: el sonido
se hace sentido"7. Así es como el sutil Luc Besson, quien
tomó la idea de los cinco elementos de Sócrates, nos ha dado
una lección : ZOG es otro Zog.
II
Durante un tiempo, el establishment judío
intentó negar su implicación directa en la tercera guerra mundial.
Sus epígonos rechazaron furiosamente las referencias a judíos
poderosos y relevantes que impulsaban la guerra con el pretexto (ya lo habíais
adivinado) del trillado antisemitismo. Pero, al final, el muro de la denegación
se vino abajo y en el diario israelí Haaretz ya han confesado
los culpables, una "pandilla de veinte o treinta intelectuales judíos",
los afamados neoconservadores. Después de esto, Michael Lind expuso
las poderosas posiciones de cada uno de ellos en el New Statesman,
mientras mi paisano Gabriel Ash predijo con optimismo: "En un par de meses,
cuando el papel de los sionistas en la guerra sea ampliamente conocido, el
New York Times publicará un editorial en
el que lamentará ovejunamente la manera en que algunos oficiales del
Pentágono permitieron que este grupo influyese en la política
estadounidense"8.
El problema está en que la gente no tiene por dónde
escapar de las garras sionistas. A pesar de que los neoconvervadores y la
extrema derecha están desatando la tercera guerra mundial, introduciendo
medidas fascistas contra la población estadounidense y agrediendo
de forma premeditada la soberanía de Irak, así como apoyando
sin límites al estado racista judío, sería un error
echarles el muerto encima a ellos solos. Las filípicas arremetidas
de Michael Moore contra el presidente Bush son convincentes hasta cierto
punto, pero en su bestseller The stupid White Men, lamenta que Al
Gore no haya podido disfrutar de la victoria que se había ganado legítimamente.
Sin embargo, si en estos momentos los huéspedes de la Casa Blanca
fueran Al Gore y Joseph Lieberman , los Marines estarían en Bagdad
igual, también habría ocurrido el saqueo de la Biblioteca Nacional
de Irak y sus museos, seguirían arrancando los olivos de Mesecha y
seguiría llegando dinero yanqui fresco a las arcas israelíes.
Cada publicista, cada utilizador de internet en América
y Europa sabe hoy que los miembros del Likud, los que apoyan al extremista
Likud y al sangriento dirigente Sharon, han logrado convertirse en el "único
superpoder". El equipo Bush Sharon, o sea Busharon, en el idioma de la red,
produce espanto entre la gente de bien. Pero ¿acaso hay alternativa
alguna en el universo político estadounidense? Al Gore era un "discípulo
predilecto designado por el sionista Podhoretz", Lieberman es un devoto sionista.
El candidato demócrata a la presidencia Howard Dean "tiene una mujer
judía y sus dos hijos, Paul de 17 años, Ann, de 18, han elegido
identificarse como judíos", según nos ha informado JTA, la
Jewish Telegraphic Association, a la que se suele denominar servicio global
de noticias de los judíos. Kerry descubrió sus "raíces
judías" y Kucinich le dijo al periódico judío Forward
que "observa el kashrut9, tiene una novia
que ha sido israelí y se sabe de memoria casi todo el texto de Haggadah
(el relato pascual)". Por lo visto, las próximas elecciones en los
Estados Unidos (lo mismo que las anteriores) son las de la figura pública
representante de la América sionista. Sionistas de izquierda o de
derecha: ésta es la única elección para los gringos
y, por desgracia, para el mundo entero. ¿Cómo hemos llegado
a esto?
Podemos encontrar una respuesta en un corto y sincero trabajo
de Eric Alterman10, un buen periodista de izquierda, colaborador
de Nation, opuesto a la guerra. Lo admite libremente: "a mí,
personalmente, mi lealtad de doble cara —pues sí, lo reconozco— me
la inculcaron mis padres, mis abuelos, mis maestros en la escuela hebrea
y mis rabinos, sin contar con los dirigentes de la juventud israelíes
y los representantes de AIPAC en el colegio. ¿Cuál es el primero,
para mí, entre los intereses de Estados Unidos y de Israel? Me siento
bastante aislado cuando reconozco que, en más de una ocasión,
elijo lo que es mejor para Israel."
Tenedlo en mente: mientras los judíos de derecha
siempre han sido desvergonzadamente chovinistas, la izquierda ha mantenido
una semblanza universalista. Si esto lo reconoce espontáneamente un
periodista progresista de izquierdas, ya podéis imaginar lo que tiene
en mente el judío estadounidense medio. En tanto que israelí,
me sentiría feliz de que millones de judíos estadounidenses
estuviesen a mi lado. Conviene precisar que Israel, según la confesión
de Alterman, se refiere al "pueblo de Israel", no al estado medio oriental
del mismo nombre. Si a Alterman no le molesta robarle a sus conciudadanos
estadounidenses su plata arduamente sudada con vistas a apoyar la ocupación
israelí (según lo reconoce libremente), lo más probable
es que esté dispuesto a ir más allá en interés
de su propia comunidad, la judería yanqui. Y esta comunidad la maneja
y la representa, no el desterrado interno Noam Chomsky, sino un puñado
sumamente asqueroso de millonarios, dueños de los medios masivos y
vendedores de guerras.
