Debatiendo con Noel Ignatiev
[Nuestro buen amigo Noel Ignatiev, uno de los
que publican la revista Race Traitor, acaba de estar en
Palestina, y aprovechamos para hablar largo y tendido. Noel
redactó un "informe informal" de su viaje, que incluye la
presentación de algunos puntos de vista míos que él considera "discutibles".
Se trata de una presentación básicamente
honesta y bien intencionada; Noel tenía que justificar su
contacto conmigo ante sus compañeros, y lo hizo bien. Como
siempre ocurre, surgieron algunos malentendidos; a continuación
expreso algunas correcciones al respecto.
Querido Noel,
Gracias por exponer ampliamente nuestros debates. Me parece que
tiene relevancia precisar algunos puntos de divergencia:
escribes que "Shamir está a favor de los negros. Cree que los
negros constituyen, debido a razones históricas, el sector más
progresista de la sociedad estadounidense". Aunque entiendo que
esto es una valoración positiva, de parte tuya, amigo mío, tengo
que rechazarla, pues los negros no son para mí un tema en sí,
sino una pequeña minoría especial de descendientes de esclavos
que no se han integrado plenamente en la corriente principal de
la sociedad estadounidense. El problema de ellos tiende a
desviarte, a tí y a tus amigos de Estados Unidos, de la batalla
más importante de todas, contra las elites que están en el poder.
En vez de luchar contra el Poder (llámalo Capital, si quieres,
aunque yo no lo haría), sigues arremetiendo contra los
"racistas".
Es el problema de una minoría, como el
problema de los matrimonios gay o de los que padecen Sida. Te
equivocas (es un error burgués -liberal, en el dialecto marxista)
al dedicarte al problema de una minoría a expensas del combate
principal. Claro que los problemas de minorías abarcan desde los
más pequeños (por ejemplo la calidad del servicio en la
gasolinera) hasta el problema mucho más serio y general de la
discriminación racial, pero en tu país, considero que siguen
siendo problemas de minorías (a diferencia de lo que ocurre en
Israel-Palestina, donde la discriminación y la desigualdad son
el problema de la mayoría). En mi opinión, tenemos que cambiar
el asunto principal, aplastar al poder, nada menos.
Ni por un segundo pienso que "los negros
constituyen el sector más progresista de la sociedad
estadounidense" ni que la salvación vendrá por ellos. Ni estoy
"a favor" ni tampoco "en contra" de los negros. Admiro a Cynthia
McKinney, no por negra, sino porque se levantó con valentía por
la causa justa. No tengo "conciencia de color"; ni siquiera
estoy seguro que el problema de la asimilación de los
descendientes de esclavos en la sociedad americana se deba al
color de la piel, sino más bien tal vez a su posición
históricamente baja en la sociedad. Por cierto, conozco negros
africanos de clase alta que me han contado no haber padecido
ningún trato racista en los Estados Unidos. Tenemos el ejemplo
de los Buraku en Japón, que cuajaron a modo de minoría social de
estatuto bajísimo en la sociedad anterior a la era de los Meiji,
y que siguen discriminados en Japón, a pesar de que no se les
puede distinguir racialmente de los demás japoneses. También
está el problema de los intocables en la India, que no son tan
distintos racialmente de los demás indios. Este tipo de
problemas requiere una atención paciente, y requiere tiempo,
tomando en cuenta las condiciones locales. Pues la
discriminación debe ser algo prohibido; pero una vez que esto
está estipulado, la sociedad puede evolucionar despacio.
Esto tiene relación con tu equivocación
principal : "la apelación que mejor le conviene a la opción
política de Shamir es la de socialismo nacional", dices. Ahora
bien : no me horroriza tu sugerencia, porque de hecho, vivo en
un país de Nacional Socialismo triunfante. Israel fue un Estado
Nacional Socialista, y todavía le quedan algunos rezagos de este
régimen, aunque la tendencia socialista ya ha desaparecido casi
por completo. Yo me opongo al nacionalsocialismo israelí, y a
cualquier otro NS, por los siguientes motivos: comparto con los
nacional socialistas la fe en la existencia de "unidades
orgánicas", pero no considero que sea "la nación" el cuerpo
orgánico básico, ni tampoco "la raza" el elemento sobre el cual
se pueda edificar la sociedad, ni "la sangre" como un factor
definidor. En mi opinión, la "unidad orgánica" es una unidad
territorial mucho más pequeña que la "nación" tal como existe
hoy en día. Por ejemplo, en Estados Unidos yo consideraría Nueva
Inglaterra, Dixie o el Mid-West como cuerpos orgánicos. Tal vez
me equivoque, y haya unidades aún más pequeñas, llaméeseles
Estados o regiones , orgánicas también en tu país. En Francia,
provincias como Bretaña y Provenza son cuerpos orgánicos; en
Alemania, lo mismo pasa con Bavaria, Saxonia y los otros
"lander" federales.
