El caso Madoff, pequeña guía para antisemitas
perplejos
El antisemita que duerme en la mente de cualquiera que piense
puede sentirse despistado ante el caso Madoff. ¿Qué conviene?
¿Alegrarse o rasgarse las vestiduras? El que lea la prensa judía
supondrá que los llamados "antisemitas", es decir la gran
mayoría de los seres humanos, según las fuentes judías (que
afirman: "rasca al "goy" y encontrarás un antisemita") están
viviendo un estallido de felicidad.
Bradley Burston arremetió en Haaretz, escribiendo: "para el
antisemita auténtico, ha llegado Navidad antes de tiempo, el
nuevo Santa Klaus se llama Bernard Madoff. Se cumple el mayor
deseo de cada uno de los odiadores de judíos. La nación aria al
máximo de los delirios del Tercer Reich no habría imaginado
jamás una cosa igual". Le hace eco la execrable Deborah Lipstadt:
es el sueño dorado de los antisemitas, ni que lo hubieran
inventado". Y enfatiza ADL: "Se van a dar un banquete los
antisemitas, le van a sacar el jugo, ya lo vemos venir."
Algunos podrán pensar que los megaestafadores judíos son una
especie rara, como los cuervos blancos, pero están equivocados,
como lo observó el Dr. William Pierce hace ya unos años: "Los
judíos no son los únicos bribones, pero son los mayores,
indudablemente. Si te cuentan de una estafa de 100 000 dólares,
puede ser cualquiera. Si te enteras de una estafa de 100
millones de dólares, ahí sí, puedes estar seguro de que se trata
de un judío. ¡Ni qué decir tratándose de una estafa de 50 mil
millones de dólares!
Pierce le recordó a sus lectores los casos de Michael Milken,
Ivan Boesky, Marty Siegel, Dennis Levine, y el escándalo interno
que por poco hunde a Wall Street hace unos doce años, con lo
cual se fueron en quiebra decenas de miles de ciudadanos
norteamericanos que perdieron sus inversiones, como resultado de
la manipulación artificial de los precios de la bolsa. Cada
actor relevante en ese escándalo era un judío.
¿"Recuerdan el desastre de las cajas de ahorro en los años 1980
que terminó costándoles a los contribuyentes 500 mil millones de
dólares en USA? El origen del colapso de la industria de las
cajas de ahorro fue en gran medida que se había invertido
masivamente en "bonos basura (junk Bonds) ", en muchísimas
instituciones. Y el hombre que estaba detrás de los bonos
podridos, el genio financiero que sabía convencer a las cajas de
ahorro para que los compraran era el propio Michael Milken."
Se puede matizar la afirmación de Pierce: los grandes
estafadores no necesariamente son judíos pero todos son devotos
de las causas judías, trátese del culto del Holocausto o de la
causa sionista. En cuestiones caritativas, un estafador yanki,
judío o no, no se va a tomar a pecho la situación de los
americanos pobres ni los africanos hambrientos, sino que le dará
su limosna a la causa judía, exactamente como Madoff. Él aportó
muchísimo a distintas causas judías, y por eso tenía que ser un
estafador (Véase en mi ensayo Pardes, un estudio en la Cábala[1]
el capítulo "El hombre de más arriba", donde explico por qué).
O sea, ¿por qué debería el proverbial antisemita regocijarse
ante la caída de Madoff, si era algo tan inesperado como el sol
al amanecer? ¿Será porque había "varios judíos eminentes de la
diáspora entre las víctimas, incluyendo al premio Nobel Elie
Wiesel, el director de cine Stephen Spielberg, y el magnate
inmobiliario Mort Zuckerman", como reportó el Wall Street
Journal?
James Petras piensa que esto debería más bien decepcionar a los
antisemitas: "Madoff está arruinando para siempre las teorías de
los antisemitas que pretenden que hay una conspiración de judíos
muy unidos para estafar a los gentiles". Entre las víctimas de
Bernard Madoff estaban sus amigos judíos más cercanos y sus
colegas, gente que compartía las cenas de shabbat con él e iba a
los mismos templos en Long Island y Palm Beach. (Véase el
artículo de Petras al final, en español, tomado de
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77892
).
