Shamir el loco y Thion
el fanático
por Israel Adam
Shamir, 20 de septiembre 2010
Mi buen amigo el disidente francés Serge Thion
escribió una respuesta enfurecida al ensayo mío “El giro
positivo” (original inglés:
The right move,
y en francés
http://www.israelshamir.net/French/RightMoveFr.htm ) con el
título “Shamir está loco”. Ahora contesto yo:
Sólo ahora, por lo
visto, al cabo de diez años de intercambios, Serge se percata de
que cuando hablo de la solución con Un solo Estado, es esto
mismo lo que quiero decir: un Estado único, en vez de la infame
solución de a dos Estados. Se le puede perdonar a Serge por no
haber entendido lo que esto supone, porque esta solución, la
única solución razonable a la pesadilla del sionismo, ha estado
sepultada bajo un muro de turbulencias. Un solo Estado, para la
gente bien intencionada y ajustada a la realidad, significa
obviamente un Estado diferente, capaz de representar la
diversidad de la población, que incluye a musulmanes (de toda
procedencia), cristianos (los pocos que quedan) y (¡sorpresa!)
la clase gobernante de los judíos, quienes son (¡otra sorpresa
más!) bastante diferentes entre sí. Serge representaba a la
mayoría cuando le parecía chocante, al principio, la idea de “un
solo Estado”, porque los medios masivos lo habían preparado para
entender este giro como un eufemismo para la limpieza étnica de
los judíos. Pues bien, ahora que ya ha superado el lavado de
cerebro que padecen tantos ciudadanos medios, por fin podemos
sostener un diálogo entre adultos.
Escribí yo: “Un solo
Estado no es una visión apocalíptica del fin de los tiempos. Es
algo perfectamente factible y una evolución mutuamente
provechosa.” Exclama entonces Serge: “es decir provechosa para
los sionistas también”. ¡Exacto, Serge! Es provechosa para los
sionistas también. No estamos enfrascados en un juego en que el
ganador se queda con todo, el perdedor recoge sus fichas y se
vuelve a casa. Este jueguito nunca ha funcionado aquí en Tierra
santa. Hay que tener en cuenta a cada uno, y nadie es demasiado
insignificante o mal considerado para que se le deje a la
intemperie. Una Palestina modelo debería convertirse en parangón
para el mundo. El ejemplo radiante de la solución surafricana es
el que nos guía. Lo mismo que la transformación del Africa del
sur racialista, llegando a convertirse en un Estado normal, fue
benéfico tanto para los nacionalistas blancos despreciados como
para los indígenas adorados por la izquierda, los judíos
nacionalistas (“sionistas”) debería recibir garantías (merecidas
o no) en el proceso de normalización del Israel racialista,
convirtiéndose éste en Estado normalizado israelopalestino.
Sergio recuerda a sus
lectores que “los sionistas se negaron a la creación de un
Estado palestino, y ahora Shamir quiere que respalden un Estado
no confesional. ¿Estamos soñando?” Los sueños pueden convertirse
en realidad, querido Sergio. Los sueños de ayer son la realidad
de mañana. Los sectarios dogmáticos, para quienes el mundo está
hecho de un cristal rígido, son los únicos que no cambian.
Sergio declara
horrorizado que los sionistas de derecha como Moshe Arens
“quieren ... anexar los territorios, sencillamente, dándoles la
ciudadanía a los palestinos que viven allí hoy en día (¡no a los
que se marcharon, por supuesto!)”. Déjalos que lo hagan, Sergio,
es un primer paso positivo. La plena ciudadanía para los
palestinos que viven en Palestina es lo mejor de lo que
deberíamos desear; de hecho es lo mejor que cualquiera debería
desear.
Serge da en el clavo en
el plano emocional, pero es flojo en aritmética. Afirma que
“esto no cambiará mucho la situación, pues ya son muchos los
palestinos ciudadanos de Israel.” Hoy se considera que los
palestinos no son más del 10% de los votantes para el parlamento
israelí. Si todos los palestinos tuvieran el derecho al voto,
sumarían al menos el 45% de los votantes israelíes. ¡Imagínate!
Ninguna ley podría pasar sin su aprobación, ningún gobierno
podría formarse sin incluir a los palestinos. Hasta el retorno
de los refugiados de 1948 podría volverse posible bajo esas
circunstancias (esos “sueños”, como debería decir Serge).
Serge combate mis propios sueños (y mis
opciones, en tanto votante israelí) cuando proclama: “Shamir
trató de vendernos al político mafioso Arcdi Gaydamak, diciendo
que iba a ganar las elecciones [municipales] y limpiar el
escenario de corruptos. Pero Gaydamak, con la cana
persiguiéndolo hasta en Israel, se las arregló, pagando un
precio elevado, para volver a Rusia, donde recapacitó.”
