La flor de tres pétalos, o La
Yihád neojudaica
Israel Adán
Shamir, noviembre de 2004
En el mapa multicolor de Hans Buenting (1581),
nuestro mundo parece una flor; sus tres pétalos muestran los
tres continentes: Europa, Asia Occidental, África, unidos por
Tierra Santa. El mapa permite también una lectura diferente: la
flor es la fe de Cristo y Nuestra Señora, y los tres pétalos son
el Islam, el catolicismo y la ortodoxia. Mientras los
occidentales prefirieron ver al Islam como una antitesis del
cristianismo, los cristianos orientales, especialmente San Juan
Damasceno, consideraban al islam como otra iglesia cristiana, a
la par con la iglesia católica occidental. Por cierto, el islam,
con su veneración de Cristo y María no está más lejos de la
ortodoxia que los calvinistas iconoclastas, enemigos de los
prelados y que no reconocen a nuestra Santa María. Las tres
iglesias ofrecen lecturas diferentes de un mismo concepto : la
ortodoxa enfatiza sobre la Resurrección de Cristo, los católicos
se focalizan sobre el Crucificado, y los musulmanes siguen al
Espíritu Santo. El rechazo de los ortodoxos al Filioque
[“y en nombre del Hijo”] establece un vínculo adicional entre
ellos y el islam; además esta proximidad teológica está anclada
en la vecindad geográfica
Esta visión del islam como la tercera gran
iglesia de nuestro oikoumene es básica para nuestra
comprensión de la guerra de Medio Oriente. Por cierto, hay
muchas maneras de interpretar el conflicto: economía política,
demografía, geopolítica y teoría racial ofrecen sus
interpretaciones a veces conflictivas entre sí. El problema es
que ninguna funciona muy bien. El fuerte sentimiento de que el
problema exige una explicación derivada de la religión encontró
su expresión en la doctrina del “Choque de civilizaciones” de
Huntington, que posiciona al “Islam contra el cristianismo” como
una repetición de las cruzadas medievales. Su aplicación vulgar,
pedestre, puede ser encontrada en todos los periódicos
occidentales dominantes desde el New York Times hasta el
imperio de Berlusconi, llevada al extremo por Oriana Fallaci y
Ann Coulter.
Pero el conflicto entre las tres grandes
iglesias ya es cosa del pasado – para bien o para mal, los
nobles caballeros con capas rojas sobre armaduras relucientes no
volverán a cabalgar sobre los montes de Palestina o los campos
del Poitou gritando “¡Lumen Coeli!” a los igualmente
nobles y valerosos sarracenos con su estandartes verdes. Sus
áreas de influencia están bien establecidas, y sólo subsisten
pequeños conflictos fronterizos y la rivalidad en la caza de
almas para mantener despiertos a los valientes. No existe
ninguna “amenaza islámica al catolicismo” o “amenaza católica a
la ortodoxia”, aunque mucha gente suponga lo contrario.
Los cristianos ortodoxos de Grecia y Rusia, de
Palestina y Siria comparten plenamente los puntos de vista de
los musulmanes y son igualmente hostiles a la invasión
estadounidense. Los intentos de inculcar sentimientos
pro-estadounidenses en Moscú y Atenas fracasan invariablemente.
“Sus puntos de vista [ortodoxos] parecen tener más en común con
la opinión pública en El Cairo o en Damasco que con Berlín o
Roma”, admitió The Wall Street Journal. No hay más que
decir sobre el estúpido concepto del conflicto entre la
Cristiandad y el Islam. Desde mi punto de vista, y así se
entenderá a continuación, “ el cristianismo” incluye al Islam y
a las grandes Iglesias Apostólicas de Oriente y Occidente.
La teoría de Huntington, aunque errónea, se basa
en los profundos fundamentos de la teopolítica, una palabra
desconocida en el diccionario de Word de Microsoft, pero
introducida por Carl Schmitt. Es difícil situar a este gran
pensador, porque lo consideran uno de los suyos tanto los nazis
como los neoconservadores, los deconstruccionistas y los
antiglobalistas, pensadores tan diferentes como Leo Strauss y
Giorgio Agamben, Huntington y Derrida. En la visión de Schmitt
“todos los conceptos más preñados de significado de la doctrina
moderna son conceptos teológicos secularizados”.