Es también el punto de vista de Michael Hoffman: "La monumental
estafa de Madoff acaba con el estereotipo que comparten los
odiadores de judíos, de que roban a los gentiles para sacar
provecho colectivamente de la patraña. Esto es ignorancia
supina, pues en contra de la opinión corriente, hay que saber
que el judaísmo no es bueno para los judíos. Podrán empezar por
saquear a los gentiles, pero tarde o temprano se quitarán
tajadas los unos a los otros también". Hoffman va más allá y
agrega: "Las mayores víctimas del judaísmo no son los gentiles
sino los judíos mismos."
Uno vacila antes de desengañar tan nobles corazones. El generoso
planteamiento de Hoffman sin duda es correcto a cierto nivel de
honda espiritualidad, pero la estrategia judía, a plazo mediano,
es ganadora, en el sentido práctico. De bancarrota en
bancarrota, de estafa en estafa, de un fraude con los seguros al
fraude siguiente, la riqueza acumulada por la comunidad judía
crece constantemente, gracias a la filantropía intracomunitaria.
Claro que Spielberg y la supuesta Yeshiva University han perdido
algo en la debacle, pero esto no quita que millones de millones
de dólares le cayeron a la comunidad judía y allí se han
quedado. Se puede considerar a Madoff como un caso de kamikaze:
se voló financieramente a sí mismo, causando daños colaterales a
unos pocos inversionistas judíos. Pero el saldo de la operación
es que se ha logrado la transferencia permanente de la riqueza
gentil a manos judías.
Como siempre pasa, los gritos contra el antisemitismo sirven
para tapar los hechos realmente decisivos. Nos hablan de
inversionistas judíos arruinados, PERO la mayoría de los tontos
embaucados por Madoff era de no judíos, como bien lo observó Leo
Schmit, el corresponsal de Peter Myers en Kandahar, Afganistán.
"La mayoría de los socios de Madoff eran no judíos, individuos,
bancos, sociedades y fondos. Pretender que las fundaciones
judías son las más golpeadas es una mentira descarada. El daño a
las fundaciones judías es chico o si se lo compara con el daño
causado a muchas instituciones financieras, fondos y firmas, las
que ha listado Henri Blodget." Además, los inversionistas judíos
y yankis recobrarán su capital al amparo del esquema vigente en
estos momentos en USA, de protección del fraude financiero, cosa
que por ejemplo, no beneficiará a los europeos no judíos y a sus
bancos.
De modo que los antisemitas no tienen porqué alegrarse. Un turro
judío no es ninguna novedad; un turro judío y exitoso tampoco,
pero es que además los judíos no perdieron sino que ¡salen
ganando! Sus lamentos y aullidos suenan tan válidos como las
cuentas de Madoff. Petras se alegró antes de tiempo, cuando
escribió; "Gracias a esta estafa habrá menos fondos para que
AIPAC pueda presionar al Congreso y para financiar campañas de
propaganda a favor de un ataque militar preventivo contra Irán."
¡Calma, amigo Jim! Aun si algunas organizaciones judías y
sionistas han perdido plata, el monto total de los haberes
judíos ha crecido, y este nuevo caudal ya se las arreglará para
encontrar su camino para llegar al lobby sionista y a otras
entidades por el estilo. ¿Significa esto que no se pueda hacer
nada en contra? Al contrario, pues donde hay voluntad, aparecen
soluciones.
Sería desleal confiscarles sus fondos privados a individuos
judíos inocentes, a modo de compensación por las tretas de los
falsificadores judíos, pero sería una jugada limpia hacerlo con
los haberes del "pueblo judío". En estos momentos estas
propiedades son "de mano muerta", como lo eran los bienes de la
Iglesia en la Edad Media, y hasta la desamortización
[generalizada en el mundo hispánico a lo largo del siglo XIX).