Si Alterman fuese el único judío en los medios
de difusión, uno podría rechazar la idea de que su confesión
represente la influencia normal de una comunidad importante. Si los judíos
en los medios no fueran más que un 3%, o sea la proporción
de los judíos en la población general, la posición de
Alterman sería aceptable. Pero la proporción de judíos
en los escalones superiores de los medios masivos va más allá
del 10%; según ciertas fuentes, podría llegar al 60%.
Escribe Jeff Blankfort que "hay judíos estadounidenses
que son ardientes defensores de Israel en posiciones de influencia sin precedentes
dentro de los Estados Unidos, hasta tal punto que tienen virtualmente la
capacidad de decisión en cada sector de la cultura y de la política.
Y cita a Benjamín Ginsberg en The Fatal Embrace: Jews and the State:
"Los judíos han representado un papel central en
las finanzas estadounidenses en los años ochenta y estuvieron entre
los principales beneficiarios de las reorganizaciones y fusiones de grandes
empresas. Hoy en día, aunque apenas el 2% de la población es
judía, casi la mitad de los multimillonarios lo son. Los principales
ejecutivos de las tres mayores cadenas de televisión y de los cuatro
principales estudios de cine son judíos, así como los dueños
de la cadena de prensa más amplia en todo el país y del diario
New York Times, de influencia excepcional.
¿Se trata de una conspiración de judíos
para apoderarse de la república? No, no se necesita ninguna conspiración.
En la novela juvenil de Julio Verne Los hijos del Capitán Grant,
un malvado desvía al navío de éste por medio de un ladrillo
magnético colocado debajo de la aguja de marear. El imán no
conspira, sino que obliga a la brújula a indicar una dirección
errónea. La verdadera masa de los judíos implicados en los
medios masivos actúan de modo similar, desviando a la superpotencia
de su trayectoria normal, pues los medios de difusión de masas son
el sistema nervioso de un estado moderno. En la práctica, la democracia
moderna en una sociedad muy complicada que se puede comparar con un sofisticado
ordenador. Su maquinaria sólo puede funcionar con una condición:
que la información transite libremente a través del sistema.
Cuando se da el caso de que cada entrada es objeto de un control sistemático,
que la acepta en función de un criterio único -¿es esto
bueno para los judíos?-, no hay por qué asombrarse de que la
máquina produzca una salida tan monstruosa como ésta:
"La revancha sobre Babilonia por la destrucción de Jerusalén
en 586 antes de Cristo"11. Y cabe recordar que hace ya un tiempo,
en 1948, el propio David Ben Gurión, primer dirigente de Israel, había
jurado: "Tomaremos una revancha histórica sobre Asiria, Aram y Egipto"11.
Esto es lo que se está actualizando en los hechos: Irak, Siria y Egipto
se encuentran en la mirilla de Zog.
Así, la fuerte concentración de judíos
en los medios ha creado la distorsión. Una toma de control semejante
en cualquier otro sector de la industria o del comercio no se puede pasar
por alto y los medios la reflejarían; pero no hay remedio cuando los
secuestrados son los órganos de prensa. El tabú de lo políticamente
correcto hace aún más imposible que se pueda discutir de esta
situación insoportable. Lo positivo de lo políticamente correcto
es que le hace la vida más fácil a un minoritario aislado.
Pero a este instrumento útil y bueno conviene fijarle límites,
pues de lo contrario se lo podría utilizar para defender el apartheid
surafricano o el poder colonial británico en la India. ¿Acaso
no se trata de racismo antiblanco cuando se dice que el poder político
en África del Sur estaba entre manos de los blancos? Indudablemente,
existen blancos pobres y honrados. A Gandhi se le podría condenar
por racismo, pues señaló la posición privilegiada de
los ingleses en la India. Con la lógica de lo políticamente
correcto, un buen estadounidense estaría en condiciones de replicarle
al Mahatma: "Pues sí, hay ingleses ricos y poderosos en la India,
pero también está el pobre Tommy Atkinses, están las
crianderas, los funcionarios honrados, los escritores como Kipling y Orwell...
Y, del otro lado, están los poderosos y ricos rajás y hay brahmanes
importantes. ¿Cómo puede usted, estimado señor, exigir
la "descolonización"? ¡Esto es, lisa y llanamente, racismo antiinglés!"
Un antiguo oficial de la aviación india Joe Thomas
recordó acuciosamente que "mientras la población de los Estados
Unidos es hoy aproximadamente la que tenía la India hace un siglo,
el número de ingleses en la India nunca llegó a superar las
50.000 personas y, sin embargo, eran ellos quienes gobernaban el país.
No gobernaban la India por la fuerza, sino mediante el control del discurso
indio. Los indios luchaban por los ingleses y aplastaban las rebeliones.
A lo largo de las dos guerras mundiales, millones de indios han combatido,
como voluntarios, por Gran Bretaña. Si un grupo tan restringido de
personas ha podido controlar el subcontinente indio, entonces no hay por
qué asombrarse de que un grupo numéricamente cien veces más
grande pueda influir en la política de los Estados Unidos."