La doctrina de la “democracia liberal y los
derechos humanos” portada por los marines de EE.UU. hasta a
través del Tigris y el Oxus es una cripto-religión, una forma
extremadamente herética del cristianismo judaizado. Alexander
Panarin, un filósofo político ruso moderno (fallecido) intuyó el
carácter anticristiano de la doctrina estadounidense. “La nueva
visión estadounidense de Bienes decontextualizados y sus
Consumidores desocializados es un mito pagano”; en su visión la
doctrina de EE.UU. representa una recaída al mundo pagano.
A mi juicio, la nueva religión puede ser llamada
más bien neojudaísmo; sus adeptos imitan actitudes judías
clásicas; los judíos actúan a menudo como sacerdotes de una
nueva fe y son considerados sagrados por sus adeptos. Por
cierto, mientras queman mezquitas en Holanda y las iglesias son
arruinadas en Israel, no surge ninguna emoción comparable con
las que se movilizan cuando se descubre un graffiti sobre la
pared de una sinagoga. EE.UU. clasifica a sus aliados según su
actitud hacia los judíos. El Templo del Holocausto (“Museo”) se
encuentra junto a la Casa Blanca. El apoyo al Estado judío es un
sine qua non para los políticos de EE.UU.
Cualquier puede convertirse en uno de los
“elegidos” de la nueva fe – si lo desea; el Pacto más reciente
admite tanto a gentiles como a judíos; venera a Mamón, desdeña
la Naturaleza, el Espíritu, la Belleza, el Amor; siente que
perteneces a una raza aparte, demuéstralo mediante un cierto
éxito en este mundo – y ya formas parte de los elegidos. Por
otra parte, todo judío puede abandonar el neojudaísmo sin ningún
tipo de tara ni virtud biológica.
Por otra parte, hay un fuerte sentimiento de
continuidad entre el paleo-judaísmo y la versión más reciente.
El Estado judío constituye la prolongación del miedo judío
paranoico y su odio hacia el extraño, mientras que las políticas
cabalísticas del exotéricos son otra manifestación del mismo
miedo y odio a escala global. Las ideas del neojudaísmo fueron
formadas por el nacionalista judío Leo Strauss, e impulsadas por
escritores judíos del New York Times. Existe un proyecto
de proveer al neojudaísmo con nuevos ritos mediante la
construcción de un nuevo Templo de Jerusalén en el lugar de la
Mezquita Al Aqsa.
El neojudaísmo es la fe extraoficial del Imperio
de EE.UU., y la guerra en Medio Oriente es ciertamente la Yihád
neojudaica. Lo intuyen millones de gentes: Tom Friedman del
New York Times escribió que los iraquíes llaman “judíos” a
los invasores estadounidenses. El neojudaísmo es el culto al
globalismo, al neoliberalismo, a la destrucción de la familia y
la naturaleza, es antiespiritual y anticristiano.
Es también un culto antisocial de
mercaderización, alienación y desarraigo; de lucha contra la
sociedad cohesiva, la solidaridad, la tradición – en breve, la
lucha contra los valores defendidos por las tres grandes
Iglesias. Como la iglesia ha perdido su posición en Occidente,
los adeptos del neojudaismo consideran que el cristianismo
occidental está casi muerto y lo combaten por medios incruentos
a través de su ADL, ACLU y otros organismos anticristianos.
Village Voice llama a Bush “el cristiano”, The New York
Times escribe sobre abusos de niños por clérigos,
Schwarzenegger derriba una iglesia en The Last Days: es
el frente occidental de la Yihád neojudaica.
Pero el islam es el último gran depósito de
espíritu, tradición y solidaridad, y los neojudíos lo combaten
con todo el poder de fuego a su disposición. Hay que aplastar al
islam si se ha de erigir el Templo Neojudío en lugar de Al Aqsa.
El islam es la fe dominante entre los vecinos y enemigos de
Israel. El islam tiene un papel histórico en la defensa de
Palestina, la pieza central en la flor de tres pétalos, es el
depositario de la pre-tradición unida vaticinada por Guénon.