Sigo lamentando la
estruendosa derrota de Gaydamak en las elecciones municipales de
Jerusalén. En su lugar, Jerusalén prefirió elegir al terrible
Barkat, que ha venido derribando viviendas árabes a diario desde
que fue elegido. Si llega un día en que todos los judíos se vean
expulsados de Israel/Palestina, será más por culpa de los
Barkats que de los sionistas religiosos. La política de extrema
derecha de Barkat es una vergüenza para Jerusalén, pero fue la
opción preferida incluso por los más izquierdistas de los
sionistas (como Uri Avnery) porque estaba en contra de los
judíos religiosos. Gayadamak podría haber sido el primer alcalde
bueno de Jerusalén. La ciudad santa nunca ha tenido un buen
intendente; hay quien dice que Nashashibi servía, y otros dicen
que ni siquiera él. Gayadamak se preocupaba realmente por los
palestinos que viven en Jerusalén, tanto como por los judíos
ortodoxos. Entregó armas al gobierno comunista del MPLA en
Luanda, y esto lo considero yo como una valiosa hazaña. ¡Cómo no
iba a estar detrás de él la policía! No nos olvidemos que
también persiguieron a Serge Thion: Gaydamak se salvó, y Serge
también. Me alegro que los dos sigan libres, y procuremos que no
les caigan encima ahora. Serge habla de “volver al terreno”,
como buen revolucionario, pero demuestra lo alejado que está de
la realidad del terreno en Israel. Él sigue pensando que los
beduinos del Sinai están bajo la administración militar israelí.
Pero el Sinai con sus Beduinos fue devuelto a Egipto en los años
1970. Piensa que los ciudadanos israelíes de origen árabe
estuvieron bajo administración militar durante “decenios”. En
realidad, esto se terminó alrededor de 1966. Sergio dice que en
la medida en que los árabes israelíes reciben un estatuto de
secunda clase en Israel, deberían bien marcharse o expulsar a
los amos. Esta es la forma de hablar de los revolucionarios.
Pero hay otro camino, el camino evolucionista. El argumento
“partición o nada” es la base de la que arrancan los sionistas
de izquierda que defienden la solución de los dos estados, la
gente como Uri Avnery. Ya he argumentado contra esto en otro
texto (“El
lobo, el cordero y la serpiente Ouroboros”, en inglés, o
http://www.israelshamir.net/French/loup.htm para la versión
francesa).
A Sergio le molesta
que, con la solución de un solo Estado, los judíos puedan
sobrevivir y prosperar en Palestina. Él prefiere ofrecerles a
los judíos la conocida alternativa: “la maleta o el ataúd”. Aquí
debemos separarnos. Yo sí quiero “salvar a los judíos, mantener
su presencia en Palestina después del fracaso del Estado judío”.
Sergio nos destapa que “ los judíos siempre serán capaces de
seguir adelante, incluso en un Estado árabe, y tal vez en un
Estado musulmán islámico. Ellos saben hacerlo.” ¡Pues sí,
Sergio, es cierto! Y esto es lo que quiero. Los judíos se las
arreglan perfectamente en el Irán musulmán e islámico, y les irá
bien en una Palestina unificada. Esto te cae mal y a mí me
conviene perfectamente, porque yo estoy a favor de Palestina,
mientras que tú estás en contra de los judíos.
Deberíamos percatarnos
de la dimensión cristiana, de la dimensión caritativa, en la
solución con un solo Estado. Los sionistas pelearon duro –nadie
fue más cerrado y dispuesto a poner el mundo a temblar con su
determinación- y sin embargo han perdido. Esto es lo que les
espera a todos los que pretenden abarcar el mundo en su
proyecto. Los judíos han cooperado con el juggernaut sionista
por muchas y variadas razones. ¿Cómo los vamos a castigar?
¿Expulsándolos, negándoles el menor motivo para cooperar con
nosotros? ¿O vamos a reconocer su valía, tal vez a reconocer
como mínimo su tozudez y su talento para recolectar fondos? La
caridad para los que la merecen no es ninguna caridad, sino
justicia. La justicia es lo que se le ha negado al pueblo
palestino, pero de hecho la justicia está llegando. ¿Cómo
tratará el victorioso pueblo palestino a los vencidos? Yo
desearía que los tratasen con caridad.
Sergio aclaró su
preferencia en su prólogo a una traducción italiana de uno de
mis libros, al decir:
“Los palestinos, en el
fondo, no tienen más que un reclamo: que los judíos se vuelvan a
los países de donde vinieron. Nadie entre los palestinos quiere
dañarlos, pero nadie aceptará jamás su presencia... Israel es
una causa perdida, los post-sionistas quieren salvar a los
judíos hasta donde sea posible... Renunciar a la vieja ilusión
de dos “Estados” que los israelíes siempre han estado
saboteando, luchar por un Estado único, democrático”, al estilo
“un hombre, un voto”, la consigna de los militantes contra el
apartheid en Africa del sur. Creo que es una manera de mantener
la élite (político financiera) en el poder ... Esta perspectiva
no me parece realista. El peso de los crímenes cometidos por los
sionistas es un himalaya al lado de las lomas nazis. El río de
sangre que los sionistas han echado a correr desde 1936 es
demasiado ancho para que puedan ahora franquearlo diciendo:
“olvidémonos de todo y volvámonos socios”. El rechazo es
visceral, violento, en todo el Medio Oriente; Los judíos tendrán
que marcharse, y la aventura sangrienta del sionismo debería
“borrarse de las páginas del tiempo”, como decía poéticamente el
iman Jomeyni, y lo retoma el fiel presidente Ahmadinejad.”
