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Mis condolencias van al pueblo iraquí por la pérdida de su hijo fiel el presidente Saddam Hussein, asesinado alevosamente por las fuerzas de ocupación USAmericanas y sus colaboradores locales. Fue el primer dirigente árabe que se preocupó por Palestina y los palestinos, que llevó la guerra al hogar de los judíos, y será recordado en la Jerusalén liberada como en la Bagdad liberada. Fue asesinado y sus hijos fueron asesinados, en venganza cruel por haber bombardeado Tel Aviv en 1990 y por negarse a doblegarse. Es mejor morir de pie que no vivir de rodillas, y el presidente murió de pie. Está reunido con muchos grandes luchadores por la independencia asesinados por el imperio. A Bush y sus secuaces se les tendrá por culpables de este asesinato cobarde, y pagarán por ello en este mundo y en el otro. Gloria a los héroes caídos.

 

Israel Shamir

 

[Shamir contesta a los que le piden detalles sobre la vida de Saddam Hussein, para justificar su  punto de vista según el cual éste es, antes que nada, un mártir:]

 

“No siempre es necesario buscar los detalles, cuando de símbolos se trata. Los detalles estorban la perspectiva abarcadora, en la visión de gente inocente e inexperimentada. Todo el que gobierna tiene que acometer muchas obras que serían crímenes, si las emprendiese gente común y corriente. Las hazañas de los dirigentes deben sumarse y valorarse más tarde, en una perspectiva histórica. Cuando le pidieron una opinión sobre la Revolución francesa de 1789, el primer ministro chino Zhou Enlai contestó: “todavía no se puede opinar”.

Lo que deberíamos tener en cuenta acerca de Saddam Hussein es que murió confesando su fe, con la oración shahada en los labios, y sus últimas palabras fueron : “Dios es grande”, y sus últimos pensamientos se dirigieron a nuestra amada Palestina. Sabemos que no se rindió sino que fue capturado por el invasor. Está prohibido matar a un prisionero de guerra, está prohibido matar a un príncipe, está prohibido matar a un príncipe cautivo. Este asesinato será suficiente para calificarlo como mártir.

 

Él no era diferente de muchos mártires palestinos asesinados por los sionistas. Arafat, envenenado por Sharon http://www.uruknet.info/?p=29419 , Abu Jihad muerto a tiros por Barak, el jeque Yassin apuntado por un mísil, y docenas de otros más : a este grupo pertenece Saddam. Fueron combatientes, y el enemigo los diabolizó; murieron y glorificaron a Dios con su muerte.

Pero para el que quiera mirar más allá del último instante, Saddam fue un dirigente que erradicó el analfabetismo, dio atención médica a su pueblo, le dio educación gratuita, permitió a las mujeres participar en la vida social, y convirtió su país en uno de los más adelantados del Medio Oriente. Él mandó sus misiles sobre Israel, y fue causante de que se entablara el proceso de paz. Sin sus misiles SCUD, Israel no habría pactado la paz con la OLP en 1993.

 Sobre muchas decisiones que llegó a tomar, se arrepintió. Pero no estoy seguro que sea éste el momento de valorarlas. Cuando un hombre se encuentra diabolizado por el enemigo, padecemos la tentación de poner nuestro juicio a salvo diciendo “Era un hombre malo pero…”. Generalmente hay buenos motivos para esta precaución, pues poetas, disidentes y combatientes contra el imperio suelen ser gente revuelta, más aún si llegan al poder. Pero deberíamos luchar contra esta tentación. No se les persigue y diaboliza por engañar a sus mujeres, sino porque fueron fieles a sus pueblos, sus países, su musa. El día que se le edifique un mausoleo a Saddam en el centro de Bagdad, ya habrá tiempo para hablar de sus errores, ahora no. No, ni por un minuto, ni con una palabra, respaldaría yo el discurso oficial.

 

Hay algunos iraquíes que tiene reproches legítimos contra el finado dirigente. Todos los fundadores dejan al ascender mucho sufrimiento. Estas quejas las explota el enemigo. Pero la gente cuerda debería tratar de ayudar a superar el resentimiento. Cuando Hitler invadió a Rusia, procuró explotar las reivindicaciones de mucha gente contra Stalin y el comunismo. Los que cedieron a su tentación terminaron como traidores a su patria. Los que la rechazaron salvaron su alma y su lugar en la historia. Ivan Bunin, gran escritor ruso, ganador del premio Nobel y enemigo de Stalin y el comunismo, fue a la embajada soviética y declaró su obediencia a Stalin, cuando el destino de Rusia estaba indeciso. Hoy los iraquíes grandes deberían seguir la misma línea, y dejar de ergotizar acerca de Saddam. Les corresponde una tarea mayor: derrotar al imperio y liberar a Irak.

 

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