El nacional socialismo fue un movimiento
cuasi judaico pues dio preferencia a "la sangre" contra "el
suelo". Para los NS, un alemán es un alemán donde quiera que
viva, lo mismo que para los judíos, un judío sigue siendo un
judío incluso en Marte. Por esto el NS fue un movimiento para la
unificación de todos los habitantes de habla alemana desde el
Volga hasta Alsacia; yo abogo por la individualidad plena de
unidades separadas, contra Ein Reich, ein Volk, y estoy a favor
del ideal leniniano de El Estado y la Revolución.
Por esto (y no por la "dilución de la
sangre", como opina el NS) es que rechazo la migración entre
unidades orgánicas: por ejemplo, una migración de parisinos a la
Bretaña rural es tan dañina como la que una migración de negros
de Virgina hacia el Estado de Montana. El problema racial de
Udes es principalmente un problema de migración entre unidades
orgánicas.
¿Por qué son importantes las "unidades
orgánicas"? No sólo por la hermosa variedad que suponen éstas,
en el intricado mosaico del mundo. La existencia de Nantucket o
Normandía tiene un valor intrínseco al que no se debe renunciar
a cambio de la moneda falsa del "derecho a la libre
circulación".
Pero la razón principal es aún más profunda.
Los seres humanos tienen una real necesidad de unidad, tan real
como su necesidad de unión sexual. Esta unidad, o solidaridad,
en su forma ideal es la unidad en Dios, la gente unida en la
Iglesia. Pero para poder funcionar juntos, la gente debería
sentirse moldeada por el territorio también. El territorio no es
un espacio vacío, sino una unidad única de terreno, con su
propio clima, su agricultura, su flora y su fauna, doméstica y
salvaje. Viviendo junta durante un tiempo muy largo, la gente de
una determinada unidad territorial termina por compartir
características o cualidades semejantes, y esto le permite
alcanzar la unidad más rápida y más fácilmente que en una
sociedad heterogénea. Por esto es que los vecinos expresan
"xenofobia", es decir el deseo normal en sociedades
relativamente homogéneas de no tener extranjeros metidos entre
ellos, que dificultarán la dinámica hacia la unidad en Dios.
En la tradición judía, un extranjero que
acepta dormir en la habitación de una pareja de casados se
considera un "asesino", pues con motivo de su presencia, la
pareja se sentirá obligada a evitar la unión sexual. De la misma
forma, deberíamos cuidar de no dañar la unión sagrada de una
unidad orgánica mediante el apoyo a ideas y paradigmas que
interfieren con ella.
Por ejemplo, un judío preocupado por los
derechos civiles que protesta contra la escenificación de una
Natividad en una propiedad pública actúa al modo del extranjero
que viene a dormir en la habitación de una pareja de casados.
Las unidades orgánicas tienen derechos, lo
mismo que los seres humanos, e incluso las compañías. Según el
paradigma neoliberal, las sociedades no tienen derechos; sólo
los tienen los individuos y las compañías.
Posiblemente la única excepción sean los
derechos colectivos de los judíos; esto nos obliga a prestar más
atención a la centralidad de los judíos dentro del orden
neoliberal mundial. Considerando que estas unidades son
"orgánicas", su "xenofobia" no difiere de un mecanismo
inmunitario biológico para rechazar un cuerpo extraño o un
injerto. Como es natural, las unidades tienen cierta capacidad
para absorber elementos foráneos, pero es una capacidad
limitada. La migración entre unidades socava la inmunidad y crea
una especie de "síndrome de inmunodeficiencia adquirida" que
conduce a la muerte de la unidad orgánica. Una unidad muerta es
una unidad que no mantiene la solidaridad entre sus miembros.
Esto se puede observar en términos de diferencia de nivel de
ingresos o por la intensidad de la explotación que practica
determinada sociedad. No es casual el hecho de que dos
sociedades enemigas de su población nativa, sociedades de
inmigrantes, las de Estados Unidos e Israel, tengan el desnivel
social más descomunal entre los países desarrollados, y ofrezcan
las peores condiciones de vida a sus trabajadores indígenas.
La muerte tiene remedio, pues hay fuerzas en
acción que procuran devolver a la vida a las unidades muertas.
Si deja de producirse el bombardeo por migración, estas fuerzas
vencerán. Por ejemplo, los normandos conquistaron Inglaterra;
echaron abajo la vieja unidad orgánica y crearon una quimera a
base de "caballo y jinete". Pero pronto cesó la afluencia de
normandos, los normandos se encontraron digeridos en Inglaterra,
como los españoles en Irlanda o los huguenotes en Suecia. En
ausencia de migración entre regiones, las regiones que
constituyen los Estados Unidos pueden volver al la vida, es
decir, con tal de que combatan la alienación y promuevan la
solidaridad.
En lo económico, me sitúo en el polo opuesto
al NS, pues defiendo el comunismo como la forma mas elevada de
solidaridad, como una proyección terrenal de la Iglesia. El
comunismo con la Iglesia es invencible. En la Unión Soviética,
el partido intentó actuar como la Iglesia, con relativo éxito.
