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Oscar para Obama
 

Por Israel Adán Shamir
6 de junio 2009
 


El discurso de Obama en el Cairo fue algo hermoso. La mejor producción, el mejor actor, el mejor guión desde hace muchos años, Obama se merece el Oscar de los Oscares. Las elites gobernantes de USA se buscaron al mejor líder para reparar su imagen catastrófica. Obama es el modelo de una nueva generación de dirigentes, que todavía no se consigue en los demás países. Es un gran orador, carismático, alto, delgado, juvenil; y ya nos lo ha demostrado: ellos sí pueden, ¡yes they can! Nuestra amiga Cynthia Mac Kinney, que fue candidata presidencial también, explicó el fenómeno Obama: “las cosas no ocurren así como así en la política yanki, posiblemente en los demás países tampoco; no es tan fácil que un verdadero desconocido ascienda a senador sin encontrar oposición y dos años más tarde ya sea candidato para la Casa Blanca; no, esto no ocurre tal como parece, sino porque es un triunfo planificado”.

Por lo visto, Obama fue designado, o diseñado, para hacer las paces con el mundo musulmán. Un presidente USiano no es un dirigente omnipotente; es más bien un actor elegido por el productor y el director, entre bambalinas, para representar el papel principal. Él no escribe sus discursos, como tampoco Leonardo Di Caprio escribió el monólogo de Romeo. Tampoco elige el rumbo político. Y por eso mismo sus actos y sus palabras son relevantes, pues escenifican la voluntad de cambio de las elites en el poder. Este cambio es lento, necesariamente, porque la pesadilla yanki no puede ser evacuada simplemente con apagar las luces.
En este punto de giro, de definición de prioridades, es obviamente difícil hacer predicciones sobre los nuevos rumbos, pues dependen de nosotros en gran medida. El mundo necesita una América más vuelta hacia sí misma, pero ya daría un paso adelante con ser simplemente menos agresiva. Si miramos hacia atrás, la hostilidad americana en contra del mundo islámico despuntó en 2001, alcanzó su grado máximo en 2003, siguió su pendiente natural, y ahora parece haber concluido. Estos años de guerra contra el Islam no han sido ni gratos ni provechosos para USA. Ha llegado el momento de redefinir prioridades. El Kite Runner, un best seller de Khaled Hosseini, ofrece un nuevo esquema: el protagonista de la novela es un musulmán de nacimiento y por tradición, que odia al clero musulmán, ama el whisky, ama a América, a Israel, y odia a Rusia. El malo de la novela es un tipo que ama a Hitler, es pedófilo y violador, y claro, es un militante talibán. En este libro, la persecución de una minoría étnica [los musulmanes buenos] es un tema tratado como equivalente local del esquema de la historia judía. Este libro abre la etapa de la integración de semejantes musulmanes no religiosos dentro de la narrativa americana.

Y ¿porqué no ver las cosas así ? USA es una nación política, no étnica, y los musulmanes pueden ser bien recibidos allí, como sucede de hecho a menudo. Aunque los no americanos suelen imaginar que las elites yankis son WASP y judíos exclusivamente, en realidad, hay gente de todo tipo en este grupo, inmigrantes de todos los países. Y esta es una fuente de poder, pues América encuentra fácilmente a un ruso para hablar con los rusos, o a un chino para hablar con China. A los musulmanes les va bien en esta América, algunos son extremadamente ricos allí.

El nuevo giro significa una pérdida de influencia del lobby israelí. El ala de extrema derecha judía sionista abusó demasiado tiempo de la paciencia americana. Lo que se descubre ahora es que sobrevaloraron su control sobre la administración. La renuncia de Charles Feeman fue su última victoria, pero fue una victoria pírrica, contraproducente. Después llegó Netanyahu el de mirada alocada llamando a la guerra “contra Amalek”: segunda etapa de desprestigio. Pues “Amalek” es palabra en clave para llamar al genocidio, una contraseña para exigir de Obama el degüello de los iraníes hasta el último lactante. Pero eso ya era demasiado, hasta para el paciente Obama.
Así pues, el sueño se ha vuelto realidad; después de un largo reinado de los judíos centro-derechistas, ahora las posiciones de influencia se han pasado a la izquierda judía capaz. No vayamos a imaginar que sus posiciones son anti-israelíes. Pues sí, la derecha israelí y judía yanki odia a Obama; pero la izquierda israelí ha disfrutado el discurso del Cairo: podían haberlo redactado Yossi Sarid o Uri Avnery. El lobby izquierdista judío americano llamado J-Street (“el judío de la calle”) también lo disfrutó.

Esto no debería causar mucha sorpresa. En una entrevista para el periódico judío Forward hace un año en (http://blogs.forward.com/bintel-blog/13357/ ), Obama mencionó The Yellow Wind [El Viento Amarillo] de David Grossman, como un libro que influyó mucho en él. Se trata de un libro maravilloso, posiblemente el mejor libro no ficcional de un escritor hebreo, sobre la situación, describiendo los horrores de la colonización en los territorios ocupados. Grossman es un ícono de la izquierda sionista, creador del ala izquierda del partido izquierdista Meretz. La divergencia entre USA e Israel, los dos Estados judíos, el grande y el pequeño, ya es un hecho: Barak Obama y su administración se sitúan a la izquierda del centro, mientras que Israel y los que lo sostienen en USA están bastante lejos a la derecha del centro.