Carl Schmitt observó “el gran paralelo histórico” entre nuestros
días y los días de Cristo. Por cierto, la guerra contra los
palestinos es interpretada a menudo como un nuevo intento de los
[neo]judíos y los adoradores de Mammón de crucificar a Cristo en
Su tierra. Guénon consideró que la modernidad (representando al
Kali Yuga o la edad sombría) terminaría con la aparición del
Anticristo y el fin del mundo. Por lo tanto la guerra contra el
islam es una etapa de la última guerra, la Guerra contra
Cristo.
A un nivel más profundo, metafísico, se da una
lucha entre dos tendencias: un poder que ensalza juntos al cielo
y la tierra, devolviéndole la sacralidad al mundo; y un poder
que trata de separarlos, profanando la tierra. El poder unitivo
está representado por la imagen de Cristo en brazos de Nuestra
Señora. El otro, el que divide, el gran profanador, va más allá
de los judíos. Pero ellos le dan todo su apoyo, pues en su
opinión el mundo que está fuera de Israel (en el sentido de
Divina Persona, no solamente el Estado) debería ser un mundo
profano y sin Dios. Por esto las empresas de los neojudíos
tienden hacia la profanación del mundo, y, a otro nivel, a
“liberar” a la gente de las limitaciones impuestas por la
sociedad y por Dios, con vistas al triunfo del individualismo.
II
Ahora, una vez diagnosticada la enfermedad (el
neojudaísmo como nueva religión y el Medio Oriente como la sede
del Yihád) riente como el terreno de
su yijad) podemos intentar
podemos intentar la curación. El punto central
de esta guerra no es el campo de batalla de Falluja, sino la
batalla por el control mental, la que se libra con ideas: ¿cuál
será el vencedor: Cristo o el Anticristo? Esta cuestión no la
dilucidará la fuerza de las armas sino nuestra habilidad para
derrotar al enemigo en el discurso. Ustedes, lectores míos y
camaradas, son una unidad de combate, una elite, en el ejército
espiritual; tienen que poner a descubierto al enemigo y pegarle
duro..
Es posible combatir una religión, especialmente
el neojudaísmo que es una forma extrema de la herejía.
Deberíamos destapar sus raíces religiosas, profanar su herencia
sagrada, ridiculizar sus conceptos, mostrar sus crímenes a plena
luz. Cuando los predecesores del neojudaísmo empezaron su
combate contra la Iglesia, se burlaban de sus dogmas. Desde este
punto de vista, el actor muy bien plantado Dieudonné ha hecho lo
que correspondía para detener la Yihád..
Guenon consideraba la Reforma protestante como
la caída, el principio de Kali Yuga; luego el neojudaísmo es lo
que la completa, el extremo de la Reforma donde el cuerpo
reformado se convierte en algo totalmente opuesto a lo que
existía antes de la Reforma. En cierto sentido, nuestra tarea es
la Contrarreforma, y nuestra bandera es Nuestra Señora, tan
“majestuosa como tropas con bandera” (SS 6:4). Schmitt también
consideraba a Santa María como el símbolo cultural y religioso
más importante, aunque no conocía su conexión con el Islam.
La tendencia judaica que surgió en el
cristianismo con la Reforma, (o, siguiendo a Dugin, con la
desviación de la Iglesia romana, que se apartó del credo de
Nicea) está floreciendo últimamente dentro del neojudaísmo. Esta
religión es vulnerable porque no es una fe universal. Como su
predecesor, el (paleo) judaísmo, se trata de una religión para
elegidos; esta vez se trata de los elegidos por Mammón, y detrás
de él vemos al gran profanador, al Anticristo. Los elegidos son
unos pocos; el resto se deja guiar por la herejía, en contra de
sus intereses propios.
El profesor de California Kevin McDonald
escribió con harto asombro: “las elites adineradas y poderosas
no toman en cuenta, o no valoran , sus propios intereses
étnicos. Siguen actuando en el sentido de la subversión de los
intereses étnicos de su propio pueblo... Un motivo puede ser que
estos occidentales de la elite son capaces de vivir en
comunidades cercadas, aisladas del resto del mundo, ignorando
completamente a los familiares de su propio etnos”. No
lograba comprender que estas modernas “elites europeas
poderosas” compiten con las actitudes judías tradicionales :
viven en “comunidades cercadas”, de la misma forma que los
judíos vivían en ghettos; [históricamente, el ghetto judío era
una “comunidad cercada” privilegiada, a semejanza de la colonia
europea en la Shanghai precomunista, escribió Jabotinski] y
ellos no consideran al pueblo común como miembros de su raza.