Por nada en el mundo adoptaría yo una posición
racista. Au contraire, habría que invertir el fervor antirracista
de Estados Unidos contra los racistas judíos, tales como Elliott Abrams,
Deborah Lipstadt y otros del mismo paño, que publican tratados donde
tachan de holocausto los matrimonios interétnicos. Este fervor antirracista
hay que dirigirlo contra la cábala de Wolfowitz, que empuja a una
guerra racista en el Medio Oriente para complacer al estado judío
racista. Debemos voltearlo contra los dueños de los medios, que emplean
un número desproporcionado de judíos y cometen con esto una
discriminación contra los estadounidenses no judíos. Debemos
embestir contra los dirigentes de la iglesia que se han sumado a la noción
racista, según la cual los judíos son el único pueblo
que no necesite el bautizo. El antirracismo debe enfrentarse a la discriminación
entre judíos y no judíos; pues la situación actual,
según la cual la CIA al completo persigue al asesino gentil del judío
Klinghoffer, mientras que al asesino judío de Rachel Corrie no lo
persigue nadie; se trata de la perversión personificada de la verdadera
justicia. Al racismo judío hay que combatirlo; de lo contrario, a
los Estados Unidos no les dejarán otra opción que elegir entre
Likud y Meretz, y ambos los llevarán a Armagedón.
Entre otras medidas, debe corregirse la dominación
judía sobre los medios mediante la separación entre publicidad
y medios masivos. Las publicidades en los medios no deberían comportar
informaciones ni artículos y los medios no publicitarios no deberían
servir de vehículo para la publicidad. La publicidad comercial en
los medios de información es un invento judío del siglo XVIII
(según Werner Sombart). Por lo visto, era algo "bueno para los judíos",
pero no para la sociedad en general, pues esto ha desviado la atención
de los dueños de periódicos de los lectores hacia los anunciantes.
Se debería imponer esta separación por medio de la prohibición
de todas las posibles interferencias entre el mundo de la información
y el mundo de los negocios, exactamente de la misma manera que se prohíbe,
de hecho, cualquier interferencia entre policía y negocio. Más
aún, para la buena marcha de la sociedad, los medios de información
son aún más importantes que la policía. Se les debe
proteger de cualquier influencia indebida. Los medios son la brújula
de la sociedad. Hay que alejar a cualquier imán de su entorno, de
modo que el buen navío de nuestra sociedad pueda navegar con firmeza
y sin bandazos.
III.
Semejante concentración de cualquier grupo minoritario
(podría tratarse igual de coreanos o mormones, o quienes se os antoje)
en los medios masivos es forzosamente peligrosa. Sin embargo, la concentración
de judíos que se observa tiene sus especificidades, pues los judíos
profesan una fe diferente, no cristiana, e incluso anticristiana. El judío
medio, editor o magnate de los medios, sufre obviamente cada vez que se topa
con una referencia a Cristo o a su santa Madre, pues, en la cultura que ha
bebido, sus mismos nombres son objeto de un tabú extremadamente fuerte
y explícito. En el mejor de los casos, se esforzará por restablecer
el equilibrio introduciendo un texto de referencia projudío. Si los
estadounideses cristianos aludiesen más a menudo a Cristo, la frecuencia
de las referencias judías aumentaría en proporción,
sin relación con la proporción de la población judía
en Estados Unidos. Volviendo a nuestra imagen, "el ladrillo de magnetita
representado por los ‘judíos que manejan la pluma o el micrófono’
ha desviado el bajel estadounidense hacia formas de religiosidad más
agradables para cualquier judío".
Y aquí es donde viene a aflojar la atención
de muchos lectores ilustrados. Si la mano de Goebbels empuñaba automáticamente
el revólver en cuanto oía la palabra "cultura", el occidental
moderno está condicionado para apretar la tecla "borrar" en cuanto
oye pronunciar el nombre de Cristo. Pero pondremos a prueba vuestra paciencia
con otro test, más severo aún, apelando a otra palabra, de
sentido tan rico: "metafísica".
Muchas veces, al conductor principiant le importa un comino
los consejos del constructor y echa cualquier aceite o carburante al motor.
Piensa: "este cacharro anda como sea, ¿para qué voy a gastar
más?" Para él, términos como ‘compresión o ‘ignición’
suenan a chino, pues jamás ha oído hablar de eso. Una vez que
pase por algunas experiencias muy desagradables, nuestro conductor bisoño
se convence de que dicha ‘compresión’ invisible no deja de ser un
fenómeno real que tiene lugar, por ejemplo, con la repentina imposibilidad
de arrancar después de parar en un peaje de autopista. La metafísica
es eso mismo: una fuerza oculta, pero perfectamente real, dentro del motor
de nuestra civilización. Monsieur Jourdain, en El burgués
gentihombre de Molière, se queda asombrado cuando se entera de
que, sin saberlo, ha estado hablando en prosa toda la vida. Lo mismo nos
pasa cuando descubrimos que aplicamos ciertas categorías metafísicas
a nuestra vida diaria. Pues sí: la forma de tratar a nuestros vecinos,
nuestra conducta social, dependen de nociones tan recónditas como
"la relación entre el ser humano y lo divino".
Metafísicamente, la concepción judía
de la relación entre el hombre y Dios difiere tanto de la católica
como difiere el carburante para un motor diesel de la gasolina súper.
