¡Te pasaste,
lobby!
Por Israel Adán Shamir, octubre
de 2007
Los vecinos de una misma casa pelean
constantemente: ya se devolvieron los anillos de
compromiso de los novios, las mucamas están
reclamando su dinero, el cocinero ya no viene más,
etc. En medio de la batalla se aparece un tal Jeeves,
sirviente y confidente, un chico listo (encarnado
por Stephen Fryes en la serie de la BBC), que logra
pacificar el lugar al presentarles al enemigo de
todos, un tal Wooster, de cabecita hueca. Unidos de
pronto en su animosidad, ya los enamorados se
escurren hacia un rincón oscuro, y los sirvientes
amansados cierran filas con los amos. Este ardid
elegante, descrito hace tiempo en Right Ho,
Jeeves, obra cómica de P. G. Wodehouse, acaba de
ser implementado con gran éxito por esa fuerza
impalpable a veces llamada lobby sionista.
En una carta dirigida al editor del
Times
http://www.timesonline.co.uk/tol/comment/letters/article2599269.ece
], los adversarios de ayer se encuentran unidos hoy,
como amigos entrañables de una novela de Wodehouse,
detrás de ciertas orientaciones que parecerían
dictadas por un invisible Jeeves, diestro en el arte
de convencer. Nuestros vecinos antes echaron por la
borda importantes principios, y ahora no se sienten
muy a gusto unos con otros, pero….
Veamos el elenco [la lista completa
figura al final]:
El arzobispo y Premio Nobel de la
Paz Desmond Tutu, enemigo del apartheid, amigo de
Palestina. La semana pasada, la comunidad judía de
la universidad de St. Thomas en Minnesota logró que
lo expulsaran.
El flamígero sionista Bernard-Henri
Lévy, apodado “Mr. Lobby”, melenudo heredero de la
fortuna de un esclavista. Generalmente insulta a
negros, franceses y palestinos en sus frecuentes
apariciones televisivas. Cuando a su amigo Alain
Finkielkraut lo llevaron a juicio por sus
declaraciones racistas demasiado explícitas, “Mr.
Lobby” lo fue a defender.
Mairead Maguire, irlandés bravo en
la defensa de Palestina, solidario de nuestro preso
político Mordecai Vanunu.
La archi-sionista rusa Elena Bonner,
apasionadamente antimusulmana, anticomunista y
neoliberal reaganiana. Combatió al “Imperio del
mal”, estando a favor del derecho de los judíos
rusos a emigrar a Israel y a apoderarse de las casas
de los refugiados palestinos.
El gran escritor y premio nobel
inglés Harold Pinter, que habló tan apasionadamente
contra la guerra de Irak.
Zbigniew Brzezinski, el que regaló
al mundo la guerra de Afganistán con sus millones de
refugiados, y se jacta de su responsabilidad. [1]
Anticomunista y odiador de Rusia, logró provocar la
intervención soviética de 1980, y guió los pasos de
Osama bin Laden.
Nuestra valiente actriz Vanesa
Redgrave, quien combatió y sufrió tantos ataques por
parte del Lobby.
Un sionista francés brioso, André
Glucksmann, miembro de la izquierda liberal
anticomunista, que defiende a los separatistas
chechenos y es partidario de la guerra.
El enemigo declarado de Pinochet
Ariel Dorfman.
El mayor admirador de Pinochet,
Vladimir Bukovsky.
¿Cuál será el poder que pudo cocinar
este ajiaco improbable, esta colección que junta a
malos y buenos con horrendos? ¿Qué será esa ONG
anónima que acaba de nacer con el nombre de RAW in
WAR (Raudos en Guerra)? Su intención explícita es la
de reconocer a las mujeres que defienden los
derechos humanos en zonas de guerra y conflicto, un
objetivo encomiable; en caso de que uno quisiera
negarle su firma a tan recomendable proyecto, se
ganaría el descrédito total. Además uno podría
esperar que Rachel Corrie, aquella muchacha de
Seattle que fue asesinada por los israelíes, sea una
de las primeras heroínas reconocidas en este
contexto. Rachel Corrie murió defendiendo una
vivienda palestina de la destrucción. Se colocó
frente a la casa de un desconocido, creyendo con
todo su corazón que el que manejaba la excavadora
Carterpillar no sería capaz de destrozar su vida en
su tentativa para dejar en la calle a una familia
palestina más. Pero no era un hombre el que manejaba
el monstruo, era un supremacista judío que creía, y
todavía sigue creyendo, que basta con que los judíos
quieran algo para que esto se convierta en derecho.