"De mano muerta", o "amortizado", significa que nadie los puede
hipotecar. Todas las pérdidas son para ti, mientras que ellos se
quedan solamente con las ganancias. Semejante régimen es
demasiado ventajoso para durar eternamente. La Reforma no habría
sucedido jamás si no hubiera estado vigente la ley de mano
muerta para los bienes de la Iglesia. Los príncipes europeos
tuvieron que terminar expropiando a la Iglesia, porque de lo
contrario ésta se iba volviendo demasiado poderosa y socavaba su
propia dominación económica. Ha llegado el tiempo de
interesarnos por la desamortización de los bienes judíos. Ya
sacaron su provecho de las triquiñuelas de Madoff, ahora les
toca pagar por ello.
Estas propiedades están bajo control de otros "Bernie" Madoff
que todavía andan sueltos y otros dirigentes sionistas. El Fondo
nacional Judío (FNJ) es una "empresa multinacional que actúa en
una docena de países del mundo entero. Recibe millones de
dólares de judíos ricos de todo el mundo, de las cuales la mayor
parte no paga impuestos de ninguna clase. El objetivo del FNJ es
adquirir y desarrollar territorios en beneficio exclusivo de
judíos. Y solamente les arrienda esas tierras a judíos." Nuestro
amigo Jonathan Cook de Nazaret describió todo esto como una
institución racista de enormes riqueza y poderío. El FNJ recibió
fondos de Madoff, y lo más importante, otras gentes
comprometidas en los embustes de Madoff también alimentaron el
FNJ.
Otro cuerpo de grandes propiedades sin desamortizar todavía es
la llamada Conferencia para Reclamos materiales judíos contra
Alemania. Esta caja, según Haaretz, recibió miles de millones de
dólares garantizados en bienes raíces en Alemania Oriental, en
virtud de una cláusula de la legislación alemana que reconoce a
dicha Conferencia como dueña de todos los haberes de víctimas
del Holocausto que no tengan herederos. No hay por qué
preocuparse; este dinero no está sirviendo para socorrer a
pobres viejitos judíos desamparados. Lo explica un titular del
mismo Haaretz; "A los sobrevivientes apenas les tocan migajas
por concepto de las reparaciones relativas al Holocausto". Así
que toda esta plata debería servir para resarcir a los
"gentiles" (es decir a los "goy", o sea a los no judíos)
embaucados.
Ya que estamos, podríamos tasar a estas instituciones y otras
entidades comunitarias judías, no sólo por las pérdidas
relativamente ligeras causadas por Madoff, sino por otras mucho
mayores, las causadas por Alan Greenspan y su compañero de
colegio Ben Bernanke. No hay ningún motivo para odiar a
Greenspan o llamarlo enemigo público número 1. Bastará con
pagarle con la misma moneda, virar al revés la transferencia
masiva de riqueza de los americanos comunes al bolsillo de los
superricos, y de éstos al financiamiento de las causas judías.
Entre éstas, un blanco destacado debería ser el Centro Simón
Wiesenthal; con esto salvaríamos a Jerusalén del proyecto
monstruoso que tiene esta organización, la edificación encima
del cementerio de Mamilla de un "Museo de la Tolerancia".
Recuerden: según lo que entienden ellos por tolerancia,
deberíamos aplaudir a las leyes que nos tienen amordazados y
¡aplaudir al bombardeo de Irán!
Expropiar a estas entidades no le hará ni un rasguño a ninguna
persona honesta de origen judío. Es al revés: disolverá el mayor
obstáculo que existe entre judíos y no judíos. Los judíos
sabrían que ya no existen fondos especiales para protegerlos, y
reconocerían entonces que están en la misma embarcación que sus
compatriotas no judíos. Y el lobby judío se achicaría hasta
recobrar sus proporciones naturales, más o menos las del lobby
cubano de Miami. Al mismo tiempo, la sociedad estadounidense
iría recobrando la salud mental.
Nosotros los israelíes seríamos los más beneficiados con
semejante giro. Isaac Deutscher, el famoso intelectual judío
polaco, le achacaba las evoluciones negativas de Israel a la
influencia de los judíos americanos superricos: "Un judío
americano rico se siente tremendamente orgulloso de pertenecer
al pueblo elegido, y ejerce su influencia en Israel a favor del
obscurantismo religioso y la reacción. Él es quien mantiene vivo
el espíritu de superioridad y exclusivismo talmúdico racialista.
