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¡Te pasaste, lobby!

 

Por Israel Adán Shamir, octubre de 2007

 

Los vecinos de una misma casa pelean constantemente: ya se devolvieron los anillos de compromiso de los novios, las mucamas están reclamando su dinero, el cocinero ya no viene más, etc. En medio de la batalla se aparece un tal Jeeves, sirviente y confidente, un chico listo (encarnado por Stephen Fryes en la serie de la BBC), que logra pacificar el lugar al presentarles al enemigo de todos, un tal Wooster, de cabecita hueca. Unidos de pronto en su animosidad, ya los enamorados se escurren hacia un rincón oscuro, y los sirvientes amansados cierran filas con los amos. Este ardid elegante, descrito hace tiempo en  Right Ho, Jeeves, obra cómica de P. G. Wodehouse, acaba de ser implementado con gran éxito por esa fuerza impalpable a veces llamada lobby sionista.

En una carta dirigida al editor del Times

 http://www.timesonline.co.uk/tol/comment/letters/article2599269.ece ], los adversarios de ayer se encuentran unidos hoy, como amigos entrañables de una novela de Wodehouse, detrás de ciertas orientaciones que parecerían dictadas por un invisible Jeeves, diestro en el arte de convencer. Nuestros vecinos antes echaron por la borda importantes principios, y ahora no se sienten muy a gusto unos con otros, pero….

 

Veamos el elenco [la lista completa figura al final]:

 

El arzobispo y Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, enemigo del apartheid, amigo de Palestina. La semana pasada, la comunidad judía de la universidad de St. Thomas en Minnesota logró que lo expulsaran.

 

El flamígero sionista Bernard-Henri Lévy, apodado “Mr. Lobby”, melenudo heredero de la fortuna de un esclavista. Generalmente insulta a negros, franceses y palestinos en sus frecuentes apariciones televisivas. Cuando a su amigo Alain Finkielkraut lo llevaron a juicio por sus declaraciones racistas demasiado explícitas, “Mr. Lobby” lo fue a defender.

 

Mairead Maguire, irlandés bravo en la defensa de Palestina, solidario de nuestro preso político Mordecai Vanunu.

 

La archi-sionista rusa Elena Bonner, apasionadamente antimusulmana, anticomunista y neoliberal reaganiana. Combatió al “Imperio del mal”, estando a favor del derecho de los judíos rusos a emigrar a Israel y a apoderarse de las casas de los refugiados palestinos.

 

El gran escritor y premio nobel inglés Harold Pinter, que habló tan apasionadamente contra la guerra de Irak.

 

Zbigniew Brzezinski, el que regaló al mundo la guerra de Afganistán con sus millones de refugiados, y se jacta de su responsabilidad. [1] Anticomunista y odiador de Rusia, logró provocar la intervención soviética de 1980, y guió los pasos de Osama bin Laden.

 

Nuestra valiente actriz Vanesa Redgrave, quien combatió y sufrió tantos ataques por parte del Lobby.

 

Un sionista francés brioso, André Glucksmann, miembro de la izquierda liberal anticomunista, que defiende a los separatistas chechenos y es partidario de la guerra.

 

El enemigo declarado de Pinochet Ariel Dorfman.

 

El mayor admirador de Pinochet, Vladimir Bukovsky.

 

¿Cuál será el poder que pudo cocinar este ajiaco improbable, esta colección que junta a malos y buenos con horrendos? ¿Qué será esa ONG anónima que acaba de nacer con el nombre de RAW in WAR (Raudos en Guerra)? Su intención explícita es la de reconocer a las mujeres que defienden los derechos humanos en zonas de guerra y conflicto, un objetivo encomiable; en caso de que uno quisiera negarle su firma a tan recomendable proyecto, se ganaría el  descrédito total. Además uno podría esperar que Rachel Corrie, aquella muchacha de Seattle que fue asesinada por los israelíes, sea una de las primeras heroínas reconocidas en este contexto. Rachel Corrie murió defendiendo una vivienda palestina de la destrucción. Se colocó frente a la casa de un desconocido, creyendo con todo su corazón que el que manejaba la excavadora Carterpillar no sería capaz de destrozar su vida en su tentativa para dejar en la calle a una familia palestina más. Pero no era un hombre el que manejaba el monstruo, era un supremacista judío que creía, y todavía sigue creyendo, que basta con que los judíos quieran algo para que esto se convierta en derecho. Las cortes israelíes se lo confirmaron, y el lobby judío logró que se prohibiera una obra de teatro basada en su historia http://www.variety.com/article/VR1117956295.html?categoryid=19&cs=1 , añadiendo que “se lo había buscado la antisemita esa”.