Este es el camino jeojudaico del éxito, pues los neojudíos no
tienen parientes, ni patria tampoco.
Una imitación pocas veces resulta tan exitosa
como el original. El poeta sufí Rumi relata la historia algo
“bizarre” de una criada que era de lo más feliz copulando con un
burro, pues practicaba con una berenjena para que el enorme
tamaño del animal resultara adecuado a sus humanas dimensiones.
Su ama descubrió sus andanzas y decidió copiarla; pero no supo
valerse de la berenjena mágica, y resultó herida de muerte a la
primera tentativa. De modo comparable, los neojudíos no se
enteraron de que los judíos reales prestan apoyo firme a sus
allegados; sólo se fijaron en los aspectos externos del
comportamiento judío, es decir su manera de desatender la
sociedad indígena en la que se mueven. Por esto es que les
tocará padecer como al ama necia de la criada astuta: y les
tocará la decadencia y la culpa de ser los destructores de su
mundillo, pues no tienen dónde apoyarse.
La observación de McDonald se puede interpretar
como el reconocimiento de la traición del pueblo por las elites.
Esto es correcto: mientras que la Unión Soviética se derrumbó
como resultado de la traición de las elites, en estos momentos
está teniendo lugar un proceso semejante en Occidente. En la
guerra contra el islam les va muy mal a los Estados Unidos y a
Israel porque las elites indígenas locales se hallan movilizadas
por su Iglesia para que no respalden una traición completa. Pues
en Dar al Islam, la traición no es algo que se estile, algo bien
visto, “comme il faut”. Debemos separar a los elegidos de los
equivocados, pero para empezar debemos romper algunos de los
anillos defensivos con los que se atrincheran los enemigos. El
anillo defensivo más externo del neojudaísmo es su denegación de
ser una religión. Esta argumentación la usaba el comunismo, y es
precisamente la que acabó con él. El segundo anillo defensivo es
el presentar la religión como “una cuestión privada”, que no
tiene que ver con lo demás. Así , esta Yihád difiere de la noble
Yijad del Profeta Mamad; en vez de proclamar su fe, los
neojudíos tratan de imponerla a traición. Y el tercer anillo lo
adorna la bandera falsa de la “cristiandad” según Bushito II.
Hasta ahora, el neojudaísmo ha ganado porque ha
derrotado a sus enemigos uno tras otro; ahora nos corresponde
unirlos nuevamente. En términos cabalísticos, deberíamos
recoger las chispas divinas que resultaron derramadas por el
ancho mundo cuando se rompieron los bajeles, por exceso de luz
divina (Shevirath Keilim). En este proceso debemos reconocer las
fuerzas positivas [las que convergen hacia Cristo y Nuestra
Señora], que están presentes en distintas tendencias de nuestro
oikoumene y unirlas, al mismo tiempo que deconstruimos
los proyectos enemigos..
La ruptura derecha izquierda la impuso el
enemigo. Tenemos que superarla. Ver el mundo según esta
dicotomía supone un mundo unidimensional, mientras que nuestro
mundo tiene varias dimensiones más. El análisis de las prácticas
judías muestra que los los judíos no sobrestiman la distinción
entre derecha e izquierda; el dirigente del partido de izquierda
Meretz, Yossi Sarid, alabó al líder asesinado del partido
judeonazi Rahavam Zeevi. Israel no es ninguna excepción, pues
los judíos rupublicanos más militantes, los neocon, han
expresado su intención de cambiar de bando y convertirse en
neoliberales en el caso de una victoria de Kerry.
Véase por ejemplo : Going Back Where They Came
From , by Patrick J. Buchananhttp://www.antiwar.com/pat/?articleid=2371:
“Si tenemos que hacer causa común con los liberales más cercanos
a los halcones, y combatir a los conservadores, por mí,
adelante”, escribió William Kristol en el New York Times.