La preeminencia de los judíos en el discurso occidental causa el mismo
tipo de paro que lo que os pasará el día que se os ocurra llenar
el depósito de un coche diesel con gasolina súper.
La fe judía, tal como la practican los judíos
religiosos, contiene muchas ideas positivas, que comparten otras religiones.
También ha tomado otras de diversos sistemas de creencia. Así,
por ejemplo, las parábolas de Cristo fueron importadas dentro de la
Mishna y atribuidas a Hillel el Mayor, según Niebhur. Sin embargo,
esta fe se basa en una metafísica molesta y ese nivel metafísico
persiste hasta en el estado actual, muy atenuado, de la religiosidad judía.
Según sus enseñanzas, dios Uno y Único creó este
mundo uno y único y permaneció radicalmente separado del mismo.
Esto lo subraya el término cabalístico ZimZum, la divinidad
contractante; conlleva la idea de que la retirada de Dios fuera del metamundo
deja cierto metaespacio al mundo material. El mundo sin Dios es, pues, necesariamente
el complemento de un Dios relegado al más allá. Así,
el mundo inmanente es cruel y despiadado, es el lugar de las guerras eternas,
mientras que Dios transciende y es inalcanzable. "No hay profetas", "Dios
no puede intervenir en nuestras decisiones", "se nos ha dado la ley de una
vez por todas y Dios no la puede cambiar": estas son máximas que generan
efectivamente un mundo sin Dios. Claro, Dios existe, pero no se manifiesta.
Según la fe cristiana, Cristo y su Madre han tendido
un puente entre el mundo y Dios por la encarnación de Cristo, trayendo
al mundo la compasión y la misericordia. Desde entonces, este mundo
está lleno de la luz de Cristo, que es una luz divina. La gente se
ha hermanado en Cristo, su espíritu los une y una ofensa contra un
hermano humano también es una ofensa contra Cristo (estoy describiendo
la metafísica ideal, paradigmática, de la fe cristiana, que
es tan diferente de la realidad vivida como el esquema del motor que, según
el manual que acabáis de comprar, difiere del verdadero motor de vuestro
coche que ya tiene, querido infeliz, ¡sus cinco años cumplidos!).
En el mundo sin Dios de la metafísica judía,
había una isla de luz, el pueblo de Israel, coronado por la Torah.
El "Israel" de los judíos corresponde al "Cristo" de los cristianos.
Las relaciones entre miembros del pueblo de Israel son fraternas, pues constituyen
una misma familia (la de los descendientes de Jacob), y reconocen esta chispa
de luz en el prójimo (judío). Esto se asemeja aparentemente
a la fraternidad en Cristo, pero metafísicamente es muy distinto,
pues mientras en la metafísica cristiana a todos los hijos de Adán
y Eva les corresponde la posibilidad de recibir la luz de Cristo, en la metafísica
judía los demás pueblos, que no son Israel, están totalmente
privados de Dios, hasta el punto de no ser más que bestias pensantes.
Según ciertas enseñanzas esotéricas judías, se
les niega a los no judíos hasta el hecho de que descienden de Adán
y Eva. Es imposible transformar un miembro del no-Israel en miembro del pueblo
de Israel, pues la conversión judía no podría ser sino
la corrección de un error: a veces sucede que un israelita nazca en
una familia no-israelita por equivocación, y su conversión
al judaísmo no es más que el reconocimiento público
de este error.
De hecho, he aquí un buen ejemplo de esto en la vida
real: dos jóvenes, Jennifer y Andrés, se hicieron judíos.
Jennifer se convirtió y, después, se vino a vivir a Gaza para
defender la causa palestina. En cuanto a Andrew, siguió defendiendo
a los judíos después de su conversión y defendiendo
el terror judío en Palestina en cuanto foro de internet caía
bajo el alcance de su ratón. Debo confesar que estoy de acuerdo con
los rabinos: Jennifer no pudo convertirse verdaderamente, porque nació
con un alma cristiana, mientras que Andrew nació judío y la
conversión sólo le autorizó a seguir siéndolo.
La diferencia entre "los nuestros" y "los suyos", entre
"de dentro" y "de fuera" es mucho más tajante en el judaísmo
que en las otras grandes religiones (salvo entre los zoroastras, otra religión
fósil, según la terminología de Toynbee, y que sigue
siendo -por suerte- un fósil dormido), pues los no judíos son
absolutamente profanos, mientras que los judíos sí son santos.
Un no-judío que describe un mundo sin Dios no está totalmente
equivocado, desde el punto de vista judío, ya que un no judío,
por definición, no tiene ninguna relación con Dios. Semejante
no-judío es preferible a un cristino, pues el cristiano afirma que
es el igual de los judíos, lo cual, para los judíos, es sencillamente
un sacrilegio. Por eso es que los judíos eminentes de los medios de
masas y de las universidades apoyan abiertamente la doctrina de la indiferencia
religiosa o el marxismo ateo. "Todas las religiones valen lo mismo", "la
religión no tiene ninguna importancia", "la religión es asunto
estrictamente personal, individual" o también "nadie jamás
ha visto a Dios", son giros equivalentes a: "todos los carburantes sirven
para lo mismo", "no tiene mucha importancia qué carburante le echas
a tu coche" o "nadie ha asistido jamás a la fase de compresión
de un motor de explosión".