 

Ahora bien, ¿acaso fue Rachel Corrie una de las primeras “reconocidas” por esta augusta agrupación? Nada de eso. Dicha ONG no se creó para recordar a Rachel Corrie ni a nadie que se le parezca. Esta ONG se creó para celebrar a gente como la periodista rusa Anna Politkovovskaya. A ésta la mataron desconocidos el año pasado, y desde ese día la maquinaria sionista neoconservadora está tratando de ensuciar a las autoridades rusas, excesivamente independientes, con eso. Su nombre, junto con el del ex espía ruso Litvinenko, que fue envenenado con polonium, se ha vuelto un grito de guerra para las fuerzas neoliberales y hostiles a Putin. Hasta lograron convencer a la viuda de Litvinenko que añadiera su firma a la lista, simplemente para que todos recuerden que de Rusia se trata. Por supuesto incluyeron también a la viuda de Daniel Pearl, para darle un toque anti-islámico, y al combatiente del ghetto de Varsovia Marek Edelman para tener a algún representante del anti-nazismo.

 

¿Cómo es posible que la investigadora búlgara, totalmente desconocida (oficialmente presidente de RAW in WAR) lograse hacer contacto con tantas damas y caballeros, arzobipos y barones, premios nobel, escritores y representantes de lo que sea, para armar su lista increíble? ¿Será que tiene más poder que Berezovsky y Nevzlin juntos? Estos dos oligarcas rusos multimillonarios exilados son los que mantienen vivo el recuerdo de la historia de Litvinenko y Plitkovskaya desde hace un año, y nunca habían logrado suscitar una pasión semejante. Los únicos otros actos mediáticos dedicados a la memoria de Anna Plitkovskaya son los que organizaron las tropas de choque del Nuevo Orden Mundial, o sea el National Endowment for Democracy (NED), organización financiada por el gobierno de Estados Unidos y “creada para continuar las actividades prohibidas de la CIA en cuanto a apoyo de determinados partidos políticos en el extranjero [Véase: http://en.wikipedia.org/wiki/CIA  ]. La lista de la nueva ONG sigue expandiendo estas tácticas de presión contra Rusia. Está  claro que esta lista de valientes mujeres fue cooptada para infundirles nuevos aires a otras viejas creaciones. El objetivo es presionar al presidente ruso que se niega rotundamente a dar luz verde al bombardeo contra Irán planeado por Israel y USA; Irán cubre a Siria con su sistema de defensa aérea, y les dio un buen parón a los oligarcas en su tentativa para saquear a Rusia.

 

No estoy tratando de manchar la memoria de una periodista asesinada, ni hay por qué hacerlo. Usar la lógica será suficiente para explicar el truco: Anna Politovskaya nunca representó un peligro para el régimen de Putin, porque el público no la conocía para nada, de modo que la idea de que Putin pudiese encargar su muerte suena a melodrama traído de los pelos. Y ¿quién exactamente es el que acusa al presidente ruso? No se trata de la policía, pues la investigación sobre el crimen sigue su camino, y parece que ella indagaba sobre algunas personalidades de la insurgencia chechena, o de la contrainsurgencia. La guerra de Chechenia todavía era un asunto candente hace un año, y hoy aún están presos en Moscú unos diez chechenos y el coronel traidor de las fuerzas de seguridad, por posible implicación en el crimen. El fiscal general de Rusia declaró hace poco que el misterio del asesinato ya casi está aclarado. El hijo de Anna Politovskaya ha expresado su plena confianza en los esfuerzos de la policía, pues confía en que los asesinos y los que encargaron el crimen serán encontrados pronto. Muchos observadores rusos creen que el asesinato fue ordenado por gente que busca a la vez debilitar la sociedad rusa y apuntar a la cabeza, al propio Putin. Yo también me he expresado en el mismo sentido. [Véase “¿Quién engañó a Roger Rabbitt? http://www.israelshamir.net/Spanish/Sp33.htm  ]. Esta técnica recuerda los informes que se han recibido del Líbano, donde ciertos activistas anti-sirios fueron asesinados por matones pro-israelíes con el objetivo de desencadenar una violencia “sectaria” [véase http://www.haaretz.com/hasen/spages/909946.html  ].