El editorialista del Weekly Standard añadió que los
neoconservadores podrían abandonar todos juntos a la derecha, y
convertirse al neoliberalismo. Y acotó Kristol, precisando sus
preferencias políticas : “Pondré a Bush por encima de Kerry,
pero a Kerry por encima de Buchanan... Si lee usted las páginas
más recientes del Weekly Standard, verá que tiene más
puntos en común con los liberales que con los conservadores.
Sí, claro, pero en la medida que John Kerry
apoya el aborto voluntario, las cuotas de minorías, las tasas
elevadas, las uniones homosexuales, la presencia de los
liberales en la Corte Suprema, y recibe los votos de gente que
está a la izquierda de Teddy Kennedy, ¿cómo es posible que
Kristol lo prefiera en lugar de otros conservadores? La
respuesta es: por la guerra y por Israel.
Nuestra respuesta es más compleja. La izquierda
y la derecha son posiciones en el eje social, no pueden ser
referencia en otros campos, por muy importantes que se
consideren. Hay otros dos ejes, el eje del espíritu, y el eje de
la tierra, que se pueden llamar Eje de Cristo y Eje de Nuestra
Señora. Unidos forman la cruz tridimensional descrita por Guenon
en su Simbolismo de la Cruz. Nuestros enemigos son
capaces de formar uniones por encima de la división
izquierda-derecha porque les une la negación de Cristo y el
rechazo a Santa María. De la misma forma, deberíamos ser capaces
de unirnos con otra gente que comparte la fe en el espíritu y en
la tierra, a pesar de enfoques diferentes en el campo de lo
social.
Si nos referimos al Eje del espíritu, hay una
dicotomía entre las creencias abarcadoras de los tres grandes
credos; y los cultos exclusivistas.”La religión no es un asunto
privado para individuos con aficiones espirituales”, escribió
Panarin; “la Iglesia es garante de los valores, es una autoridad
alternativa y superior, que se yergue por encima de los
cambiadores de dinero. Debe ser poderosa para apartar del
mercado a la belleza femenina y al amor, a las convicciones y a
la tierra.”Por esto es que nuestros enemigos combaten las tres
Iglesias sin escrúpulos. En una sociedad moderna, uno puede
decir lo que le da la gana acerca de las Tres Iglesias, pero no
debe decir nada más que cosas buenas acerca del judaísmo, el
prototipo del neojudaísmo.
“La práctica judía sagrada de matar a los
niños”: nunca encontrarán ustedes un artículo con semejante
título en nuestro mundo jineteado por el supuesto antisemitismo,
a pesar de los centenares de niños palestinos masacrados por
judíos en los últimos años. Sin embargo, encontrarán en un
prominente magazine judío:
“La práctica musulmana sagrada del degüello
(The Sacred Muslim Practice of Beheading, By Andrew G. Bostom,
FrontPageMagazine.com | May 13, 2004):
reacciones a la decapitación grotesca y
yijadista de otro « judío infiel » ; el caso de Mr Berg ha
revelado que nuestra intelligentsia está peligrosamente
desinformada, o simplemente deseosa de no enfrentarse con esta
fea realidad : estos asesinatos coinciden plenamente con
prácticas sagradas del Yihád, así como las actitudes islámicas
hacia todos los infieles no musulmanes, en particular judíos, lo
que se está estipulado desde el siglo VII, y reafirmado por el
propio ejemplo del profeta Mamad”.
Cualquier ataque a las Tres Iglesias y a sus
imágenes sagradas está permitido, hasta aquél tan feo que
quisieron utilizar los estudiantes judíos franceses de la
asociación UEJF. En Francia, los tribunales aceptan las demandas
judías para acallar las campanas; la cuestión del velo islámico
es otro ejemplo conocido de lo mismo. En Palestina, la semana
pasada, la policía allanó la catedral anglicana y sacó de allí a
Mordejai Vanunu, que estaba refugiado en ella. Deberíamos
movilizar a las Iglesias y defender su espíritu.