Alexander Dugin12, filósofo ruso tradicionalista
contemporáneo, alumno de René Guénon, encuentra la raíz
del defecto original de la metafísicajudía en su "creacionismo
extremo", esa idea de un Dios uno y único (el monoteísmo),
creador ex nihilo (de la nada) de un mundo uno y único totalmente
aislado (monocosmismo). Se podría rebatir la opinión de Dugin
con la afirmación de que la creación también forma parte
del dogma cristiano. Sin embargo, en la metafísica cristiana, el equivalente
de la creación es la Encarnación, fruto de una unión
sacra entre la divinidad y una mujer mortal, mientras que rechaza la prehistoria
descrita en el Antiguo Testamento, o la reinterpreta a través del
concepto de Prefiguración.
El Antiguo Testamento no podía ser aceptado ni rechazado
in toto por los primeros cristianos, pues el magnífico
códice de la Palestina antigua indígena, hecho de poesía,
liturgia, metafísica, religión y tradición, había
sido enmendado abundantemente por los inmigrantes soferim (precursores de
los fariseos). La memoria de esta reformulación se mantuvo en el mundo
semítico, y el profeta Mahoma (que la paz esté con él)
se ha referido a ello. La tradición de la Palestina antigua era mucho
más holística, y sus dioses, El y su esposa Ashera, estaban
integrados en el entorno, como el cielo generoso en el llover y la tierra
dadora de frutos de Palestina. Si se les considera juntos, son equivalente
del "Dios" del Antiguo Testamento, y los Evangelios han conservado para nosotros
las últimas palabras de Jesús sobre la cruz. Pues Jesús
se dirigió al El, no a Yahve : "Eli, eli, lama sabatkani", en arameo.
La tradición antigua palestina y especialmente sus
dioses más recientes, Baal el que no tenía hogar fijo ("las
aves tienen nido, pero el Hijo de Dios no tiene hogar"), aquel que desafió
a la muerte, fue muerto y resucitó, así como la Virgen Anath,
eran perfectas prefiguraciones de los Evangelios, y mucho mejores que las
que podían ofrecer los fariseos (un materialista diría que
la tradición palestina influyó en los compiladores de los Evangelios
y fundadores del cristianismo.)
Los primeros cristianos tenían conciencia de las
cualidades problemáticas del Antiguo Testamento, pero no tenían
los instrumentos necesarios para desarmar las compilaciones de los Soferim
o fariseos, para restaurar los textos palestinos; de modo que los fariseos
(pues así fue, su enseñanza se impuso entre los judíos)
se apoderaron de la herencia palestina tan indiscutiblemente como el rey
Macbeth se abalanzó sobre Escocia.
(Los judíos no han dejado de enmendar la Biblia hasta
nuestros días : C. E. Carlson13 y Steven Sizer14
han observado que la Biblia Scofield de referencia, publicada por la Oxford
University Press, invita a la adoración de Israel de manera cada vez
más explícita en cada reedición: "Gracias a una publicidad
y a campañas promocionales que no conocen ningún límite,
esta edición se ha convertido en la "biblia" más vendida en
Estados Unidos, y esto desde hace más de noventa años. Scofiels,
con aguda inteligencia, eligió no cambiar nada en el cuerpo del texto
a la biblia del Rey Jaime. De manera más perniciosa, añadió
centenares de notas a pie de página, fáciles de leer, en casi
la mitad de las páginas, y las anotaciones mezclan con total desenfado
las citas del Antiguo y el Nuevo Testamento, como si una misma gente las
hubiera escrito en una misma época". La primera edición la
puntualizó y financió Samuel Untermeyer, un abogado de New
York, cuyo bufete existe aún hoy, uno de los sionistas más
ricos y más influyentes de Estados Unidos. Esta edición sionista
del Antiguo Testamento explica en gran medida el extraño fenómeno
del sionismo cristiano).
Los primeros cristianos decidieron dejar el Antiguo Testamento
en el estante, pues la iglesia prohibía leer a los legos, pero no
muy arriba, por si acaso. Dejaron el asunto en manos de San Pablo (y luego
de San Agustín), y se fiaron de él cuando decía que
hay manera de reinterpretar el Antiguo Testamento según el espíritu
cristiano. Es cierto, también se puede releer el Mein Kampf
como un manual sionista, y además ya se ha hecho, lo han hecho algunos
antisemitas sionistas nazis, desde Adolf Eichmann hasta Donald Pauly, pero
seré el primero en reconocer que esta interpretación es algo
forzada. Más valdría restaurar la lectura palestina del Antiguo
Testamento, pero esto no se podría hacer con facilidad, por la lucha
ideológica que tiene lugar por salvar el alma de los judíos,
en contra del establishment de los fariseos (y de sus herederos, los
Tannaim).