Las cortes israelíes se lo confirmaron, y el lobby
judío logró que se prohibiera una obra de teatro
basada en su historia
http://www.variety.com/article/VR1117956295.html?categoryid=19&cs=1
, añadiendo que “se lo había buscado la antisemita
esa”.
Ahora bien, ¿acaso fue Rachel Corrie
una de las primeras “reconocidas” por esta augusta
agrupación? Nada de eso. Dicha ONG no se creó para
recordar a Rachel Corrie ni a nadie que se le
parezca. Esta ONG se creó para celebrar a gente como
la periodista rusa Anna Politkovovskaya. A ésta la
mataron desconocidos el año pasado, y desde ese día
la maquinaria sionista neoconservadora está tratando
de ensuciar a las autoridades rusas, excesivamente
independientes, con eso. Su nombre, junto con el del
ex espía ruso Litvinenko, que fue envenenado con
polonium, se ha vuelto un grito de guerra para las
fuerzas neoliberales y hostiles a Putin. Hasta
lograron convencer a la viuda de Litvinenko que
añadiera su firma a la lista, simplemente para que
todos recuerden que de Rusia se trata. Por supuesto
incluyeron también a la viuda de Daniel Pearl, para
darle un toque anti-islámico, y al combatiente del
ghetto de Varsovia Marek Edelman para tener a algún
representante del anti-nazismo.
¿Cómo es posible que la
investigadora búlgara, totalmente desconocida
(oficialmente presidente de RAW in WAR) lograse
hacer contacto con tantas damas y caballeros,
arzobipos y barones, premios nobel, escritores y
representantes de lo que sea, para armar su lista
increíble? ¿Será que tiene más poder que Berezovsky
y Nevzlin juntos? Estos dos oligarcas rusos
multimillonarios exilados son los que mantienen vivo
el recuerdo de la historia de Litvinenko y
Plitkovskaya desde hace un año, y nunca habían
logrado suscitar una pasión semejante. Los únicos
otros actos mediáticos dedicados a la memoria de
Anna Plitkovskaya son los que organizaron las tropas
de choque del Nuevo Orden Mundial, o sea el National
Endowment for Democracy (NED), organización
financiada por el gobierno de Estados Unidos y
“creada para continuar las actividades prohibidas de
la CIA en cuanto a apoyo de determinados partidos
políticos en el extranjero [Véase:
http://en.wikipedia.org/wiki/CIA ]. La lista de
la nueva ONG sigue expandiendo estas tácticas de
presión contra Rusia. Está claro que esta lista de
valientes mujeres fue cooptada para infundirles
nuevos aires a otras viejas creaciones. El objetivo
es presionar al presidente ruso que se niega
rotundamente a dar luz verde al bombardeo contra
Irán planeado por Israel y USA; Irán cubre a Siria
con su sistema de defensa aérea, y les dio un buen
parón a los oligarcas en su tentativa para saquear a
Rusia.
No estoy tratando de manchar la
memoria de una periodista asesinada, ni hay por qué
hacerlo. Usar la lógica será suficiente para
explicar el truco: Anna Politovskaya nunca
representó un peligro para el régimen de Putin,
porque el público no la conocía para nada, de modo
que la idea de que Putin pudiese encargar su muerte
suena a melodrama traído de los pelos. Y ¿quién
exactamente es el que acusa al presidente ruso? No
se trata de la policía, pues la investigación sobre
el crimen sigue su camino, y parece que ella
indagaba sobre algunas personalidades de la
insurgencia chechena, o de la contrainsurgencia. La
guerra de Chechenia todavía era un asunto candente
hace un año, y hoy aún están presos en Moscú unos
diez chechenos y el coronel traidor de las fuerzas
de seguridad, por posible implicación en el crimen.