El comunismo fue una tentativa para crear una
nueva cristiandad abarcadora, pero sin Cristo. A pesar de que
algunos pensadores de derecha insisten en el supuesto “origen
judaico del comunismo”, se trataba de una ideología antijudaica
y ecuménica. Lamentablemente, aplicaron la navaja de Occam con
excesiva saña, y murieron de hemorragia sus epígonos. Deberíamos
aceptar a los sobrevivientes del derrumbe y darles cabida en
nuestras filas.
Si nos referimos al Eje de la tierra, hay una
diferencia entre autóctonos y vagabundos. Yuri Slezkin propuso
llamarlos apolíneos y mercurianos, pues “la sociedad apolínea
consta de labradores, guerreros y sacerdotes, mientras que los
mercurianos son los mensajeros, mercaderes, intérpretes, guías,
curanderos y artesanos u otros viandantes y brincadores de
fronteras” [1].Compara esta distinción con la dicotomía
judíos-gentiles, y advierte : “Los judíos son mercurianos,
mientras los gentiles son apolíneos. En el mundo moderno, todos
nosotros nos hemos vuelto más mercurianos, más judíos, si se
prefiere, y los mercurianos tradicionales, es decir los judíos,
son mejores que nadie en este papel.”
Naturalmente, esto de “todos nosotros” del
profesor Slezkin son sus colegas de Berkeley y Moscú, no tanto
los peones de California o los campesinos rusos. Con esta
corrección su tesis podría reformularse así : el que quiera
triunfar en la era de Kali Yuga tiene que adoptar las
cualidades judías y convertirse en un neojudío. Estas cualidades
judías según Slezkin son “la movilidad, no descansar jamás, el
desarraigo, la habilidad para permanecer ajenos al entorno, no
metiéndonos en las peleas, no compartiendo la comida, sino
solamente fabricando, intercambiando, vendiendo y posiblemente
robando, tanto cosas como conceptos”. Permanecer ajeno implica
carecer de compasión; no compartir la comida implica no
compartir la fe, no meterse en las peleas significa sacar
provecho de las guerras de otros, y el desarraigo conduce a la
tendencia a desarraigar a los demás.
Por cierto, los neojudíos carecen de compasión,
se benefician de las guerras en que sangran otros, son
desarraigados y desmadrados; es un ideal descrito por Jacques
Attali quien busca un mundo forjado por modernos nómadas
desconectados de sus raíces y de cualquier suelo patrio.
Deberíamos devolver a los mercurianos a su posición modesta en
los márgenes de la sociedad.
Estas cualidades no son cuestión de raza; pues
Karl Marx, Simone Weil, Ludwig Wittgenstein y Otto Weininger son
buenos ejemplos de nuestros camaradas en armas que aportaron
instrumentos útiles para nuestro discurso moderno antijudaico.
Demostraron que la tendencia judaica es ideológica y teológica,
nada que ver con la raza biológica. La inmensa publicidad,
lindando en una promoción, que le hicieron los medios judíos a
los crímenes de Hitler, es un instrumento para ocultar esta
distinción ; el antisemitismo biológico, fea rama torcida que se
desarrolló al margen del multisecular combate contra el espíritu
judaico, se nos presenta como si fuera la regla.
A partir del momento en que rechazamos el
racismo, también debemos rechazar el antirracismo, pues hoy en
día se trata de una palabra en clave para sustentar una actitud
extremadamente hostil a lo autóctono. En vano los amigos de
Palestina han tratado de utilizar este concepto en su lucha por
la igualdad en Palestina/Israel. A pesar de que cada idea puede
ser usada en varias acepciones, al antirracismo lo han
desvirtuado en la guerra neojudaica contra las sociedades
autóctonas cohesionadas. Lo usarían hoy en día contra Cuahtémoc
o Boadicea, lo están usando ya contra Mugabe. El antirracismo es
una denegación del derecho del autóctono a decidir sobre su
destino; es un instrumento para divorciar al hombre de su
paisaje natal. Este concepto le resta legitimidad a los que se
oponen a las marejadas de inmigrantes y a los factores que
arruinan la ingeniería social.
Teófilo de Obla notó que “el concepto del
antirracismo contemporáneo y los derechos humanos no tiene nada
que ver con los principios para luchar contra la exclusión o la
protección de la persona humana. Por lo contrario, en nombre de
la inclusión, de la disolución en el todo informe, se manejan
como el tope de la cultura dominante”.