 

El gobierno ruso y el pueblo condenaron al unísono el asesinato de Anna Politkovskaya. La policía está en la pista de los asesinos, y la familia está satisfecha con los avances del proceso. ¿Qué más se puede pedir, pues? Nada, salvo si Ud. pertenece a la banda de los neoconservadores, porque quiere encontrar sí o sí una relación  con Putin. Los neoconservadores usan su cadáver para socavar a Rusia. Contra el deseo de la familia, y contra los intereses del pueblo ruso, su nombre se ha convertido en sésamo con vistas a abrirles la economía rusa a los buitres neoliberales, que están acechando en las mismas fronteras de Rusia. Y la carta al Times baila la melodía compuesta por la banda  neocon.

 

Nadie puede culpar a los firmantes de la carta al Times por lo que escribieron. Escribieron muy cuidadosamente: “hacemos un llamado al gobierno ruso para que lleve a los tribunales, en plena conformidad con las reglas internacionales, tanto los que mataron a Anna Politkovskaya como a los que han ordenado su asesinato.” Es imposible negarse a firmar semejante carta, pues ¿acaso no deseamos todos que se agarre a los asesinos? Por lo tanto, ¿cuál puede ser el objetivo de esta carta? En todo caso, demuestra que los sionistas pueden movilizar aún a antisionistas declarados y a militantes contra la guerra, si la cosa es contra Rusia. Extraños camaradas, por cierto, pues están unidos, no contra aquella América que quiere meternos de cabeza en la guerra, sino contra la pacífica Rusia.

 

Todas estas maniobras me recuerdan el caso Wallenberg. Raúl Wallenberg, un diplomático sueco de la Alemania nazi, salvó a muchos judíos proporcionándoles un pasaporte y una visa para Suecia. En 1945 fue detenido por la seguridad soviética en Budapest como espía, y murió estando preso en 1947. Pero no se le ha dejado descansar en paz: los sionistas inventaron un cuento de hadas, según el cual sobrevivió y todavía se encuentra detenido en alguna cárcel secreta en Rusia. Convirtieron este nombre honorable en algo ridículo. Después de los años, desde finales de la Segunda guerra mundial hasta el colapso de la Unión soviética, han organizado miles de marchas –desde Washington  hasta Wellington- pidiendo “libertad para Wallenberg”. Muchos occidentales de renombre participaron en estas demostraciones, y cada inocente manipulado lanzó su escupitajo a la URSS, trabajando sin querer a veces para la hegemonía judeoamericana en el presente mundo unipolar. Sólo después de 1991 fue que los sionistas dejaron a la famillia Wallenberg en paz, porque ya no podían seguir negando su muerte, acaecida en 1947.

 

No crean Uds.  que a los sionistas les importe mucho más que un bledo los diplomáticos suecos que salvaron judíos. Hay otro diplomático sueco en Alemania que salvó judíos; el conde Folke Bernadotte. A Bernadotte lo envió la ONU como su representante en Palestina en 1948 exactamente por este motivo: porque había salvado a muchísimos judíos, y sentía harta simpatía por los refugiados judíos. Pero fue también un testigo de la expulsión masiva de los palestinos (la Nakba, “la catástrofe” de los palestinos) y pidió que Israel dejara a los palestinos refugiados volver a sus casas y aldeas. Este buen hombre de conciencia recta fue inmediatamente asesinado por el que fue más tarde primer ministro israelí [Menahem Begin]. Así es la cosa. El nombre de Wallenberg se esgrime en muchas ciudades del ancho mundo, mientras nadie recuerda el de Bernadotte. He aquí el poder del lobby judío: ellos pueden decidir qué nombres llegarán a ser conocidos y cuáles deben caer en el olvido, a quién conviene bendecir y  quienes son los malditos.