El fiscal general de Rusia declaró hace poco que el
misterio del asesinato ya casi está aclarado. El
hijo de Anna Politovskaya ha expresado su plena
confianza en los esfuerzos de la policía, pues
confía en que los asesinos y los que encargaron el
crimen serán encontrados pronto. Muchos observadores
rusos creen que el asesinato fue ordenado por gente
que busca a la vez debilitar la sociedad rusa y
apuntar a la cabeza, al propio Putin. Yo también me
he expresado en el mismo sentido. [Véase “¿Quién
engañó a Roger Rabbitt?
http://www.israelshamir.net/Spanish/Sp33.htm ].
Esta técnica recuerda los informes que se han
recibido del Líbano, donde ciertos activistas anti-sirios
fueron asesinados por matones pro-israelíes con el
objetivo de desencadenar una violencia “sectaria”
[véase
http://www.haaretz.com/hasen/spages/909946.html
].
El gobierno ruso y el pueblo
condenaron al unísono el asesinato de Anna
Politkovskaya. La policía está en la pista de los
asesinos, y la familia está satisfecha con los
avances del proceso. ¿Qué más se puede pedir, pues?
Nada, salvo si Ud. pertenece a la banda de los
neoconservadores, porque quiere encontrar sí o sí
una relación con Putin. Los neoconservadores usan
su cadáver para socavar a Rusia. Contra el deseo de
la familia, y contra los intereses del pueblo ruso,
su nombre se ha convertido en sésamo con vistas a
abrirles la economía rusa a los buitres
neoliberales, que están acechando en las mismas
fronteras de Rusia. Y la carta al Times baila
la melodía compuesta por la banda neocon.
Nadie puede culpar a los firmantes
de la carta al Times por lo que escribieron.
Escribieron muy cuidadosamente: “hacemos un llamado
al gobierno ruso para que lleve a los tribunales, en
plena conformidad con las reglas internacionales,
tanto los que mataron a Anna Politkovskaya como a
los que han ordenado su asesinato.” Es imposible
negarse a firmar semejante carta, pues ¿acaso no
deseamos todos que se agarre a los asesinos? Por lo
tanto, ¿cuál puede ser el objetivo de esta carta? En
todo caso, demuestra que los sionistas pueden
movilizar aún a antisionistas declarados y a
militantes contra la guerra, si la cosa es contra
Rusia. Extraños camaradas, por cierto, pues están
unidos, no contra aquella América que quiere
meternos de cabeza en la guerra, sino contra la
pacífica Rusia.
Todas estas maniobras me recuerdan
el caso Wallenberg. Raúl Wallenberg, un diplomático
sueco de la Alemania nazi, salvó a muchos judíos
proporcionándoles un pasaporte y una visa para
Suecia. En 1945 fue detenido por la seguridad
soviética en Budapest como espía, y murió estando
preso en 1947. Pero no se le ha dejado descansar en
paz: los sionistas inventaron un cuento de hadas,
según el cual sobrevivió y todavía se encuentra
detenido en alguna cárcel secreta en Rusia.
Convirtieron este nombre honorable en algo ridículo.
Después de los años, desde finales de la Segunda
guerra mundial hasta el colapso de la Unión
soviética, han organizado miles de marchas –desde
Washington hasta Wellington- pidiendo “libertad
para Wallenberg”. Muchos occidentales de renombre
participaron en estas demostraciones, y cada
inocente manipulado lanzó su escupitajo a la URSS,
trabajando sin querer a veces para la hegemonía
judeoamericana en el presente mundo unipolar. Sólo
después de 1991 fue que los sionistas dejaron a la
famillia Wallenberg en paz, porque ya no podían
seguir negando su muerte, acaecida en 1947.
No crean Uds. que a los sionistas
les importe mucho más que un bledo los diplomáticos
suecos que salvaron judíos. Hay otro diplomático
sueco en Alemania que salvó judíos; el conde Folke
Bernadotte. A Bernadotte lo envió la ONU como su
representante en Palestina en 1948 exactamente por
este motivo: porque había salvado a muchísimos
judíos, y sentía harta simpatía por los refugiados
judíos. Pero fue también un testigo de la expulsión
masiva de los palestinos (la Nakba, “la catástrofe”
de los palestinos) y pidió que Israel dejara a los
palestinos refugiados volver a sus casas y aldeas.