El Holocausto [judío] es un shibboleth
[2], una contraseña para los nuevos elegidos. Tiene una función
social, se usa para arrojar sospechas sobre las mayorías nativas
tradicionalistas: mientras no se las desarme, se las transforme
en “sociedades abiertas”, mientras no se logre socavar sus
instituciones estatales, privatizar su economía y venderla a
las compañías gringas, se les considera encaminadas a realizar
el próximo holocausto. Panarin, con pensamiento social, escribe
: “cualquiera que acepte el Holocausto como el evento histórico
más importante, es capaz de llevar adelante la guerra civil
contra la mayoría tradicionalista y se convierte en miembro del
grupo de los globalistas”. Pero el Holocausto también tiene un
valor teológico porque es el acontecimiento ofrecido a los
creyentes como sustituto de la Crucifixión .
El mantra de los derechos humanos es un
elemento importante del neojudaísmo. Está siendo utilizado para
socavar los intereses de la sociedad. Los neojudíos han heredado
de su antepasado ideológico medieval una visión particular de la
sociedad como sociedad huésped, sociedad a la que no pertenecen,
sino que se alimentan de ella. Hay una contradicción real entre
los derechos de semejantes individuos y el derecho de la
sociedad; el neojudaísmo deslegitimiza los derechos de la
sociedad huésped, con ahínco. Por esto, el derecho de un
Chodorkovsky o de un Berezovsky a vender su compañía petrolera a
los intereses occidentales es más importante que el derecho de
la sociedad rusa a garantizarle a cada uno de sus miembros la
calefacción en invierno. El derecho de un chulo a importar
pornografía o a exportar mujeres a los lupanares es más
importante que el derecho de una sociedad a proteger a sus
mujeres o a su moral.
Conclusión
El Estado judío de Israel se ha convertido en el
pendón del enemigo, y debe ser desmantelado. Los ciudadanos
judíos israelíes están desgarrados entre dos lealtades : lealtad
hacia la tierra y lealtad hacia el pueblo judío. Esta segunda
lealtad les impide convertirse en palestinos; no puede ser de
otra forma. Aprobamos a los ciudadanos israelíes que han
solicitado ante la Corte Suprema que se deje de designarles
administrativamente como judíos: para gente básicamente no
religiosa esta palabra se ha convertido en sñuelo de lealtad
hacia la judería mundial. Su destino está unido al de sus
hermanos los palestinos nativos que les aceptarán. Un pequeña
minoría ultra ortodoxa de judíos presionistas en Palestina ha
demostrado su adhesión a la tradición; se les debería proteger
como vestigios y testigos, y que los poderes espirituales se
hagan cargo de su porvenir.
Los palestinos son el epítome de los pueblos
autóctonos que se encuentran desarraigados por los judíos
inmigrantes. Son el último katechon, en términos de la
segunda Carta de San Pablo a los Tesalonianos, la última defensa
de nuestra heredad sagrada, los guardianes de la tradición
holística antes que esta se dividiera entre las tres Iglesias.
Son las víctimas paradigmáticas del desplazamiento : el pueblo
trabajador que es marginalizado y remplazado por los mercenarios
del trabajo. Por esto la guerra en Palestina es nuestra guerra,
según tres ejes a la vez : guerra de los autóctonos contra el
poder desarraigador, guerra de las Iglesias ecuménicas contra
los enemigos de Cristo, guerra de campesinos y trabajadores,
guerreros y sacerdotes contra los que manejan el dinero. También
se trata de una guerra simbólica : el neojudaísmo ganará a
escala global o perderá, igualmente, a escala global. Esta es la
guerra más decisiva del siglo, y su desenlace decidirá sobre el
futuro.
[1] The Jewish Century, Princeton University
Press, 2004
http://www.alumni.berkeley.edu/Alumni/Cal_Monthly/November_2004/QA-_A_conversation_with_Yuri_Slezkine.asp
[2] “shibboleth” es una palabra que permite
identificar a alguien como miembro de un grupo “en la movida”;
su función es a la vez excluir e incluir : una persona cuya
manera de hablar se reconoce como violación del shibboleth es
identificada como outsider y en el acto se encuentra excluida
del grupo.
|