Y esto enardece el antagonismo contra los árabes". Si ahora se
acerca el momento de que paguen por sus trucos, no son solamente
los antisemitas los que se van a alegrar, sino que los judíos
también van a tener un gran motivo de regocijo.
[1] Ediciones Ojeda, Barcelona.
Traducción : Maria Poumier, revisada por Horacio Garetto.
James Petras
Rebelión
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77892
"Nunca creímos que nos haría esto, era uno de los nuestros".
Un miembro del Palm Beach Country Club
Una introducción a la superestafa
Bernard "Bernie" Madoff, corredor de bolsa de Wall Street,
antiguo presidente del NASDAQ y venerado inversionista, ha
confesado su autoría en el mayor fraude de la historia, un
chanchullo de 50 mil millones de dólares. Bernie era conocido
por su generosa filantropía, especialmente a favor de las causas
sionistas, judías e israelíes. Este personaje, que durante los
años sesenta había sido socorrista playero, inició su andadura
en las finanzas reuniendo ahorros de colegas, amigos y
familiares en el entorno de los judíos más ricos de los
suburbios de Long Island, Palm Beach, Florida y Manhattan, bajo
la promesa de un rendimiento moderado, continuo y seguro de
entre el 10 % y el 12 %. Madoff cubría cualquier posible
retirada de fondos según el denominado "método de Ponzi" o
estafa piramidal, es decir, echando mano del dinero de nuevos
inversores, quienes literalmente le suplicaban que los
desplumase. Llegó a gestionar en persona un mínimo de 17 mil
millones de dólares. Durante casi cuatro décadas se creó una
clientela que incluía a algunos de los bancos y compañías
inversoras más importantes de Escocia, España, Inglaterra y
Francia, así como los principales fondos de inversión libre de
Usamérica. Se hizo con casi todos los fondos de activos netos de
prósperos clientes privados, que obtenía a través de corredores
de bolsa pagados a comisión. Su clientela incluía a muchos
multimillonarios de Suiza, Israel y otros países, así como los
fondos de activos netos más importantes de Usamérica (RMF
Division of the Man Group and the Tremont). Muchos de los
riquísimos estafados habían prácticamente "forzado" a Madoff a
tomar su dinero, ya que éste imponía rigurosas condiciones a los
clientes potenciales: insistía en que viniesen recomendados por
miembros de su clientela, que depositasen cantidades
sustanciales y que le garantizasen su solvencia. La mayoría se
consideraban afortunados cuando sus fondos pasaban a las arcas
del respetado. estafador de Wall Street. El mensaje de Madoff
era siempre el mismo: su fondo de inversión estaba cerrado...
pero como venían recomendados por gente del mismo entorno
(miembros del consejo de administración de organizaciones
benéficas judías, recaudadores de fondos para Israel, country
clubs de alta clase, etc.) o eran amigos de un amigo, de un
colega o un cliente, aceptaría el dinero.
Madoff estableció consejos consultivos con miembros
distinguidos, contribuyó enormemente a museos, hospitales y
selectas organizaciones culturales. Era un miembro prominente de
exclusivos country clubs de Palm Beach y Long Island. Su
reputación se vio realzada por los resultados de sus fondos, que
jamás declararon pérdida alguna, lo cual es un argumento
fundamental para atraer a inversionistas millonarios. Compartía
con su acaudalada clientela de judíos y gentiles un estilo de
vida aristocrático, con una mezcla de filantropía cultural y
discreta especulación financiera. "Engatusaba" a sus colegas con
una suave pero autoritaria apariencia de "maestría", recubierta
de un barniz de colegialidad entre ricachones, de una profunda
implicación con el sionismo y de amistades de toda la vida.