En mi opinión, este
enfoque es tan erróneo como criminal. Suena a los ya lejanos
alegrones de la partición de la India. “Que se vayan” es una
consigna de la extrema derecha en Europa y en USA; quieren
devolver los negros al África, los turco-europeos a Turquía, los
chicanos a México, aun si los señalados por estos estereotipos
raciales jamás han visitado el lugar de origen que se les
asigna. De la misma forma, los extremistas israelíes quieren
mandar a los israelíes árabes a Arabia. No termina nunca eso de
“devolverlos”. No digo que sea imposible, porque es posible y se
ha hecho en el pasado. Los españoles arrojaron a los moros a
África del norte después de convivir con ellos 700 años. Los
rusos echaron a los alemanes de Prusia oriental 900 años después
de que se hubieran acomodado allí. Los argelinos trataron de
librarse de los franceses 150 años después que llegó la cultura
francesa. Los resultados son tan parecidos que se pueden
predecir para el caso palestino: sangre vertida, saqueo, pueblo
dividido por el odio. Además de la brutalidad requerida para
obligar a las poblaciones a mudarse contra su voluntad, el
Estado se encuentra debilitado en general por el desorden
constante. La Argelia de hoy está menos desarrollada y
posiblemente sea menos democrática de lo que fue antes de la
huída masiva de los colonos europeos. Es mejor vivir y dejar
vivir; hacer a la gente igual no requiere que se desarraigue a
nadie.
En tanto que ciudadano
de Israel, sé que esta actitud madura, que incluye concesiones,
tiene un auténtico arraigo allí. La mayoría de los palestinos en
Palestina no comparte el deseo de Serge de “devolver a los
judíos a sus países”. Los amargados, los desilusionados sí lo
desean, profundamente. La mayor parte de los judíos quisiera que
los palestinos se volvieran a una patria pan-árabe imaginaria.
Es un deseo natural, un deseo infantil. Yo quisiera que mi
problema desparezca, y que ya yo no tenga que ocuparme de eso.
Es tan natural como el deseo de volver a la juventud. No tenemos
por qué combatir nuestros sentimientos, basta con entender
aquello no sucederá, y punto.
Son ríos de sangre los
que dividieron en un tiempo a los bretones de la parte
occidental de Francia del resto del país; ahora viven en paz
juntos en un solo Estado. Abogamos por un solo Estado, es decir
un Estado donde la gente viva junta en un plano de igualdad, sin
expulsar a nadie, ni judíos, si sionistas, ¡a nadie! Cuando los
judíos dan marcha atrás a sus complejos de superioridad y sus
complejos de persecución, saben volverse ciudadanos normales,
útiles. Sería mejor para todos, incluyéndolos a ellos, si
pudieran librarse de sus apegos clánicos, pero esto puede
esperar, pues como lo dice el Cantar de los Cantares: “No
despertéis a mi amada antes que se despierte por sí misma”.
Vamos a pelear por la igualdad como gente grande. No hay que
complacerse en la fantasía infantil de Serge: el sueño (o mejor
dicho, la pesadilla) de librarnos de millones de seres humanos.
Serge pega el grito en
el cielo: “Shamir, estás equivocado, no creas que somos
tontos”. Serge, te estoy hablando a ti, y a ti solo cuando
impugno a un hombre que se ha dejado descarrilar por sus
sentimientos anti judíos personales. Tu odio desaforado es un
regalo que les estás haciendo a los opositores al sionismo más
razonable. En la mesa de negociaciones, la gente con cordura se
apartará con asco de tu inhumana solución final, y se ceñirá a
la de Ahmadinejad, Hamas, e incluso Hezbolá, porque ellos por lo
menos autorizarán una presencia judía después que Palestina se
halle liberada de las cadenas de Sión. Yo escribí que la
integración es algo bueno para los judíos. Serge aclara
entonces: “porque pueden explotar, hacerse los banqueros”. Queda
claro tu juego, Serge: quieres librarte de los judíos, y quieres
que el pueblo palestino tenga sangre en las manos. Si sientes
que debes seguir por ese camino, Serge, haz lo que te pida el
corazón. Pero entonces hazlo en Francia, en tu propia área de
juego. Palestina tiene suficientes dolores de cabeza, y no puede
dedicar sangre a satisfacer tus ansias de limpieza étnica.
No eres ningún tonto,
Serge, y yo no pondría en duda jamás tu habilidad para hacer
triunfar una solución atrevida. Te has colocado tú mismo en una
categoría muy específica, la del extremista y fanático anti-judío,
el tipo de gente que hace que todos los demás parezcan
moderados. Gracias por hacernos este favor apreciable.
.
Traducción: María
Poumier
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