Nuestro gran historiador ruso León Gumilev15
afirma que el Antiguo Testamento ha seguido siendo un integrante latente
de la tradición cristiana por razones históricas: a lo largo
de la guerra ideológica entre ortodoxia y gnosticismo, que se desarrolló
desde el siglo primero al cuarto, los Padres de la Iglesia fueron utilizando
el Antiguo Testamento como un arma muy cómoda contra ciertas concepciones
esotéricas de los gnósticos. Estos gnósticos un poco
exagerados consideraban el mundo material como diabólico y eran capaces
de conceptuar el mundo como un lugar hostil a los hombres, tal como lo era
el mundo del paradigma judío vencido. Efectivamente, las últimas
llamaradas del gnosticismo (herejías albigense, maniquea y cátara)
demostraron brillantemente que representaban un peligro para la sociedad.
La enseñanza del carácter maléfico del mundo, si viniese
a ser un éxito excesivamente rotundo, acarrearía, ni más
ni menos, la desaparición de la vida humana en este planeta.
Ahora bien, la espada de doble filo del Antiguo Testamento
se negaba a quedar dormida y envainada. Una importación masiva de
ideas del Antiguo Testamento por los protestantes vino a devolverle la vida
al paradigma judío sepultado bajo el polvo, conllevando el exterminio
de los indígenas de América, los "cananeos de la nueva tierra
prometida al nuevo pueblo elegido" y, por fin, el ascenso de los judíos
hasta su actual preeminencia en el discurso estadounidense (y, a través
de este, occidental).
Es oportuno, llegados a este punto, explicar que para este
autor, "judío" designa una abstracción ideológica y
metafísica, es la abreviación de "adepto del paradigma judío".
Nadie es obligadamente judío, ni tampoco cátaro o materialista
dialéctico. Este término no tiene significación racial,
a pesar del profundo racismo inherente a los portadores del paradigma judío.
Una derivación racista nacionalista de "judío" es "sionista",
pues los sionistas centran su atención sobre el pueblo judío
real, histórico, y creen en su elección exclusiva. La derivación
universalista de "judío" es "mamonita", pues los mamonitas adoptan
los aspectos exteriores del paradigma judío para volverlos universales.
Un "judío absoluto" es un sionista (para sí mismo y para los
demás judíos) y un mamonita lo es a los ojos de los no judíos.
Un no judío puede ser un sionista (falsamente altruista) o un mamonita
(egoísta) pero al abrazar ambos conceptos a la vez, se convertirá
en un neojudío, como Conrad Black, dueño de un montón
de medios británicos. El cristiano perfecto es la antítesis
de un "judío absoluto", pues rechaza tanto el "derecho divino" de
los judíos a matar a no judíos (en Palestina y otras partes),
como el egoísmo mamonita hacia el prójimo. Un "cristiano perfecto"
es naturalmente antisionista, ya que los judíos históricos
son sus queridos hermanos potenciales en Cristo, a los cuales convendría
ilustrar, en vez de aislarlos y mantenerlos apartados en cerrados guetos
(por eso los antisemitas racistas no pueden ser "cristianos perfectos").
Un "cristiano perfecto" es antimamonita, pues trata a todo el mundo como
al prójimo (por esto los neoliberales nunca podrían ser "cristianos
perfectos").
En los Estados Unidos, donde los judíos predominan
en el ámbito del discurso, las ideas "perfectamente cristianas" se
ven impedidas y no entran en el discurso, mientras que las ideas "parcialmente
judías" sí se deslizan por el cedazo de los editores y profesores
judíos. Así es cómo las ideas de Von Hayek, Popper y
Soros, conformes con la apariencia exterior del paradigma judío, se
encuentran amplificadas y centrales. Las contrapartidas estadounidense son
el objetivismo, filosofía desarrollada por Ayn Rand, un escritor gurú,
autor de bestsellers (tales como sus gruesas novelas Atlas Shrugged
[Atlas se encoge de hombros] y The Fountainhead) y su retoño
religioso, el satanismo californiano, tal como lo ubica en la Biblia Satánica
Anton la Vey, Levy de nacimiento, un sionista convertido al satanismo16.
Los sitios web de estas gentes no escatiman alabanzas a Israel y al sionismo
y, por supuesto, a Satanás. Entre los adeptos, se encuentra Ronald
Reagan, pues esta forma de satanismo es la religión del neoliberalismo:
embolsillaos lo que podáis, no os ocupéis de los "demás":
elegidos son los que poseen, mientras que los desposeídos son pecadores
condenados. Esto explica el miedo de los yanquis a convertirse en "perdedores",
pues un perdedor es un pecador en el mundo de la predestinación.
Así pues, se ve que la criba judía impuesta
a los medios de masas termina produciendo temas abiertamente satánicos.
La siguiente anécdota ilustra este punto: el director artístico
de Madonna, teniendo en mente contratar a Jane Manson, llama al director
artístico de Manson para hacer su pequeña investigación
y preguntarle si la roquera tiene una swástika entre sus innumerables
tatuajes. "Por supuesto que no", contesta el manager de Manson, pues... "en
la orquesta hay un tipo que es judío". "Por supuesto, claro, contesta
el manager de Madonna, y añade: compréndanos, no tenemos ningún
problema con el satanismo, pero no podríamos aceptar ninguna forma
de nazismo!"17.