Este buen hombre de conciencia recta fue
inmediatamente asesinado por el que fue más tarde
primer ministro israelí [Menahem Begin]. Así es la
cosa. El nombre de Wallenberg se esgrime en muchas
ciudades del ancho mundo, mientras nadie recuerda el
de Bernadotte. He aquí el poder del lobby judío:
ellos pueden decidir qué nombres llegarán a ser
conocidos y cuáles deben caer en el olvido, a quién
conviene bendecir y quienes son los malditos.
Pero esto no es ningún milagro: han
instrumentado el verdadero poder que está detrás de
las democracias: la maquinaria multidireccional de
los medios masivos y las relaciones públicas. La
URSS no baila al mismo compás en primer lugar porque
los medios masivos de Rusia están fuera del alcance
occidental; por esto mismo debe ser destrozada.
Ahora están utilizando una multitud de
organizaciones de derechos humanos y causas
humanitarias con ese fin. La señora Elena Bonner
[viuda del disidente y premio nobel Andrés Sajarov]
y otras de su calaña pidieron el derecho a retornar
para los judíos rusos, pero el mismo derecho se lo
so niegan a los palestinos. En realidad, no
deberíamos olvidar nunca que estos dos grupos no son
equivalentes: los palestinos fueron expulsados de
sus casas en nuestro tiempo, mientras que en el caso
de los judíos rusos, se declaró súbitamente que eran
los mismos hebreos de hace dos mil años. Se
organizaron miles de marchas por el mundo,
encabezadas por occidentales afamados, ¿tú mismo,
lector, tal vez? Pidiendo un derecho para los judíos
y cantando “Let My People Go” [retoma del famoso
Spiritual que fue el himno de la resistencia negra
contra la esclavitud en Estados Unidos]. Pero no
hubo ninguna marcha para exigir el derecho a
regresar a sus casas para los palestinos. Eso sí que
no. Si las hubo, no tuvieron la menor repercusión
mediática, y los que hayan osado participar en
ellas están en el ostracismo desde entonces.
Los defensores de los disidentes
corearon proclamas deplorando la falta de derechos
humanos en la URSS hasta que el navío se fue a
pique, y entonces entregaron las pertenencias del
pueblo soviético a los oligarcas. Parece que Boris
Yeltsin cuidó de los derechos humanos durante su
gran etapa de privatizaciones, pues ya nadie habló
de ellos. Pero cuando Putin empezó a sobresalir para
recuperar algunos de los bienes que se le habían
estafado al pueblo, de pronto volvieron a los
titulares los dichosos derechos humanos.
Seríamos muy ingenuos si aceptáramos
el mantra de los derechos humanos como moneda de una
sola cara. Siento mucha lástima por Raúl Wallenberg
y por Anna Politkovskaya; pero igualmente me duelen
los casos de Folke Bernadotte y de Rachel Corrie, y
yo no firmaría jamás una petición por los primeros
si no se menciona por igual a los segundos. De otra
forma, es una trampa para gente bien intencionada,
que hará coro por causas ajenas, y por motivos que
encontraría repugnantes, si se diera verdaderamente
de ello. Mientras ponen el grito en el cielo por
las violaciones de los derechos humanos en Cuba,
Rusia, Irán y Gaza, les están negando a estos
Estados acorralados el menor respeto sicológico.
Recapaciten, amigos: luchemos primero por el derecho
básico a seguir con vida, pues éste es el derecho
que peligra con la US Air Force. Cuando podamos dar
por consolidado el derecho a vivir sin zozobra en la
tierra de uno, entonces nos dedicaremos a lo otro.
En un sentido, Jeeves tenía razón:
debemos tener presente al adversario común. Lo mismo
formuló Carl Schmitt, quien razonaba diciendo:
definir el enemigo es el punto políticamente más
importante; y deberíamos escoger a nuestro enemigo
con el mismo cuidado con que uno escoge a un amigo.
El tremendo poder del lobby judío estriba en su
capacidad para unir a la gente contra su enemigo, y
en bloquear las tentativas de unificación que entran
a competir con él. Cuando tratamos de unir a la
gente contra los sionistas, los judíos ponen en
marcha su argumento letal, aquello de “culpable por
asociación”, y la gente floja empieza a pedir
disculpas, diciendo “no podemos estar al lado tuyo”,
porque te han visto con algún miembro de la derecha,
o con un activista musulmán, o con un cristiano
fundamentalista, o con un estalinista, o con un
negador del Holocausto, o con un nacionalista, un
racialista, un terrorista, o lo que fuere. Así es
cómo nuestros esfuerzos caen en el vacío.