El megafondo de Bernie compartía muchas características con los
recientes chanchullos financieros: un rendimiento elevado y
constante, inigualado por cualquier otro corredor de bolsa;
ausencia de supervisión por parte de terceros; una compañía de
contabilidad en la sombra físicamente incapaz de auditar sus
multimillonarias operaciones financieras; un control personal de
las operaciones de correduría de bolsa comerciante y una
confusión absoluta en lo relativo a sus inversiones. Los ricos y
famosos, los inversionistas más sofisticados, los consultantes
de elevado salario, los máster en administración financiera de
Harvard y todo el ejército de reguladores de la US Security and
Exchange Commission (SEC) pasaban por alto las similitudes de
Madoff con otros defraudadores, y ello porque estaban totalmente
implicados en la cultura corrupta del "agarra el dinero y vete
pitando" y del "si sacas tajada no hagas preguntas". La
reputación de suprema sabiduría que aureola a un supuestamente
próspero judío de Wall Street alimentó el autoengaño y los
estereotipos de gentiles multimillonarios.
La gran estafa
El fondo de inversión de Madoff sólo operaba con una clientela
limitada de multimillonarios que mantenían en él su dinero a
largo plazo; las ocasionales retiradas de fondos eran de poco
monto y fácilmente cubiertas por medio de peticiones de más
inversión a nuevos inversionistas deseosos de acceder al fondo
de Madoff. Los grandes inversionistas a largo plazo mantenían
sus capitales para dejarlos en herencia a sus herederos o para
su jubilación. Los ricos abogados, dentistas, cirujanos,
profesores distinguidos de las mejores universidades y otros que
en algún momento hubiesen necesitado retirar algo de sus fondos
para una boda ocasional de altos vuelos o para la ceremonia de
madurez adolescente judía (bar mitzvah) de alguno de sus hijos
con invitados famosos podían hacerlo, porque Madoff no tenía
problemas a la hora de recaudar más fondos entre los ricos
propietarios de fábricas de confección de ropa, cuyos
asalariados cobran jornales de miseria, de peligrosos
empacadores de carne y de siniestros señores barriobajeros.
Madoff no era ningún Robin Hood, sus contribuciones a
organizaciones filantrópicas y benéficas le facilitaban el
acceso a los ricachones que formaban parte de los consejos de
administración de las instituciones receptoras y probaban que él
era "uno de ellos", una especie de compañero íntimo de la misma
clase elitista. La sorpresa, el pavor y los ataques cardíacos
que han seguido a la confesión de Madoff de que su negocio era
una estafa piramidal han provocado tanta rabia por el dinero
perdido y el descalabro de la clase pudiente como por la
vergüenza de saber que los mayores y más perspicaces estafadores
mundiales de Wall Street habían sido estafados por uno de los
suyos. No solamente han sufrido grandes pérdidas, sino que la
imagen que tenían de sí mismos como ricos que lo eran por su
inteligencia y su "linaje superior" ha quedado totalmente
destrozada: de pronto se han visto abocados al mismo destino de
los pendejos a quienes ellos estafaron, explotaron y
desposeyeron en su ascensión a la cima. No hay nada peor para el
ego que un respetable estafador sea estafado por otro estafador
todavía mayor. Por eso, muchos de los que más han perdido se
niegan a dar sus nombres o a poner cifras a las cantidades
evaporadas y tratan de recuperarlas con la ayuda de sus
abogados.
El lado positivo de la megaestafa de Madoff (la mano
involuntaria de la justicia)
Incluso si es comprensible que los superricos y acaudalados, que
han perdido buena parte de su jubilación y de sus fondos de
inversiones sean unánimes en su condena y en sus lamentaciones
por el abuso de confianza de que han sido víctimas, y que los
editoriales de todos los periódicos y semanarios de mayor
prestigio se hayan unido al coro de críticos moralistas, las
acciones de Madoff merecen muchas alabanzas, incluso si tales
alabanzas no van dirigidas a su conducta fraudulenta. Vale la
pena enumerar los resultados positivos involuntarios de la
estafa de Madoff:
En primer lugar, la desaparición de más de 50 mil millones de
dólares disminuirá enormemente la financiación sionista
usamericana de los asentamientos coloniales israelíes en los
Territorios Ocupados, disminuirá los fondos que el lobby
sionista AIPAC destinaba a comprar votos de congresistas y a la
financiación de campañas de propaganda a favor de un ataque
preventivo militar de Usamérica contra Irán. La mayoría de los
inversionistas tendrán que disminuir o eliminar su compra de
bonos del tesoro israelí, que subvencionan el presupuesto
militar del Estado judío.
