¿Quién engañó a Roger Rabbit?
Israel Shamir 6 de diciembre de 2006
El
malvado mata a unos cuantos inocentes solamente para perjudicar
a Roger Rabbit, si mal no recuerdo el maravilloso dibujo animado
de Zemeckis 88. Es una parodia de las películas policíacas de
Hitchcock en la que el protagonista se mueve entre muertos
recién ultimados sólo para acorralarlo a él. Chandler y Hammet
desarrollaron ese tipo de intrigas porque estaban hartos de los
detectives siempre angelicales como el violinista Sherlock
Holmes, y crearon héroes que desentrañan cábalas criminales a la
vez que la policía los persigue y los acusa a ellos.
El presidente ruso Vladimir Putin se encontró
personalmente en la posición desagradable de Roger Rabbit. Tras
el asesinato de Anna Politkovskaya, periodista de investigación,
murió en Londres un espía arrepentido y acusó a Putin en su
lecho de muerte. El gordo Gaidar, antiguo primer ministro, se
salvó por los pelos/por poco de una tercera muerte, pero no se
le ahorró a Putin una tercera acusación. Parece que cualquier
muerte violenta o sospechosa se le va a achacar ahora a Putin,
en la mejor tradición a lo Chandler. A Roger Rabbit lo tenían en
la mirilla para apoderarse de la ciudad de los muñecos; a Putin
le encañonan ahora con el objetivo de apoderarse de la
diplomacia rusa y los recursos de Rusia.
Hace falta ser una persona inocente, muy joven y
sincera, para creer que los dueños de los medios y los
editorialistas, los maestros del discurso, se preocupan por
figuras políticas rusas marginales como Politkovskaya y
Litvinenko. Lo que buscan al ponerle en una situación difícil es
que entregue Irán a los bombarderos yankis y la península de
Sajalin [2] a las compañías petroleras occidentales, que venda
el gas y otros bienes nacionales a precio barato y se olvide de
sus objetivos de independencia política. A él y a nosotros, nos
espetan en la cara una demostración del poderío de la maquinaria
de los medios masivos, este artefacto excepcional concebido para
zombificar a millones de personas. Pueden fijar la agenda
mundial y presentar a Putin como un asesino en serie, a Clinton
como un obseso sexual, a Chávez como un antisemita, a
Ajmadineyad como un nuevo Hitler, a los palestinos como los
agresores y a los israelíes como las víctimas. Ni siquiera los
papas han tenido semejante poder en sus mejores tiempos: digan
lo que digan los maestros del discurso, se impone.
Nunca dejan de mencionar el pasado de Putin en
el KGB, aunque el pasado de Bush en la CIA y el de Tsipi Livni
en el Mossad jamás se mencionarían entre la gente fina. Nos
recuerdan a un desertor búlgaro al que mataron hace 20 años,
pero no señalan jamás al mayor asesino organizado de nuestros
días, el Estado judío, salvo con una admiración velada por el
sentido de lo políticamente correcto, como en la película Munich
de Spielberg. A pesar de que Israel mata, Israel secuestra,
Israel mete presos a sus opositores políticos a diario: todos
los dirigentes palestinos activos hace 20 años fueron asesinados
desde entonces por los servicios secretos judíos. Se valen del
veneno, de los misiles guiados por control remoto y de las
bombas que aflojan los bunkers, y el centro Nes Tizona para el
armamento químico y biológico produce venenos y otros
instrumentos dignos del agente 007, como la “avispa biónica que
mata”.
Usaron su veneno especial en una tentativo de
asesinato de Jaled Mashal, el dirigente de Hamás; se pudo
agarrar a los asesinos in fraganti. No cabe la menor duda que
asesinaron a Yaser Arafat envenenándolo: Haaretz publicó
indicios muy claros al respecto; y muchos israelíes allegados a
los servicios de inteligencia están convencidos de ello. Y aquí
llegamos a la parte más interesante: la autopsia de Arafat
reveló la presencia de polonio 210, el mismo agente tóxico que
mató al tránsfuga ruso. No obstante, los maestros del discurso y
su máquina de fabricar la opinión mundial rechazaron este
descubrimiento trascendente y relacionaron el polonio con la
quimioterapia que le administraron al dirigente palestino. Ahora
dicen que este isótopo señala a Putin, pero hay que decir
también que el polonio 210 se vende libremente por Internet en
Estados Unidos.
Todo apunta a Putin. En un diario israelí de hoy, la petición
rusa de reciprocidad en el trato a los criminales detenidos (una
solicitud común y corriente) se describe como “el chantaje de
Putin”; la aspiración de los rusos de poseer instalaciones en
Occidente para vender gasolina directamente en las estaciones de
servicio y no solamente en los yacimientos, se nos describe como
“movimiento que demuestra la voluntad putinesca de dominación
mundial”. Putin no es de hierro, como los viejos bolcheviques, y
podría ceder a las presiones, dejar que Israel bombardee a Iran,
darle entrada libre a las compañías petroleras occidentales en
su país, como hicieron Gorbachev y Yeltsin. Entonces se
convertiría en el niño mimado de los medios, y caerían en el
olvido sus supuestos crímenes.
Este fue el caso con Muammar Kadafi, acusado personalmente de
todas culpas imaginables, y su país tuvo que pagar millones y
más millones por el desastre de Lockerby aunque no tenía nada
que ver con él, como lo reconocieron varios observadores
internacionales en el proceso. Kadafi se rindió a la voluntad
suprema de los maestros del discurso, y todos los ataques se
suspendieron en el acto. Le pasará lo mismo a Putin, con tal de
que se someta al deseo de Israel y deje a Irán desprotegido para
ser bombardeado.
La maravillosa escritora india Arundhati Roy escribió que todos
nuestros dirigentes [no occidentales] son espantosos; pero
mientras dejen a Occidente robarles sus riquezas naturales están
a salvo. Sólo cuando ponen objeciones se convierten en monstruos
a los ojos de la opinión pública, cada vez más dócil, por lo
visto. Deberíamos poner manos a la obra para erradicar esta
práctica; no podemos librarnos del todo de los misiles de
crucero usamericanos, pero sí podemos, y debemos, sabotear el
arma más terrible de los maestros del discurso, su maquinaria
para el lavado de cerebros, y negarnos rotundamente a seguirles
la corriente.
http://www.israelshamir.net/English/Eng5.htm
Traducido del
inglés al español por Maria Poumier y revisado por Juan Vivanco,
miembros de
Tlaxcala,
la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta
traducción es copyleft para uso no comercial: se puede
reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y
mencionar al autor, a los traductores y la fuente.
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