 

Pero esto no es ningún milagro: han instrumentado el verdadero poder que está detrás de las democracias: la maquinaria multidireccional de los medios masivos y las relaciones públicas. La URSS no baila al mismo compás en primer lugar porque los medios masivos de Rusia están fuera del alcance occidental; por esto mismo debe ser destrozada. Ahora están utilizando una multitud de organizaciones de derechos humanos y causas humanitarias con ese fin. La señora Elena Bonner [viuda del disidente y premio nobel Andrés Sajarov] y otras de su calaña pidieron el derecho a retornar para los judíos rusos, pero el mismo derecho se lo  so niegan a los palestinos. En realidad, no deberíamos olvidar nunca que estos dos grupos no son equivalentes: los palestinos fueron expulsados de sus casas en nuestro tiempo, mientras que en el caso de los judíos rusos, se declaró súbitamente que eran los mismos hebreos de hace dos mil años. Se organizaron miles de marchas por el mundo, encabezadas por occidentales afamados, ¿tú mismo, lector, tal vez? Pidiendo un derecho para los judíos y cantando “Let My People Go” [retoma del famoso Spiritual que fue el himno de la resistencia negra contra la esclavitud en Estados Unidos]. Pero no hubo ninguna marcha para exigir el derecho a regresar a sus casas para los palestinos. Eso sí que no. Si las hubo, no tuvieron la menor repercusión mediática, y los que hayan osado participar  en ellas están en el ostracismo  desde entonces.

 

Los defensores de los disidentes corearon proclamas deplorando la falta de derechos humanos en la URSS hasta que el navío se fue a pique, y entonces entregaron las pertenencias del pueblo soviético a los oligarcas. Parece que Boris Yeltsin cuidó de los derechos humanos durante su gran etapa de privatizaciones, pues ya nadie habló de ellos. Pero cuando Putin empezó a sobresalir para recuperar algunos de los bienes que se le habían estafado al pueblo, de pronto volvieron a los titulares los dichosos derechos humanos.

 

Seríamos muy ingenuos si aceptáramos el mantra de los derechos humanos como moneda de una sola cara. Siento mucha lástima por Raúl Wallenberg y por Anna Politkovskaya; pero igualmente me duelen los casos de Folke Bernadotte y de Rachel Corrie, y yo no firmaría jamás una petición por los primeros si no se menciona por igual a los segundos. De otra forma, es una trampa para gente bien intencionada, que hará coro por causas ajenas, y por motivos que encontraría repugnantes, si se diera verdaderamente  de ello. Mientras ponen el grito en el cielo por las violaciones de los derechos humanos en Cuba, Rusia, Irán y Gaza, les están negando a estos Estados acorralados el menor respeto sicológico. Recapaciten, amigos: luchemos primero por el derecho básico a seguir con vida, pues éste es el derecho que peligra con la US Air Force. Cuando podamos dar por consolidado el derecho a vivir sin zozobra en la tierra de uno, entonces nos dedicaremos a lo otro.

 

En un sentido, Jeeves tenía razón: debemos tener presente al adversario común. Lo mismo formuló Carl Schmitt, quien razonaba diciendo: definir el enemigo es el punto políticamente más importante; y deberíamos escoger a nuestro enemigo con el mismo cuidado con que uno escoge a un amigo. El tremendo poder del lobby judío estriba en su capacidad para unir a la gente contra su enemigo, y en bloquear las tentativas de unificación que entran a competir con él. Cuando tratamos de unir a la gente contra los sionistas, los judíos ponen en marcha su argumento letal, aquello de “culpable por asociación”, y la gente floja empieza a pedir disculpas, diciendo “no podemos estar al lado tuyo”, porque te han visto con algún miembro de la derecha, o con un activista musulmán, o con un cristiano fundamentalista, o con un estalinista, o con un negador del Holocausto, o con un nacionalista, un racialista, un terrorista, o lo que fuere. Así es cómo nuestros esfuerzos caen en el vacío.