Sus tácticas demuestran que no les
importan para nada los derechos humanos o la
democracia. Demonizan por igual a Muammar Kadaf y a
David Duke, a Roger Garaudy y a los comunistas
rusos, pero no encuentran nada que reprocharle a los
guerreristas Bernard Kouchner, Zbiegnew Brzezinski y
Ariel Sharon. Todos sabemos que Putin sirvió en el
KGB, pero no nos dejan enterarnos de que la gran
esperanza liberal, la ministra de asuntos exteriores
israelí Tzippi Livni, procede de los servicios
secretos.
Cuando quieren unir a la gente,
entonces no vale aquello de “culpable por
asociación”. Le puedo preguntar a esta magnífica
gente (no estoy ironizando) como Mairead Maguire, o
Desmond Tutu, o Harlod Pinter, cómo es posible que
no sientan un malestar al ver su firma junto a la
del criminal de guerra y fabricante de guerras
Zbigniew Brzezinski, junto al sionista y negrófobo
BHL, y junto al super ladrón de Vaclav Havel, que
privatizó la mitad de Praga en beneficio personal
suyo. Posiblemente ni siquiera entenderán mi
pregunta, porque hay una sola autoridad con permiso
para demonizar y entregar certificados de
pensamiento koscher, y éste es el lobby.
Los judíos controlan la matriz de la
demonización; por esto es que no temen en absoluto
que se les demonice a ellos, de la misma forma que
Neo manipulaba a su propia Matrix. Acaso la película
de Borat no era llanamente racista? Es lo que te
había parecido, ¿no?. Sin embargo, bastaba que el
tal Cohen dijera que él es judío, y todas las
objeciones desaparecían. Una organización judía pudo
escribir sin vacilar: “Se sospecha que los
cristianos de Sacramento, que son eslavos y
militantes anti-gay, hospedan al asesino”
http://www.jewsonfirst.org . ¿Es esto un
planteamiento racista? ¿Es lo que parece, no? Si no
estás seguro, haz esta prueba: trata de escribir y
publicar lo siguiente; “Se sospecha que los judíos
de Sacramento, que son militantes anti-goy, hospedan
al asesino”. Ya verás qué pasa.
En las últimas elecciones alemanas,
Frau Merkel hizo unos cuantos planteamientos
racistas, rechazando apenas la sugerencia de
expulsión de todos los turcos que viven en Alemania,
pero prometiendo que detendría las negociaciones
para la entrada de Turquía a la Unión europea para
que los turcos dejaran de venir a Alemania. Le fue
permitido decir esto y ganar, porque ella dio todo
su apoyo a Israel y a USA, de modo que el lobby la
legitima como producto kosher. Así es cómo Alemania,
miembro decisivo de la coalición contra la guerra de
Irak en 2003, se vuelve de pronto un participante
potencial en la guerra que se nos está por venir e
encima contra Irán.
Además de su grupo de neocons de
derechas, el lobby tiene también su proyecto de
izquierdas. En los años 1980, los socialistas
proisraelíes se declaraban a sí mismos comunistas de
extrema izquierda, y se oponían a la regla de la
mayoría en sus organizaciones. Y efectivamente se
convirtieron en la pata izquierda del imperialismo,
al describir la hegemonía USiana como un capítulo de
lo previsto globalmente según el marxismo. Fueron
activos en la última década de la existencia de la
URSS, cuando los sionistas tuvieron éxito para
reunir a mucha gente buena y honrada, desde Jacques
Derrida hasta la dirigencia de los comunistas
italianos; y los sionistas les hicieron cantar al
unísono, dejando de lado el apoyo natural de la
izquierda al sistema de los soviets. La contribución
de esta supuesta extrema izquierda al fin del
experimento socialista en Rusia fue decisiva. Cuando
dejaron de ser importantes para la causa sionista,
estos partidos comunistas blandos, el francés y el
italiano, empezaron a desmoronarse. Pero esta
llamada izquierda no ha muerto. La carta al Times
es una primera señal del cambio de los vientos; pues
los sionistas están reanudando la farsa
izquierdista, usando el poder de las ONG y de las
dinámicas locales para presionar donde les conviene.