Pero la Iglesia sin Dios es como el coitus interruptus; conduce
a la frustración y a la quiebra de la unión. Por esto es que el
comunismo ateo, carente de Dios, fracasó, pero esto no significa
que el comunismo sea imposible. El comunismo volverá una vez que
se conecte con la Iglesia. El nacional socialismo era aún más
enemigo de la Iglesia, y enemigo de Dios, más que el comunismo o
el neoliberalismo. Para mí, la Iglesia y Dios no son cosas
postizas que la navaja de Occam pueda quitar fácilmente del
medio, sino los elementos mas importantes de la existencia; por
esto, no puedo aceptar de ninguna manera que se me califique
como nacional socialista. Si es imprescindible un cartel, el de
comunista cristiano local me convendría mejor.
Esto no quita que aún las parejas felices
necesiten cierto espacio para sus individualidades; por
ejemplo, podemos aceptar ciertas divergencias individuales,
incluyendo la divergencia económica ("libre empresa") dentro de
las comunidades orgánicas. La gente debería tener derecho a
alguna actividad económica menor, con tal de que la sociedad les
quite sus ingresos excesivos, de modo a desalentar la codicia.
Así, estoy a favor de una tasa extremadamente elevada (más del
cien por ciento) para los ricos, tasa cero para la gente llana,
y la imposibilidad total de recobrar deudas por la fuerza.
Mi actitud hacia los judíos es muy diferente
de la de los NS. Mientras que el NS toma en serio la supuesta
"raza judía", aceptando con ello plenamente la visión que los
judíos tienen de sí mismos, yo me quedo con la posición ortodoxa
cristiana y niego la existencia de una raza judía, pues nadie
tiene la obligación de ser judío. Rechazo de lleno la "tendencia
judaica", es decir, en términos de Marx, la tendencia
antisolidaria, antisocial a "convertir al hombre alienado y la
naturaleza alienada en objetos alienables, vendibles". La lucha
contra la alineación es la lucha más importante, en mi enfoque;
y aquí le sigo la corriente a Simone Weil que fue tan
anti-judaica como pudo serlo. Mi atención hacia las unidades
orgánicas es lo que Weil llamó "l'enracinement", la "necesidad
de raíces".
Al decir esto, veo en la batalla contra el
privilegio judío una dirección importante en la lucha contra el
poder. Por razones históricas, los judíos se han convertido en
grupo dominante en el orden neoliberal mundial, como se
comprueba hoy en Jerusalén con el peregrinaje masivo de los
dirigentes del mundo, incluyendo a Kofi annan, al museo del
Holocausto. En la medida en que cualquier judío puede dejar de
serlo (es decir, de comportarse como tal), estamos en guerra con
los que no aprovechan esta oportunidad. La batalla para "liberar
a los judíos liberando al mundo de los judios", como lo planteó
el propio Marx, fue un punto importante en la ideología
izquierdista: esto debería reactivarse, en vez de dejárselo a
los NS.
Podemos extraer una simiente de razón y
verdad de cualquier idea funesta.
Así, detrás de las descripciones paranoides y
sádicas de los Turner Diaries uno puede leer el anhelo de una
sociedad solidaria, donde la gente sea una.
Pero en el universo sin Dios de Pierce,
semejante unidad sólo puede alcanzarse mediante la matanza
masiva. Si Pierce tuviera a Dios en cuenta, él sabría de otra
vía para alcanzar la unidad, que es la comunión. Mientras que a
ti te espanta su racismo, a mi me inspira compasión hacia un
hombre que se siente aislado, busca solidaridad, y no sabe dónde
hallarla. Por supuesto sus sueños de "los días de horca" son
espantosos, pero uno debe recordar que los revolucionarios
también soñaron con "colgar al último rey con las tripas del
ultimo fraile".
Tal vez no me espanten tanto los famosos
Diaries como a ti, porque los leo como una paráfrasis de un
libro sionista para jóvenes escrito en los años 1946-48. Si
pones "británico" en vez de "sistema", y cambias "negros" por "árabes",
y si sacas las referencias a las armas nucleares, te encontrarás
contra un modelo de texto aleccionador en el Israel de aquellos
años. Los actos terroristas que alaba Pierce suenan como la
habitual glorificación de los ataques de Lehi sobre las
estaciones de policía británicas y los mercados árabes. La
expulsión de los negros y la alegría del escritor al ver un
colectivo enteramente blanco trabajando en los campos suenan
como las páginas del diario real de Jopseph Weitz, aquél que
encabezaba el Departamento para la Colonización de la Agencia
Judía : se solazaba recorriendo las tierras palestinas "purificadas"
(de sus árabes) y observando los kibbutzim puramente judíos con
la misma alegría. De modo que una persona horrorizada por los
Diaries y que sigue colaborando con los sionistas puede ser
acusada de duplicidad, como mínimo.
Espero haber clarificado los puntos
principales de nuestros malentendidos; con todo compañerismo,
Shamir.
(traduccion del inglés: Maria Poumier)
|