Hace algunos años, se dice que Ariel Sharon, entonces primer ministro de Israel, dijo que el pueblo judío controlaba a América. Después de las últimas elecciones, el nuevo primer ministro de Israel Avigdor Lieberman interpretó esta máxima en el sentido de que “Israel controla a USA”. Era demasiado optimista, y excesivamente simplista. Tal vez los judíos USianos ocupen muchas posiciones de poder, tal vez se preocupen muchísimo por el Estado judío de Medio Oriente, pero esto no quita que tienen sus prioridades propias: América es lo más importante para ellos, y no van a dejar que se les escape por culpa de los primos de ultramar.

En 2001, yo comparaba a los judíos USianos con la hermana mayor del relato de Raymond Chandler Big Sleep, la protagonista que tapa los crímenes de su hermana menor incontrolable [Ver “Kid Sister”, http://www.israelshamir.net/English/Kid_Sister.htm ]. Tal vez mi lector recuerde la película que se hizo sobre el tema, una de las mejores películas yankis de todos los tiempos, con guión de William Faulkner, dirigida por Howard Hawks, con Humphrey Bogart y Laren Bacall como figuras estelares. Como la hermana mayor sigue encubriéndola, la menor llega a pensar que tiene ganada la inmunidad, y sigue matando a diestra y siniestra. Hasta que sus crímenes ponen en peligro la posición de la hermana mayor, que parecía una posición segura. Ya ha llegado el momento en que la equivocada Lauren le pide auxilio a Bogard para reinar entre la juventud despistada, antes de tirar la casa abajo, aplastando con ello a sus ciegos seguidores, escribía yo. Han pasado ocho años, y ahora es cuando aparece Bogart Obama.

No se espere de los judíos USianos que corran y se precipiten para salvar a Israel. La posición judía en USA se mantiene fuerte, y Obama ha recitado una vez más el guión sionista: después del Holocausto de 6 millones de judíos (¡y cuidado con expresar la más mínima vacilación al respeto!) el sufridísimo pueblo judío ha vuelto a la tierra de sus antepasados, y los vínculos de América con ellos son “irrompibles”. Sin embargo, el lobby judío de extrema derecha, los llamados “American Likudniks”, acaban de sufrir una derrota. Ahora podemos decir que el desbarranco de Bernie Madoff no fue un accidente sino un ataque directo contra sus habilidades para influir en la política: muchas personas individuales de la extrema derecha judía y organizaciones de ellos han perdido con Madoff el dinero que les sobraba para su gran casino mundial.


Había sonado un disparo de advertencia hace unos pocos días, cuando un sobreviviente del ataque israelí de 1967 contra el navío USS Liberty recibió la medalla de plata por su valentía, como lo hemos señalado [en artículo reciente: “Ataques nucleares para elegidos”, http://www.israelshamir.net/English/Chosen_Nukes.htm]. Resulta que los medios “mainstrem”, la voz cantante en los medios masivos (principalmente en manos de judíos, en cuanto a propiedad y jefes de redacción) omitió intencionalmente esta noticia, como demuestra una simple búsqueda por Google, tecleando “estrella plata Halbadier”. Un lector cuidadoso pudo encontrar la noticia en una página web de información militar, y resultó confirmada la noticia. Al lector medio o televidente medio se le negó la información en USA, a pesar de que es algo trascendente; pues después de cuarenta y dos años de denegación de los hechos, es la jefatura máxima la que reconoce que Israel, su mejor aliado, atacó aquél buque de los servicios de inteligencia, con toda intención, con torpedos y ataque aéreo, matando e hiriendo a las dos terceras partes de la tripulación, mientras el presidente Lyndon B. Johnson cubría la matanza y la hacía posible.

Este silencio mediático es tan importante como la noticia misma: le sirve como advertencia a la administración para que actúe conforme a los deseos de los dueños de los medios; de lo contrario, la información sobre lo que hagan jamás llegarán al pueblo americano. Obama, a pesar de su blog y sus contactos informales con cientos de miles de ciudadanos USianos, no tiene forma de hablarles efectivamente a sus conciudadanos si no es a través de los medios. Y los medios de derecha pueden ser enemigos crueles, como lo demuestra el NYPost en  .

Muchos amigos de Palestina, incluyendo a Noam Chomsky, le han encontrado fallos al discurso de El Cairo. Seguramente Obama no llegó tan lejos como hubiese querido. Los que lo fían son sionistas judíos, no gentiles indiferentes. Lo cual no quita lo hermoso del hecho de que llegara tan lejos. Prometió sacar sus tropas de Irak y Afganistán, reconstruir Afganistán, gastar algún dinero en desarrollar esos países. Confirmó que Irán tiene el derecho de utilizar la energía nuclear con finalidades pacíficas. Llamó a Israel a negociar con los palestinos en el sentido de la justicia. Dejemos que sobreviva después de su discurso, y siga con el impulso. Pues sí, Obama es producto de una cuidadosa operación de proyectada y promocionada por las elites, pero esto no significa que no tenga voluntad propia. Muchos reyes y dirigentes han sido elegidos gracias al dinero o la influencia judía, y han cambiado de actitud después. José Stalin se convirtió en dirigente soviético gracias a Kamenev y Zinoviev, dos poderosos judíos bolcheviques, pero unos años más tarde los mandó a fusilar, y el lobby judío soviético tuvo que recapacitar. Esto todavía puede ocurrir con Barak Obama.

Texto editado por Ken Freeland.
Traducción: Maria Poumier


 

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