"!Lo que faltaba, ahora nos viene a insinuar que los judíos
son de naturaleza demoníaca! fulmina mi lector judío. Pues
sí, en el sentido del "demonio" de Maxwell18. El físico
escocés James Clerk Maxwell había elaborado un modelo termodinámico:
una caja, con una puerta pequeña accionada por un demonio. El demonio
deja entrar moléculas rápidas y deja salir las moléculas
lentas. Así, la caja se puede llevar hasta una temperatura extrema,
aún en una atmósfera extremadamente fría. De la misma
manera, los judíos dejan entrar los temas "buenos para los judíos"
en el discurso y hacen lo posible para bloquear los temas "malos para los
judíos". "Pero, ¡es que todas las comunidades hacen lo mismo!",
objeta mi lector. No exactamente. Un escritor puede describir a un inglés
malo o a un gringo malo, a un árabe malo (¡adelante!) o a un
musulmán malo, y no recibirá una sola carta de protesta. Un
escritor puede escenificar a un cura homosexual, no recibirá jamás
una sola carta que afirme: "pero ¡no todos los curas son homosexuales,
que yo sepa!" o que le pida que "reequilibre el prejuicio" mostrando un sacerdote
santo en su próxima novela.
Por el contrario, cualquier descripción negativa
de un personaje judío va a chocar con un demonio de Maxwell. Dickens
dibujó a Fagin, un jefe de pandilla repulsivo, en su novela Oliver
Twist, y tuvo que enfrentarse a los nutridos disparos de cartas y preguntas
delestilo de "pero si todos los judíos no son unos Fagin!". Dickens
no lo afirmó nunca, pero tuvo que presentar disculpas a los judíos
al principio de cada una de las conferencias que fue a dar a los Estados
Unidos. Esto le sirvió de lección y nunca más volvió
a mostrar judíos que no parecieran angelicales.
Desde esa época, por cierto, muy pocos han sido los
autores que se atreven a introducir un personaje negativo judío en
sus obras. John Le Carré logró la hazaña de escribir
una novela, Single and Single, que trata del desmantelamiento de la
Unión Soviética y del saqueo masivo de propiedades públicas
que siguió, sin que figurase en ella un solo judío. ¡Vaya
proeza! Quien desee emularlo tendrá que escribir un libro sobre la
Mafia sin mencionar a ningún italiano.
Alexander Solyenitzin se encontró confrontado con
el mismo problema19, pues en sus escritos hay personajes judíos
complejos. Son oficiales de la KGB, informantes, jefes de cárceles.
Ninguno de ellos da pie a la diabolización, pero a ninguno tampoco
lo beatifica. A Solyenitzin se le atacó inmediatamente y se le propuso
una tabla de salvación: introducir a un personaje principal que fuese
"un judío noble y audaz". Prefirió ignorar este "consejo".
Así es cómo se fue creando el mundo en el
que vivimos. Como la caja administrada por el demonio de Maxwell, este mundo
se encuentra "sobrecalentado" porque cualquier crítica a los judíos
se encuentra eliminada de antemano. Hay chicos malos de obediencias múltiples
en las obras de ficción y en los medios, pero prácticamente
nunca el menor judío. "Los judíos son como los demás",
suelen repetir mis buenos amigos judíos. Pero en el espejo que tiende
el discurso, los judíos son, generalmente, o santos o mártires.
Para poder normalizar el discurso, salvar a Palestina y el conjunto del Oriente
Próximo, y también salvaguardar los restos de cristianismo
en Occidente, hay que eliminar al demonio de Maxwell.
Los judíos de los medios de comunicación no
tienen el poder de autorizar la menor crítica a los judíos,
diríjase esta contra los magnates de los medios o contra Israel, o
contra los demonios que son los neoconservadores. El cedazo que han tejido
está en camino de cobrarles a Cristo y a los cristianos los crímenes
de los sionistas. La ciudad de Bagdad saqueada aún está aturdida
por los golpes recibidos, y ya el sionista de izquierda Saúl Landau
ha publicado un artículo subtitulado20: "Salid de compras,
entrad a la iglesia, apoyad la guerra de Bush!" De este modo, el régimen
más anticristiano de Bush y Wolfowitz se nos presenta de manera falaz
como el cristianismo encarnado.
Jeffrey Blankfort (una voz antisionista, fuerte y rigurosa,
prueba viva de que un descendiente de judíos no está condenado
a sumarse al paradigma judío) señaló que "Landau no
dice una palabra del papel de los neoconservadores judíos y de Israel
en la incitación para que los Estados Unidos ataquen Irak, haciendo
recaer toda la culpa sobre los cristianos regenerados".21
Esto nos trae de nuevo al quinto elemento de Luc Besson,
pues en la película, como en la vida real, ZOG-Zog no es una fuerza
independiente. Es un esclavo de Mamón, secuaz de Satanás, y
ayuda a la fuerza oscura a cumplir su tarea metafísica, es decir,
ocultar la luz de Cristo y hacer de nuestro mundo un desierto sin dios. Por
eso envía las excavadoras a arrasar las flores en Palestina, a las
tropas a devastar a Bagdad y Damas, amenazando París y Moscú,
a pervertir a la cristiandad.
Existe acaso una posibilidad, por ínfima que sea,
de salvar al mundo de las maniobras de La Sombra? Da la impresión
de que el poder del rey Zog está tan firme en Washington como lo era
en la Albania de la preguerra, tan firme como el reno del rey Macbeth en
su Escocia, pues ningún hombre común tiene estatura para vencerlo.