En Francia, hasta presentan a Levy, el “míster
lobby”, como un símbolo del “retorno de la
izquierda” [así por ejemplo Levy armó un gran show
para oponerse al empleo de los test genéticos para
comprobar los lazos de filiación en las familias
africanas que quieren emigrar a Francia, n.d t.].
Con semejante izquierda, ¿qué falta nos hace la
derecha?
La idea de los derechos humanos
podría ser buena si estos derechos fueran
universales. Pero los parangones de los derechos
humanos generalmente se detienen en el punto que les
conviene. Están a favor de los derechos de las
minorías, derechos de los gays, derechos de los
banqueros y derechos de los judíos, pero están en
contra de los derechos de la mayoría, del derecho a
vivir y criar hijos y mantener a la familia de uno,
y del derecho de ir a la iglesia o a la mezquita sin
ser estorbados. Uno de los personajes más tenebrosos
en los asuntos mundiales es Bernard Kouchner, el
nuevo ministro de asuntos extranjeros francés.
Sionista y activista por los derechos humanos, dio
su apoyo a todas las intervenciones militares del
pasado basadas en los derechos humanos: bombardeo de
Serbia, invasión de Somalia e Irak, y las que
vengan. Ejerció el poder en el Kosovo conquistado
por la OTAN, y permitió a su perrito faldero, las
pandillas albanesas, incendiar las iglesias y
expulsar a los serbios. Ahora respalda los planes de
Bush de atacar a Irán y los planes de Israel de
estrangular a Gaza. Esta es la verdadera cara de la
cantinela de los derechos humanos.
Tampoco es problema para el tal
socialista Kouchner servir bajo Sarkozy. Sarkozy
hizo su campaña presidencial con los lemas de Le
Pen. Le robó a Le Pen sus eslóganes, sus ideas y sus
votos, salvo en un punto capital: Le Pen estaba en
contra del imperio judeoamericano. Por esto es que,
mientras que Le Pen era demonizado por el Lobby, con
Sarkozy fue todo lo contrario. Ahora Francia va a
renegar de la mayor hazaña de Charles De Gaulle, el
haber liberado a Francia del yugo de la OTAN.
Sarkozy y Kouchner quieren volver a poner las tropas
francesas bajo mando USiano, y quieren reinstalar
las bases yankis en Francia, lo cual es el retroceso
más dramático de la política extranjera francesa,
desde los tiempos de Petain y Laval. El vínculo
Sarkozy-Kouchner nos da la clave de la gran mentira
de una supuesta dicotomía entre derecha e izquierda:
pueden unificarse en el respaldo a Israel y USA, y
pueden también unificarse en el rechazo a los
mismos. Esta cuestión, del apoyo o el rechazo, es, o
debería ser la señal de “amigo u enemigo” en
nuestros radares.
Se trata de una cuestión de vida o
muerte: si tenemos un enemigo sionista común,
estaremos en paz; si no tenemos un enemigo común,
ellos nos buscarán otros enemigos. La Rusia de
Putin, el Irán de Ajmadineyad, Hezbolá y Hamás, Cuba
y Venezuela, Zimbabwe y Birmania, todos se pueden
convertir, del día a la mañana, en supuestos
enemigos. Hasta hace poco, los Estados árabes
estaban juntos con Irán y Hamás en el rechazo a los
esquemas sionistas. Ahora, torciendo los cables, los
sionistas les han ofrecido otra salida a su
animosidad: quieren enfrentar a los sunitas árabes
contra los chiítas persas. ¡Y lo están logrando!
Los Estados árabes aceptaron su idea de que Irán es
el enemigo, y de que el gobierno islámico de Hamás
es el enemigo. Es suficiente para licuar al
sionismo como el mayor enemigo de los árabes, y
ponernos en fila para la guerra que quiere el lobby.
De la misma forma, la democracia es
una buena idea. Pero sólo la democracia que procede
de la palabra “demos”, es decir el gobierno por el
pueblo, no la que descansa solapadamente en la
palabra “demo”, es decir demostración, como en los
programas informáticos que tienen su “versión de
demostración”, o sea como muestra (el chiste es del
escritor ruso Vicor Pelevin) [ quien advierte al
lector de sus novelas de ciencia ficción: "cualquier
idea que te venga a la mente mientras estés leyendo
está sometido al copyright. Cualquier pensamiento no
autorizado está prohibido".n.
d t.]. Los que defienden la
apariencia democrática se congregan detrás de Bush,
están listos para justificar cualquier agresión por
la necesidad de establecer la democracia, pero
rechazan el derecho de los palestinos a elegir
Hamás, o el derecho de los venezolanos a elegir a
Chávez, o el derecho de los cubanos a elegir a
Castro, o el derecho de los rusos a elegir a Putin.