En segundo lugar, la estafa ha desacreditado todavía un poco más
los altamente especulativos fondos de inversión libre, que ya se
tambaleaban a causa de retiradas masivas de dinero para enjugar
grandes pérdidas. Los fondos de Madoff estaban entre los más
respetados y seguían atrayendo a nuevos inversionistas, pero las
últimas revelaciones podrían acelerar su desaparición. Sus
promotores tendrán por fin que dedicarse a un trabajo honrado y
productivo.
En tercer lugar, el fraude a gran escala y a largo plazo de
Madoff no fue detectado por la Securities and Exchange
Commission (SEC), y ello a pesar de al menos dos comisiones de
investigación. Eso hace que la credibilidad de la SEC esté por
los suelos. Su enorme fallo demuestra la incapacidad de las
agencias reguladoras capitalistas para detectar grandes fraudes.
Este fracaso plantea la cuestión de si habrá alternativas a la
inversión en Wall Street que protejan mejor los ahorros y los
fondos de pensión.
En cuarto lugar, la larga asociación de Madoff con el NASDAQ,
del que fue director mientras robaba miles de millones de sus
clientes, sugiere que los miembros y los líderes de esta Bolsa
de Valores son incapaces de reconocer a un sinvergüenza y están
dispuestos a pasar por alto el comportamiento criminal de "uno
de los suyos". En otras palabras, el público inversionista ya no
podrá nunca considerar que ocupar un cargo de dirigente del
NASDAQ es un signo de probidad. A partir de Madoff habrá que
buscar un colchón de matrimonio de gran tamaño para guardar con
seguridad los restos de los ahorros familiares.
En quinto lugar, señalaré que los asesores de inversiones de los
mayores bancos europeos, asiáticos y usamericanos que
gestionaban miles de millones de fondos, actuaron sin la menor
diligencia en el caso de las operaciones de Madoff. Aparte de
las enormes pérdidas bancarias, decenas de miles de superricos
influyentes y acaudalados han perdido toda su fortuna. El
resultado es una pérdida absoluta de confianza en los bancos más
importantes y en los instrumentos financieros, así como un
descrédito general de la "pericia de los expertos". Esto
debilita el dominio financiero del comportamiento inversionista
y propicia la desaparición de un importante sector de la
parásita clase "rentista", que se enriquece sin producir bien
alguno ni proporcionar servicios necesarios.
En sexto lugar, como la mayoría del dinero robado por Madoff
proviene de las clases altas de todo el mundo, su comportamiento
ha reducido las desigualdades: se trata del "mayor nivelador"
que ha existido jamás desde que se introdujo la imposición
progresiva. Al arruinar a multimillonarios y llevarlos a la
bancarrota, Madoff ha disminuido su capacidad de utilizar su
fortuna para influenciar a los políticos en su favor, lo cual
aumenta las posibilidades de influencia política de los sectores
económicos menos agraciados de la sociedad de clases... e
involuntariamente refuerza la democracia frente a los oligarcas
financieros.
En séptimo lugar, al estafar a amigos de toda la vida, a
inversionistas del mismo grupo étnico y religioso, a miembros de
country club estrechamente seleccionados por su origen étnico e
incluso a miembros de su familia, Madoff ha demostrado que el
capital financiero no respeta ninguna de las devociones de la
vida diaria: grandes y pequeños, sagrados y profanos, todos
están subordinados a las reglas del capital.
En octavo lugar, entre los muchos inversionistas arruinados de
Nueva York y New England hay un cierto número de señores
barriobajeros (magnates de la construcción inmobiliaria),
propietarios de fábricas de confección de ropa (fabricantes de
ropa de diseño y juguetes) y otros que apenas pagaban el salario
mínimo a las mujeres e inmigrantes que trabajaban para ellos,
que solían expulsar de sus hogares a arrendatarios pobres y
habían esquilmado las pensiones de sus empleados antes de
trasladar sus empresas a China. En otras palabras, la estafa de
Madoff ha sido una especie de venganza "divina" laica por
delitos pasados y presentes contra la clase trabajadora y los
pobres. Ni que decir tiene que este involuntario Robin Hood no
redistribuía entre sus empleados el dinero que afanaba, más bien
reinvertía una parte en obras de beneficencia que incrementaban
su imagen filantrópica y en recompensar a algunos de sus
inversionistas iniciales para mantener en pie su fraude
piramidal.