Pero el pasado domingo de Ramos di una vuelta mientras bajaba la pendiente
del Monte de los Olivos desde Bethpage, ahí donde nuestro Señor,
que no era un cualquiera, se subió al burro, hasta la puerta del León
en Jerusalén, en medio de una enorme procesión donde todas
las obediencias estaban confundidas, pues, milagrosamente, las grandes iglesias
de Oriente y Occidente habían decidido este año celebrar juntas
las fiestas de la Resurrección en Palestina.
Esto fue un mensaje de extrema importancia, pues la iglesia
ortodoxa resalta el Cristo dios, mientras que la iglesia latina insiste en
el Cristo hombre, a la vez que los musulmanes, nuestros hermanos, honran
al Espíritu Santo de Dios y a todos nos une el amor a la bella tierra
de Palestina y su Señora. Así fuimos caminando, ciudadanos
de Jerusalén y Nazaret, Belén y Jaffa, aldeanos de Taybéh
y Abboud, monjas, monjes y sacerdotes, alzando palmas y cantando Hosanna,
y aquello parecía la Selva de Birnham avanzando hacia Dunsinane...
Traducción : Maria Poumier

1 Michael Lind, en New Statesman, 7 de abril 2003.
2 http://www.yellotimes.orgt.php?sid55
3 21 de febrero 2003, Executive Intelligence Review.
4 Jerusalem Post, "No place in new Irak for Palestinians’, por Douglas David,
10 de abril 2003.
5 Arcilla, paloma mensajera, son los términos que utilizaban los sionistas
para describir a los judíos árabes en los años 1950.
La misma palabra se utiliza en la liturgia hebrea para describir la creación
del hombre.
6 "‘Occupied Territory’, Congress, the Isfrel Lobby and Jewish Responsibility",
por Jeffrey Blankfort, City Lights Review, "War after War", 1992, City Lights
books.
7 http://laeusinpaesens.org/docs00s/assmeta.php
8 http://www.yellotimes.org/print.php?sid=1155
9 Ley judía para la alimentación.
10 The Nation, 21 de abril 2003, http://www.thenation.com/doc.mhtml?i=20030421£s=alterman;
cita de Bar Zohar, en su biografía de Ben Gurión.
11 Cita de Bar Zohar, en su biografía de Ben Gurión.
12 Ver sus obras en http://www.arctogaia;com
13 "Why Most Christian Evangelicals Favor War", por E. E. Carlson, http://www.whtt.org.articles/02080.htm
14 http://virginiawater.org.uk/christchurch
15 Ver Lev Gumilev, "Rusia y la gran estepa".
16 Por ejemplo : http://www.slip.net/~wolf/vad/satan/cos/ayn_rand.txt
17 Leah Garchik "Oh, the romance of it", San Francisco Chronicle, 7 de noviembre
2002.
18 Se trata de un hipotético ente inteligente (o una maquinaria equivalente
desde el punto de vista de la funcionalidad) capaz de detectar los movimientos
de moléculas individuales, y de actuar sobre ellas. Lo imaginó
James Clerk Maxwell en 1871, para ilustrar la posibilidad de violar la segunda
ley de la termodinámica. Lo que plantea en esencia esta ley es que
el calor no sale naturalmente de un cuerpo fresco hacia otro más caliente;
se necesita gastar trabajo para que esto suceda. Maxwell contemplaba dos
recipientes llenos de gas a la misma temperatura y comunicando por un agujero
pequeño. Se podía abrir o cerrar el agujero mediante un "ente"
capaz de dar paso a moléculas individuales de gas. Al pasar solamente
las moléculas de movimiento rápido de la vajilla A a la vajilla
B, y sólo las lentas de B hacia A, el "demonio" lograría una
transferencia de energía molecular cinética, desde A hacia
B. El exceso de energía en B se podría utilizar para actualizar
cierto trabajo (por ejemplo generando vapor) y el sistema podría convertirse
en una máquina animada por el movimiento perpetuo. Al permitir dar
paso a todas las moléculas solamente desde A hacia B, se crearía
una diferencia de presión utilizable entre los dos recipientes. En
los años 1950 el físico francés Léon Brillouin
exorcizó al demonio demostrando que el descenso de entropía
resultando de las acciones del demonio resultaría superado por el
aumento de la entropía durante el proceso de elección de las
moléculas rápidas y lentas (EB).
19 Según su texto "Los judíos en Rusia y en la Unión
Soviética" de 1967, publicado en 2001.
20 "The last Days of Born-Again History", sitio web de CounterPunch.
21 Blankfort dice además lo siguiente : "Israel siempre ha sido el
punto flaco de Landau como lo es para la mayoría de los judíos
de izquierda, felizmente no para todos. Veinte años atrás,
él escribió que las dos ancianas palestinas que se veían
en un documental llorando por sus casas destruidas y el asesinato de sus
parientes queridos en Gaza no parecían auténticas. Me pregunto
lo que diría si alguien escribiese lo mismo refiriéndose a
sobrevivientes del holocausto judío en la segunda guerra mundial".