 

Sus tácticas demuestran que no les importan para nada los derechos humanos o la democracia. Demonizan por igual a Muammar Kadaf y a David Duke, a Roger Garaudy y a los comunistas rusos, pero no encuentran nada que reprocharle a los guerreristas Bernard Kouchner, Zbiegnew Brzezinski y Ariel Sharon. Todos sabemos que Putin sirvió en el KGB, pero no nos dejan enterarnos de que la gran esperanza liberal, la ministra de asuntos exteriores israelí Tzippi Livni, procede de los servicios secretos.

 

Cuando quieren unir a la gente, entonces no vale aquello de “culpable por asociación”. Le puedo preguntar a esta magnífica gente (no estoy ironizando) como Mairead Maguire, o Desmond Tutu, o Harlod Pinter, cómo es posible que no sientan un malestar al ver su firma junto a la del criminal de guerra y fabricante de guerras Zbigniew Brzezinski, junto al sionista y negrófobo BHL, y junto al super ladrón de Vaclav Havel, que privatizó la mitad de Praga en beneficio personal suyo. Posiblemente ni  siquiera entenderán  mi pregunta, porque hay una sola autoridad con permiso para demonizar y entregar certificados de pensamiento koscher, y éste es el lobby.

 

Los judíos controlan la matriz de la demonización; por esto es que no temen en absoluto que se les demonice a ellos, de la misma forma que Neo manipulaba a su propia Matrix. Acaso la película de Borat no era llanamente racista? Es lo que te había parecido, ¿no?. Sin embargo, bastaba que el tal Cohen dijera que él es judío, y todas las objeciones desaparecían. Una organización judía pudo escribir sin vacilar: “Se sospecha que los cristianos de Sacramento, que son eslavos y militantes anti-gay, hospedan al asesino”  http://www.jewsonfirst.org  . ¿Es esto un planteamiento racista? ¿Es lo que parece, no? Si no estás seguro, haz esta prueba: trata de escribir y publicar lo siguiente; “Se sospecha que los judíos de Sacramento, que son militantes anti-goy, hospedan al asesino”. Ya verás qué pasa.

 

En las últimas elecciones alemanas, Frau Merkel hizo unos cuantos planteamientos racistas, rechazando apenas la sugerencia de expulsión de todos los turcos que viven en Alemania, pero prometiendo que detendría las negociaciones para la entrada de Turquía a la Unión europea para que los turcos dejaran de venir a Alemania. Le fue permitido decir esto y ganar, porque ella dio todo su apoyo a Israel y a USA, de modo que el lobby la legitima como producto kosher. Así es cómo Alemania, miembro decisivo de la coalición contra la guerra de Irak en 2003, se vuelve de pronto un participante potencial en la guerra que se nos está por venir e encima contra Irán.

 

Además de su grupo de neocons de derechas, el lobby tiene también su proyecto de izquierdas. En los años 1980, los socialistas proisraelíes se declaraban a sí mismos comunistas de extrema izquierda, y se oponían a la regla de la mayoría en sus organizaciones. Y efectivamente se convirtieron en la pata izquierda del imperialismo, al describir la hegemonía USiana como un capítulo de lo previsto globalmente según el marxismo. Fueron activos en la última década de la existencia de la URSS, cuando los sionistas tuvieron éxito para reunir a mucha gente buena y honrada, desde Jacques Derrida hasta la dirigencia de los comunistas italianos; y los sionistas les hicieron cantar al unísono, dejando de lado el apoyo natural de la izquierda al sistema de los soviets. La contribución de esta supuesta extrema izquierda al fin del experimento socialista en Rusia fue decisiva. Cuando dejaron de ser importantes para la causa sionista, estos partidos comunistas blandos, el francés y el italiano, empezaron a desmoronarse. Pero esta llamada izquierda no ha muerto. La carta al Times es una primera señal del cambio de los vientos; pues los sionistas están reanudando la farsa izquierdista, usando el poder de las ONG y de las dinámicas locales para presionar donde les conviene. En Francia, hasta presentan a Levy, el “míster lobby”, como un símbolo del “retorno de la izquierda” [así por ejemplo Levy armó un gran show para oponerse al empleo de los test genéticos para comprobar los lazos de filiación en las familias africanas que quieren emigrar a Francia, n.d t.]. Con semejante izquierda, ¿qué falta nos hace la derecha?