El noveno lugar, Madoff ha asestado un severo golpe a los
antisemitas que proclaman que existe una "estrecha conspiración
judía para defraudar a los gentiles": ese bulo ha desaparecido
para siempre. Entre las principales víctimas de Bernard Madoff
están sus amigos y colegas judíos más íntimos, gente que
compartió con él mesa y mantel en banquetes de Pascua judía y
que frecuentaba los mismos templos de altos vuelos en Long
Island y Palm Beach.
Bernie era muy selectivo a la hora de aceptar clientes, pero se
basaba en su riqueza, no en su origen nacional, raza, religión o
preferencia sexual. Era muy ecuménico y un firme abogado de la
globalización. No hay nada etnocéntrico en Madoff: le ha robado
mil millones de dólares al banco anglo-chino HSBC y varios miles
de millones a la sucursal holandesa del banco belga Fortes. Mil
cuatrocientos millones eran del Royal Bank of Scotland, del
banco francés BNP Paribas, del español Banco de Santander, del
japonés Nomura, por no mencionar los fondos de inversión libre
en Londres y Usamérica, que han admitido su participación en
Bernard Madoff Investment Securities. De hecho, Bernie era el
emblema del estafador moderno, políticamente correcto,
multicultural e internacional. La facilidad con la cual los
superricos de Europa le aflojaban sus fortunas ha provocado el
siguiente comentario de un consultante financiero de Madrid:
"Robar a los españoles más ricos era tan fácil como matar focas
con un palo." (Financial Times, 18 de diciembre de 2008 p. 16).
En décimo lugar, la estafa de Madoff dará lugar a una mayor
autocrítica y a una actitud menos confiada hacia quienes se
presenten como expertos financieros. Entre los judíos que hagan
la autocrítica, a partir de ahora ya no confiarán en corredores
de bolsa sólo por el hecho de que apoyan ciegamente a Israel y
son generosos contribuyentes de los fondos sionistas. Eso ha
dejado de ser una garantía adecuada de comportamiento ético,
equivalente a un certificado de buena conducta. De hecho, los
corredores de bolsa que son propagandistas excesivamente
ardorosos de Israel y que prometen rendimientos siempre altos a
sus afiliados sionistas podrían levantar sospechas a partir de
ahora: la pretensión de que "lo que es bueno para Israel..."
puede muy bien ocultar un nuevo fraude.
En undécimo y último lugar, la desaparición del imperio de
Madoff y de sus acaudaladas víctimas judías liberales afectará
negativamente las contribuciones a las 52 organizaciones judías
usamericanas más importantes, a numerosas fundaciones de Boston,
Los Ángeles, Nueva York y otros lugares, así como al ala
militarista Clinton/Schumer del Partido Demócrata (Madoff los
financió a ambos, así como a otros congresistas defensores
incondicionales de Israel). Puede que esto permita un mayor
debate en el Congreso sobre la política en Oriente Próximo sin
los habituales ataques vociferantes.
Bernard Madoff, por François Delabruyère
Conclusión
La estafa y el comportamiento fraudulento de Madoff no se deben
a ningún problema ético personal. Son el producto de un
imperativo del sistema y de la cultura económica en que se
mueven las instancias más elevadas de nuestra estructura
clasista. La economía de las acciones, de los fondos de
inversión libre y de todos los "sofisticados instrumentos
financieros" es en su totalidad un sistema piramidal que no se
basa en producir y vender bienes y servicios. Se trata más bien
de apuestas financieras al crecimiento futuro de un papel, una
acción, que sólo representa la promesa de que futuros
compradores permitan la distribución de dividendos.