El Nacional Endowment for Democracy (NED
http://www.ned.org/press/releases.html
), esa organización
subversiva financiada por la CIA, es en realidad el
mayor enemigo de la democracia porque su democracia
no es más que un instrumento para doblegarnos ante
el paradigma judeoamericano. Y lo que es peor, en
Rusia como en Birmania, en Cuba como en Venezuela,
los dirigentes se convierten en defensores de la
supuesta democracia, y esto es una consecuencia
funesta.
Por esto la distinción entre
sionistas y no sionistas es la distinción más
importante, la gran división entre guerra y paz,
vida y muerte. No crucemos esta raya. Leamos
cuidadosamente las señales de “amigo o enemigo”. No
respaldemos las iniciativas del enemigo, aún si
parecen proceder de una intención maravillosa.
Recuerda siempre la prueba que no falla, lector
amigo: ¿cuál es el propósito detrás de cada
petición, de cada marcha, y hasta de una carta
abierta? Si nosotros somos los que manejamos las
iniciativas, podemos juntarnos en paz; si se supone
que sigamos la agenda de ellos, entonces tendremos
guerra.
La lista de los firmantes:
Mairead Maguire, Betty Williams,
Jody Williams, Shirin Ebadi, Wangari Maathai,
Rigoberta Menchú Tum, Archbishop Desmond Tutu, Elena
Bonner, Tatiana Yankelevich, President Vaclav Havel,
Harold Pinter, The Hon Zbigniew Brzezinski, Vladimir
Bukovsky, Andre Glucksmann, Gloria Steinem, Sergey
Kovalyov, Terry Waite, Cbe, Susan Sarandon, Alexei
Simonov, Gillian Slovo, Baroness Kennedy Of The
Shaws, Bernard-Henri Lévy, Marek Edelman, Elisabeth
Rehn, Mariane Pearl, Asma Jahangir, Sister Helen
Prejean, Ariel Dorfman, Vanessa Redgrave, Michael
Cunningham, Eve Ensler, John Sweeney, Jonathan
Schell, Noam Chomsky, Marina Litvinenko, Lyudmila
Alekseeva, Desmond O’Malley, Anne Nivat, Victor
Fainberg, Lord Judd, Lord Rea, Lord Giddens, Lord
Ahmed, Baroness Williams Of Crosby, Baroness Meacher,
Professor Yakin Erturk, Elena Kudimova, Natasha
Kandic, Caroline Mccormick, Sister Marya Grathwohl,
Heidi Bradner, Meglena Kuneva, Elizabeth Kostova,
Esther Chavez, John D. Panitza, Dubravka Ugresic,
Katrina Vanden Heuvel, Victor Navasky, Aidan White,
Holly Near, Elizabeth Frank.
[1] entrevista con Zbigniew
Brzezinski, consejero para la seguridad nacional del
presidente Jimmy Carter, en Le Nouvel Observateur
(France), enero 15-21, p. 76. Reconoció que provocó
adrede la intervención de la URSS en Afganistán,
fanatizando y financiando a la insurgencia contra el
gobierno legítimo de Kabul. Cuando se le preguntó si
se arrepentía de ello, contestó: “¿arrepentirme de
qué? La operación secreta fue una idea excelente.
Tuvo por efecto que los rusos se entramparan con la
cuestión afgana, ¿entonces qué tengo que andar
lamentando? Pregunta: ¿y tampoco se arrepiente de
haber apoyado al fundamentalismo islámico, dándoles
armas y asesoramiento a futuros terroristas?
Respuesta: ¿Qué es lo más importante para la
historia del mundo? ¿Los talibanes o el derrumbe del
imperio soviético? ¿Algunos musulmanes nerviosos o
la liberación de Europa central y el fin de la
guerra fría?
Traducción Maria Poumier. Revisión
Horacio J. Garetto