 

La idea de los derechos humanos podría ser buena si estos derechos fueran universales. Pero los parangones de los derechos humanos generalmente se detienen en el punto que les conviene. Están a favor de los derechos de las minorías, derechos de los gays, derechos de los banqueros y derechos de los judíos, pero están en contra de los derechos de la mayoría, del derecho a vivir y criar hijos y mantener a la familia de uno, y del derecho de ir a la iglesia o a la mezquita sin ser estorbados. Uno de los personajes más tenebrosos en los asuntos mundiales es Bernard Kouchner, el nuevo ministro de asuntos extranjeros francés. Sionista y activista por los derechos humanos, dio su apoyo a todas las intervenciones militares del pasado basadas en los derechos humanos: bombardeo de Serbia, invasión de Somalia e Irak, y las que vengan. Ejerció el poder en el Kosovo conquistado por la OTAN, y permitió a su perrito faldero, las pandillas albanesas, incendiar las iglesias y expulsar a los serbios. Ahora respalda los planes de Bush de atacar a Irán y los planes de Israel de estrangular a Gaza. Esta es la  verdadera cara de la cantinela de los derechos humanos.

 

Tampoco es problema para el tal socialista Kouchner servir bajo Sarkozy. Sarkozy hizo su campaña presidencial con los lemas de Le Pen. Le robó a Le Pen sus eslóganes, sus ideas y sus votos, salvo en un punto capital: Le Pen estaba en contra del imperio judeoamericano. Por esto es que, mientras que Le Pen era demonizado por el Lobby, con Sarkozy fue todo lo contrario. Ahora Francia va a renegar de la mayor hazaña de Charles De Gaulle, el haber liberado a Francia del yugo de la OTAN. Sarkozy y Kouchner quieren volver a poner las tropas francesas bajo mando USiano, y quieren reinstalar las bases yankis en Francia, lo cual es el retroceso más dramático de la política extranjera francesa, desde los tiempos de Petain y Laval. El vínculo  Sarkozy-Kouchner nos da la clave de la gran mentira de una supuesta dicotomía entre derecha e izquierda: pueden unificarse en el respaldo a Israel y USA, y pueden también unificarse en el rechazo a los mismos. Esta cuestión, del apoyo o el rechazo, es, o debería ser la señal de “amigo u enemigo” en nuestros radares.

 

Se trata de una cuestión de vida o muerte: si tenemos un enemigo sionista común, estaremos en paz; si no tenemos un enemigo común, ellos nos buscarán otros enemigos. La Rusia de Putin, el Irán de Ajmadineyad, Hezbolá y Hamás, Cuba y Venezuela, Zimbabwe y Birmania, todos se pueden convertir, del día a la mañana, en supuestos enemigos. Hasta hace poco, los Estados árabes estaban juntos con Irán y Hamás en el rechazo a los esquemas sionistas. Ahora, torciendo los cables, los sionistas les han ofrecido otra salida a su animosidad: quieren enfrentar a los sunitas árabes contra los chiítas persas.  ¡Y lo están logrando! Los Estados árabes aceptaron su idea de que Irán es el enemigo, y de que el gobierno islámico de Hamás es el enemigo. Es suficiente para  licuar  al sionismo como el mayor enemigo de los árabes, y ponernos en fila para la guerra que quiere el lobby.