El "fracaso" de la SEC es totalmente predecible y sistémico: los
reguladores han sido seleccionados por los regulados, están en
deuda con ellos y aplazan sus veredictos, sus auditorías y
cualquier reclamación. Están estructurados para "no ver las
señales" y evitar una regulación excesiva de sus superiores
financieros. Madoff funcionaba en un medio como el de Wall
Street, que permite cualquier cosa, donde la impunidad de los
megarrescates financieros y las megaestafas es la norma. Como
estafador individual, lo único que ha hecho es estafar a algunos
de los mayores estafadores institucionales que le hacían la
competencia en Wall Street. Todo este sistema de recompensas y
prestigio está controlado por los más hábiles a la hora de hacer
malabarismos en los libros de cuentas, de difuminar los rastros
de las operaciones y de desplumar a las víctimas voluntarias que
llaman a sus puertas "pidiendo" que las desplumen. ¡Un hombre de
bien, eso es Madoff!
En cuestión de días, un solo individuo, Bernard Madoff, le ha
asestado un golpe mucho mayor al capital financiero global, a
Wall Street y al lobby sionista usamericano del "Israel en
primer lugar" que toda la izquierda de Usamérica y Europa juntas
durante los últimos cincuenta años. Ha logrado reducir más las
enormes desigualdades económicas en Nueva York que todos los
gobernadores y alcaldes demócratas y republicanos, blancos,
negros, cristianos y judíos, reformistas y ortodoxos durante los
últimos dos siglos.
Algunos teóricos derechistas de la conspiración están diciendo
que Bernie es un agente secreto islámico-palestino (de Hamás)
enviado para socavar deliberadamente los cimientos financieros
del Estado judío de Israel y de sus patrocinadores y fundaciones
más generosos, acaudalados y poderosos. Otros dicen que es un
marxista aún no salido del armario, cuyas estafas estaban
cuidadosamente diseñadas para desacreditar a Wall Street y
canalizar miles de millones hacía organizaciones radicales
clandestinas. Al fin y al cabo, ¿sabe alguien dónde están los
miles de millones desaparecidos? Contrariamente a los expertos
de la izquierda, a los blogueros y manifestantes, cuyas
fervorosas y públicas actividades no afectaban en absoluto a los
ricos y poderosos, Madoff ha asestado sus golpes donde más les
duele: en sus megacuentas bancarias, en su confianza en el
sistema capitalista, en su autoestima y, sí, también en su
pobrecito corazón, que ahora está al borde del infarto.
¿Quiere esto decir que nosotros, en la izquierda, deberíamos
crear un Comité de Defensa de Bernie Madoff y exigir un rescate
parecido al del secretario del tesoro Henry Paulsen, que acaba
de salvar a sus amigotes del Citibank? ¿Deberíamos pedir
"rescates iguales para estafadores iguales"? ¿Deberíamos
propiciar su partida (o su derecho al retorno) a Israel para
evitar que lo juzguen? Ha causado tantas víctimas judías que le
sería difícil retirarse en Israel.
No hay razón alguna para hacer barricadas por Bernard Madoff.
Basta con que reconozcamos que ha prestado un servicio histórico
involuntario a la justicia popular al quebrantar algunos de los
pilares financieros de un injusto sistema de clases.
Post scriptum
¿Se debe a pura y simple admiración o será a causa de vínculos
ocultos con Madoff que Michael Mukasey, el actual fiscal
general, se haya abstenido de la investigación? Otros de igual
importancia e influencia están seguramente vinculados al caso
Madoff, no sólo las "víctimas". Nos estamos enfrentando a un
caso muy serio de razones de Estado. Nadie puede creer que una
sola persona pueda por sí sola hacer una estafa de este calibre
y duración. Y tampoco ningún investigador serio se cree que 50
mil millones de dólares hayan podido simplemente "desaparecer" o
ser transferidos a cuentas bancarias personales.
Título original: Bernard Madoff: Wall Street Swindler Strikes
Powerful Blows for Social Justice
URL de esta traducción en Tlaxcala:
http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=6649&lg=es
El sociólogo marxista usamericano James Petras ha publicado más
de sesenta libros de economía política y, en el terreno de la
ficción, cuatro colecciones de cuentos. Es colaborador
permanente de Rebelión.
Manuel Talens pertenece a los colectivos de Cubadebate, Rebelión
y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.
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respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la
fuente.
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