 

De la misma forma, la democracia es una buena idea. Pero sólo la democracia que procede de la palabra “demos”, es decir el gobierno por el pueblo, no la que descansa solapadamente en  la palabra “demo”, es decir demostración, como en los programas informáticos que tienen su “versión de demostración”, o sea como muestra (el chiste es del escritor ruso Vicor Pelevin) [ quien advierte al lector de sus novelas de ciencia ficción: "cualquier idea que te venga a la mente mientras estés leyendo está sometido al copyright. Cualquier pensamiento no autorizado está prohibido".n. d t.]. Los que defienden la apariencia democrática se congregan detrás de Bush, están listos para justificar cualquier agresión por la necesidad de establecer la democracia, pero rechazan el derecho de los palestinos a elegir Hamás, o el derecho de los venezolanos a elegir a Chávez, o el derecho de los cubanos a elegir a Castro, o el derecho de los rusos a elegir a Putin. El Nacional Endowment for Democracy (NED http://www.ned.org/press/releases.html ), esa organización subversiva financiada por la CIA, es en realidad el mayor enemigo de la democracia porque su democracia no es más que un instrumento para doblegarnos ante el paradigma judeoamericano. Y lo que es peor, en Rusia como en Birmania, en Cuba como en Venezuela, los dirigentes se convierten en defensores de la supuesta democracia, y esto es una consecuencia funesta.

 

Por esto la distinción entre sionistas y no sionistas es la distinción más importante, la gran división entre guerra y paz, vida y muerte. No crucemos esta raya. Leamos cuidadosamente las señales de “amigo o enemigo”. No respaldemos las iniciativas del enemigo, aún si parecen proceder de una intención maravillosa. Recuerda siempre la prueba que no falla, lector amigo: ¿cuál es el propósito detrás de cada petición, de cada marcha, y hasta de una carta abierta? Si nosotros somos los que manejamos las iniciativas, podemos juntarnos en paz; si se supone que sigamos la agenda de ellos, entonces tendremos guerra.

 

La lista de los firmantes:

Mairead Maguire, Betty Williams, Jody Williams, Shirin Ebadi, Wangari Maathai, Rigoberta Menchú Tum, Archbishop Desmond Tutu, Elena Bonner, Tatiana Yankelevich, President Vaclav Havel, Harold Pinter, The Hon Zbigniew Brzezinski, Vladimir Bukovsky, Andre Glucksmann, Gloria Steinem, Sergey Kovalyov, Terry Waite, Cbe, Susan Sarandon, Alexei Simonov, Gillian Slovo, Baroness Kennedy Of The Shaws, Bernard-Henri Lévy, Marek Edelman, Elisabeth Rehn, Mariane Pearl, Asma Jahangir, Sister Helen Prejean, Ariel Dorfman, Vanessa Redgrave, Michael Cunningham, Eve Ensler, John Sweeney, Jonathan Schell, Noam Chomsky, Marina Litvinenko, Lyudmila Alekseeva, Desmond O’Malley, Anne Nivat, Victor Fainberg, Lord Judd, Lord Rea, Lord Giddens, Lord Ahmed, Baroness Williams Of Crosby, Baroness Meacher, Professor Yakin Erturk, Elena Kudimova, Natasha Kandic, Caroline Mccormick, Sister Marya Grathwohl, Heidi Bradner, Meglena Kuneva, Elizabeth Kostova, Esther Chavez, John D. Panitza, Dubravka Ugresic, Katrina Vanden Heuvel, Victor Navasky, Aidan White, Holly Near, Elizabeth Frank.

[1] entrevista con Zbigniew Brzezinski, consejero para la seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, en Le Nouvel Observateur (France), enero 15-21, p. 76. Reconoció que provocó adrede la intervención de la URSS en Afganistán, fanatizando y financiando a la insurgencia contra el gobierno legítimo de Kabul. Cuando se le preguntó si se arrepentía de ello, contestó: “¿arrepentirme de qué? La operación secreta fue una idea excelente. Tuvo por efecto que los rusos se entramparan con la cuestión afgana, ¿entonces qué tengo que andar lamentando?  Pregunta: ¿y tampoco se arrepiente de haber apoyado al fundamentalismo islámico, dándoles armas y asesoramiento a futuros terroristas? Respuesta: ¿Qué es lo más importante para la historia del mundo? ¿Los talibanes o el derrumbe del imperio soviético? ¿Algunos musulmanes nerviosos o la liberación de Europa central y el fin de la guerra fría?

 

Traducción Maria Poumier. Revisión Horacio J. Garetto

 

 

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